Portada » DIARIO DE UNA LINFÓMANA

La tercera novela de la escritora Esther López después de haberse sometido a un autotrasplante de médula, nos narra como una mujer coraje puede sobrellevar la enfermedad y cómo su experiencia es un testimonio literario, que pretende servir de aliento para aquellas otras personas, que padecen enfermedades similares o de gravedad como la suya. Cuando a finales de agosto de 2016 después de haber venido de unas largas vacaciones por los Andes de Perú, a Esther le diagnosticaron un cáncer linfático en estado avanzado no entendió nada. Sólo después de reflexionar comprendió que se enfrentaba a un cáncer muy agresivo que en cualquier momento podía acabar con su vida.  Nos comenta la escritora salobreñera que tenía varias opciones: sucumbir, culpabilizarse, sentirse sola o afrontar con valentía lo que empezó a considerar como una experiencia a la que no podía darle la espalda. En un momento así es necesario mantener la calma y no dejar que las preocupaciones y los miedos acaben con uno. Su forma de vivirlo fue evitar lamentarse por aquello que no podía hacer y empezar a disfrutar con lo que sí estaba capacitada para realizar. Si podía pasear, lo hacía; si tenía dolores y lo único que le apetecía era ver una película o estaba sin fuerzas para otra cosa, eso es a lo que se dedicaba. Nos dice que su intención es mostrarse como un faro para los navegantes de la travesía solitaria por las orillas de la muerte, a la vez nos explica que su obra puede interesar igualmente a los profesionales sanitarios pues también les puede enseñar la necesidad de afecto, y sentirse por unos días en la piel de sus pacientes.

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A partir de ese momento, la escritora, después de haber publicado dos novelas, “A flor de piel” e “Historia de SamSara”, decidió recopilar toda la información y las sensaciones personales durante ese duro periodo de tiempo en un diario que ha convertido en el tercer libro que ha visto ahora la luz, y presentó en febrero en Salobreña, titulado Diario de una linfómana, con un fin eminentemente benéfico, ya que el 50% de los ingresos irán destinados a la Asociación Española contra el cáncer.
Esta obra se convierte en una completa guía para pacientes de cáncer y otras enfermedades crónicas, así como para familiares, amigos y la sociedad en general de forma que sepan cómo acercarse a ellos, qué decir y qué no decir, en definitiva cómo actuar de la manera más normalizada posible. Nos aconseja cómo comportarnos sin crear alarma ni ningún reparo,
sobretodo piensa que no hay que convertirse en médico si no lo eres con vaticinios o diagnósticos, que no hablemos de familiares u otras personas con cáncer, ya que tienen bastante con el suyo, a menos que le pregunten. Lo hace con la alegría y la tristeza según proceda de su estado anímico, luchando para sí con el dolor. De esta manera la literatura y su género del Diario le sirve como catarsis para vehicular una experiencia, de la que se hace portavoz a la vez como narradora y personaje de las vivencias que cuenta. En la que refleja la importancia de su creación novelística para mejorar el mundo, en un apremio de dejar su mejor huella, en un mundo de posibilidades, donde los niños y los jóvenes de una generación responsable no pierdan sus sueños. En un recorrido que se convierte en un ensayo sobre otro tipo de educación, en la que se tenga en cuenta la libertad de pensamiento crítico como diría nuestro gran filósofo don Emilio Lledó. En esta misma línea critica la manipulación de los Medios de Comunicación. También nos recuerda al ilustre Cervantes y la actitud quijotesca de compartir como en el fragmento cervantino del discurso de la Edad de Oro, quizá en una búsqueda incesante de la trascendencia del ser, en su sentido más humano. Así pues, como un brote de esperanza en una vida más humanizada y generosa en un mundo de amor y de hermanos, con un comportamiento de respeto a todos los seres del universo, buscando la verdad y la justicia por encima de todo, desprovisto del miedo a la escasez o a la miseria porque le duele un mundo sumido en la anomia. De ahí su optimismo por encontrarle un verdadero sentido a la existencia.

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Aunque es interesante la reflexión y concienciación que nos transmite sobre la vida, destaca su mirada frente a la muerte cara a cara y sin temor, pero no es menos cierto que nos ofrece degustar de modo horaciano cada instante de la vida como si fuera el último o vivir el día a día al máximo sin pensar en el mañana, es decir, con una invitación a gozar del momento presente. En este sentido también sobresale el amor como el motor más importante para su vida, sobretodo el de sus hijos y sus padres o de los que le rodean en esta travesía tan compleja pues sin ellos hubiera sido mucho más tenebrosa, siendo el aliento que le sirve para luchar por la vida. Así justifica que es necesario el apoyo y comprensión de aquellos que le quieren porque le ayuda a seguir adelante en los momentos más duros de la enfermedad. Agradeciendo cada gesto de afecto procedente de su familia o amigos. Añade la triste burocracia que tiene que sufrir como si con su enfermedad no tuviese bastante, recordándonos al ilustre periodista Larra. A pesar de hablarnos de sesiones de radioterapias, quimioterapias, nos responde con mucha sensatez a las preguntas más comunes sobre las mismas; periodos de aislamiento e incluso el autotrasplante de médula al que se sometió en el mes de noviembre del año pasado. Asimismo, nos manifiesta cómo se sobrelleva la enfermedad, la supervivencia y la superación de la carga del dolor como una heroína ejemplar, que no impide darle un toque de humor como contrapunto a lo dramático, que contrasta también con la sensibilidad y muestra de empatía social en el recorrido de la historia autobiográfica. En este sentido creo conveniente destacar algunos pasajes sobre la concienciación social en un aprendizaje para ser críticos con las injusticias de la vida y animando a la voluntad de cambiar el mundo insolidario. A lo largo de sus páginas enfatiza su disconformidad con un pensamiento único impuesto por el control del mundo y la ambición del poder, con el objetivo de exigir libertad y literalmente como dice la Autora “…Más igualdad y menos leyes en un mundo deshumanizado…como si fuese un circo…” Otro referente que se plantea como un tema recurrente en su novelística y ahora con más énfasis: ¿qué es la vida?, ¿qué ocurre cuando el cuerpo deja de existir?, ¿qué es la muerte? ¿Somos conciencia, parte de un todo? Como dice Esther “la enfermedad al desnudo en una sociedad que lo maquilla todo… Un eco que remueva conciencias sociales.” Para finalizar creo que ha sido un gesto de honradez y humanidad la labor creadora, que dignifica a la escritora por darnos generosamente su testimonio y aliento, de un modo tan valiente y conmovedor. Por eso como no podía ser menos quiero felicitar en este lugar de información sociocultural del Periódico Granada Costa Nacional a Esther López y darle mi más sincera enhorabuena, y las gracias por haberme permitido acompañarla en la andadura narrativa, que he compartido con ella.

 Francisco Velasco Rey

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