DIARIO DE UN POETA EL DÍA QUE CONOCÍ AL POETA CARLOS MURCIANO

Decir que Carlos Murciano es el poeta más importante –aún vivo– en la actualidad es no descubrir nada nuevo. Carlos ha destacado en el firmamento grandioso de la poesía española desde los años 50 del siglo pasado. Carlos ha sido y es un poeta prolífico y grande. Domina todos los estilos poéticos y es un sonetista de primer orden.

            Nació en Arcos de la Frontera (Cádiz), en el año 1932. Es crítico literario, musicólogo, escritor de literatura infantil y juvenil, traductor y, sobre todo, poeta. Ha obtenido infinidad de premios literarios, menores y mayores, tanto de poesía como de prosa. Entre ellos, para mencionar algunos: Premio Ciudad de Barcelona, Premio Adonáis 1954, Premio Nacional de Poesía 1970, Premio Ciudad de Barcelona, Premio Boscán 2000, etc., y ha publicado más de 80 libros.

            Pertenece a una familia de grandes poetas como su hermano Antonio y sus hijos Jorge de Arco y Carlos María Maínes, que obtuvo en el año 2010 el primer Premio de Poesía que organiza el Ayuntamiento de Ítrabo (Granada) y que lleva mi nombre. Sus conferencias y recitales de poesía han sido numerosísimos por todo el territorio nacional, aparte de que su poesía se ha publicado en las más prestigiosas revistas literarias de España y extranjero, especialmente en los países de habla castellana. Tuve el gran honor de participar con él, entre otros grandes poetas de España e Hispanoamérica, en la magnífica revista literaria venezolana Poesía de Venezuela.

            La poesía de Carlos Murciano se caracteriza por ser una poesía de inspiración, pero, al mismo tiempo, muy trabajada. Poesía culta que hace que el lector quede prendado de ella. Poesía llena de luminosidad y en la cual emplea un lenguaje rico en metáforas que hace proyectarla a los confines del parnaso. Pero yo no voy a hablar de su poesía porque lo que intento narrar es el día en que lo conocí, mi amistad y admiración hacia él.

             Conocí a don Carlos Murciano con ocasión de invitarlo a que viniese a Palma a dar una conferencia dentro de la Semana Cultural de la Agrupación Hispana de Escritores, que por entonces yo organizaba. La conferencia la impartió en el salón de actos de la CAIXA, en el edificio de las avenidas. Recuerdo que la sala estaba llena y tuvieron que permanecer algunos asistentes de pie en los laterales. Fue todo un éxito, nada extraño, tratándose de uno de los poetas más importantes allá por los años 80. Desde aquel momento existió una buena amistad entre los dos –salvo la distancia–. A partir de aquel momento tuve la oportunidad de coincidir con él en algunos recitales de poesía que por aquel tiempo organizaba el poeta Esteban Pisón. Otras de las veces que estuvimos juntos recitando fue en el chalet del doctor y poeta Bartolomé Mestre, que tenía en el término de Esporles.

            Era verano y nos tocaron unos días muy calurosos, pero esa noche en lo alto de la montaña era muy agradable el estar y, más, por hallarme acompañado de amigos y amigas entrañables, la mayoría poetas y escritores. El lugar era idóneo para celebrar una magnífica noche poética. Entre otros estaban el poeta Esteban Pisón, la poeta Ana Cintas, Carlos Murciano, el periodista y escritor Octavio Aguilera, la poeta Mari Carmen Mestre y algunos más que ahora no recuerdo y, por supuesto, el doctor Mestre y su encantadora esposa. Nunca olvidaré esa noche, fue inolvidable. Después del recital de poesía bajo las estrellas y al resguardo de la humedad de la noche bajo los pinos, envolviéndonos el aroma de las flores del jardín y de las plantas silvestres de la montaña, nos sirvieron una exquisita cena.

            En una de mis visitas a Madrid, fui a visitar la sede de la Asociación de Escritores y Artistas Españoles, de la que soy miembro, al llegar, una de las primeras personas que vi fue Carlos Murciano, que al verme me saludó: «Hola, poeta». Aquello me alegró mucho, ya que, siendo quien era él, me enorgulleció que Carlos me considerara poeta. Yo, que no le llego como poeta a la suela de los zapatos, comprendiendo que a su lado más que poeta soy un escribidor de poesía.

              En el año 2001, vino a Palma a dar una conferencia organizada por Entidades Culturales Andaluzas, de la que yo era vocal de cultura, el acto se celebró en el salón de actos de la Banca March, y tuve el honor de presentarlo al público. Su conferencia, como no podía ser de otro modo, fue todo un éxito, trató esta sobre la Semana Santa.

            Por esas fechas tuve la oportunidad de convivir con él y el poeta ya fallecido Justo Jorge Padrón durante unos días en la casa que tenía en el levante mallorquín Antonia Rodríguez Mateo. Ni que decir tiene que para mí supusieron unos días inolvidables, ya que tanto Carlos Murciano como Justo Jorge Padrón eran dos poetas famosos –solamente nos queda Carlos, y que sea para muchos años–, con una gran trayectoria, que quedarán en los anales de la poesía española de los últimos 60 años. Dos gigantes, creadores universales. Aunque diferentes ambos en su obra, en el fondo toda creación poética nos une a todos, aunque en una percepción diferente, cada uno con su saber y entender la poesía. Debo admitir que me cansa mucho leer los sonetos, ya que escribir sonetos que sean buenos es bastante difícil, pero debo reconocer que nuestro personaje de hoy escribe sonetos con los que llega a la perfección.

            La penúltima vez que estuve con nuestro poeta fue en la presentación de un libro de la poeta y escritora Mari Carmen Mestre y la última fue en casa de Mari Carmen Mestre, donde fui invitado junto al poeta y profesor emérito D. Diego Sabiote y su esposa a tomar una merienda y, como no podía ser de otra manera, a hablar de poesía, una tarde deliciosa.

            Siempre recordaré con afecto a nuestro poeta y le deseo que viva muchos años más, en la actualidad tiene 90 años. Aprovecho para agradecerle la portada de mi próximo libro de poesía La fuente escondida, que es obra de él.

Marcelino Arellano Alabarces

Palma de Mallorca

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