DIARIO DE UN POETA: EL DÍA QUE CONOCÍ A LA SOPRANO HELENITA OLIVARES

Marcelino Arellano Alabarces
Sucede a veces que el tiempo nos hace volver a vivir un acontecimiento que sucedió hace ya algunos años. Aunque en este caso el personaje que traigo a esta página de Diario de un poeta no se podía imaginar en ese momento y tampoco yo, que la recordara pasados bastantes años en esta página. Explicaré por qué he escrito esa entradilla. La primera vez que vi a Helenita Olivares, a la que no conocía personalmente fue una tarde de primavera de hace ya más de treinta y cinco años, en el Auditorio ubicado en el Paseo Marítimo de Palma. Mi primer encuentro con ella fue un poco accidentado y fue en el camerino que compartía con el gran poeta Rafael Alberti, que era al que realmente yo iba a ver para conocerlo personalmente, ya que por aquellas lejanas fechas él y Dámaso Alonso era los dos únicos miembros que quedaban con vida pertenecientes a la afamada generación del 27.
Fue una tarde de sábado en la que ambos personajes, la soprano Helenita Olivares y el gran poeta Rafael Alberti actuaban en dicho Auditorio. Debido a que ese sábado mi esposa tenía turno de tarde en su trabajo, tuve que quedarme al cuidado de mis dos hijos, por lo que era imposible, como era mi deseo, el presenciar tan importante acontecimiento cultural, pero, como no me resignaba a conocer personalmente a Rafael Alberti, tras algunos intentos de que se quedaran con mis hijos un par de hora, conseguí tal objetivo y todo feliz me desplacé a dicho Auditorio para verlo. Tras aparcar el coche me dirigí al auditorio y me presenté al portero como director de la revista literaria Arboleda y que iba a entrevistar a Rafael Alberti. Tras rogárselo unas cuentas ves dicho señor accedió a que entrera y me indicó el número del camerino en donde estaban Helenita y Rafael.
Tras golpear la puerta, escuché la voz de Rafael permitiéndome la entrada. Abierta la puerta pude verlo en frente a esta, sentado y delante de él, una mesa y sobre ella una botella de Whisky y un vaso, lo que sucedió a continuación, omito de volver a contarlo nuevamente ya que eso lo conté en esta sección el 31/08/2020. A la que no pude ver al entrar por encontrarse en ese momento tras la puerta fue a Helenita Olivares, me percaté de su presencia una vez que estuve sentado junto a Rafael Alberti. Era una mujer no muy alta con rasgos hispanoamericanos, de tez morena y elegantemente vestida. Al salir de la estancia, me paró y me echó la bronca por haber interrumpido el ensayo. Me dijo “Que sea la última vez que interrumpe un ensayo”. Le pedí perdón y le dije lo siguiente “Yo deseaba conocer y hablar con D. Rafael, personalmente y no dudaría en volver a hacerlo”. Ella me miraba de una manera poco amistosa con un semblante tirante y encorajinada. Me marché de allí todo contento, porque había podido realizar un sueño, haber podido estar unos cinco minutos junto a tan egregio poeta. Subí a mi coche y me dirigí a buscar a mis hijos. Estaba feliz.

La segunda y última vez que estuve con Helenita Olivares, fue una mañana de julio de los ochenta…, en su casa de Cala de San Vicente en Pollensa. Fui a verla en compañía de unos paisanos que eran amigos de ella, para pedirle que actuase en la fiesta musical que en el mes de agosto se celebra en la finca de Son Ripoll, cuyos propietarios eran los señores Rotger-Rebassa. Helenita nos recibió con alegría, ya que, como he dicho, mis paisanos eran muy amigos de Helenita y de su marido el gran escultor y pintor italiano Aligi Sassu.
En ese momento Aligi estaba de viaje, por lo que no pude conocerlo personalmente. Tras los saludos de rigor y tras ser presentado a Helenita y su hermana, pasamos a la parte posterior de la casa y nos sentamos en el porche, frente a nosotros había un maravilloso jardín. Tras tomar un refresco y ante de comunicarle a lo que había ido allí, le pregunté si me había visto anteriormente, me dijo que no recordaba el haberme visto anteriormente, le dije que sí, nos habíamos visto anteriormente cuando ella y Rafael Alberti en el Auditorio de Palma. Le comenté las palabras que me dirigió enfadada. Entonces sí -aunque vagamente- lo recordó. Nos reímos y le explique que estaba allí para pedirle que actuase en la fiesta de Son Ripoll, “Me hubiese gustado, pero por esas fechas estoy dando conciertos por Colombia”. Durante un par de horas estuvimos charlando muy amigablemente, distendidos y amigables. Sobre el porche colgados de las vigas había una especie de claveles que no necesitaban tierra ni ser regados, les bastaba para vivir y crecer solamente con la humedad de la noche. Me regaló varios tayos que colgué en la parte posterior de casa.
Era una gran señora, con una gran educación exquisita, en su forma de expresarse se veía que disponía de una gran cultura y de grandes conocimientos de la música y del bel canto. Era soprano y había actuado por medio mundo. En 1956 obtuvo una beca para estudiar en el Conservatorio de Santa Catalina de Roma, durante 10 años. Después de su larga estancia en Roma estudiando empezó a tener éxito como el premio de interpretación de Verdi en Busseto. Aunque su debut fue en el Teatro Colón de Bogotá con la Misa de Rèquien de Verdi en 1966. A partir de ese momento sería casi imposible enumerar todos los éxitos logrados en su larga y fecunda carrera artística.
Helenita Olivares Medina nació en Cúcuta (Colombia) en 1935, falleció el 7 de octubre de este año (2024) a los 99 años de edad. El jardín de su casa habrá quedado huérfano de sus manos acariciadoras, con la que cuidaba las rosas blancas y rojas al amanecer del día. D.E.P.
Marcelino Arellano Alabarces
Palma de Mallorca