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DETRÁS DEL MURO: El dolor.

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Dejamos atrás los tiempos hermosos de sol y miel que aquella tierra, mi tierra, rica en vida y futuro, nos regalaba.

La guerra se empeña en sacar de las profundidades de nuestra alma todas las vísceras y despojos que alberga el odio, la miseria, el rencor… o, simplemente, la supervivencia.

Mucha gente que conocía, tomó caminos inciertos que llevaban a la destrucción y al oprobio. Quiero creer que lo que hicieron, sabiendo lo que tenían que hacer, que lo hicieron por convencimiento. 

La guerra nos arrastra, como un enorme torrente de incontrolada agua, por cauces indeterminados… y sus actos se convierten en miserias. Miserias humanas.

Y yo estaba ahí sin poder ayudar. Sin hacer nada. Paralizada, esperando el momento de que me tocara a mí.

Soy Nada Imán, y aquí detrás de este muro que el sol ya empieza a calentar, sé que hay dolor, y parece que es un dolor contenido.

Dolor por ver cómo aquellos que conocían el camino del suplicio lo tomaban y acudían. Eran ellos y no otros los que se sometían a la tiranía de los de su misma sangre. Mi misma sangre. Yo los vi ser vecinos, ser padres, hijos y primos. Los vi en un tiempo de sol y miel, disfrutar de su cariño, y por eso más dolor siento.

Eran ellos, era entre ellos. Mis vecinos, los que se encargaban, entre ellos, de mandarse, y obedecerse en actos que solo la guerra disculpa en hombres, mujeres y niños, asustados.

Es este un dolor inmenso e impotente que no puede traducirse en odio contra la gente de mi país, porque en todos habita el instinto de supervivencia.

Y ellos también sienten dolor. Quizás más que el que yo siento en esta distancia que me ofrece el muro.

Dolor que se inserta más en el que vive traicionando que al traicionado convertido en mártir.

Pero: ¿y mi dolor?, ¿Y el dolor de aquellos que consentimos la injusticia?

Sin duda es un intenso dolor que destroza nuestros corazones.

No luchamos contra la injusticia. No entregamos la vida por remediar a los demás… en sus penas… en su dolor.

Aquí, detrás de este muro, a donde nos condujeron palabras que conforman conciencias, pienso, cuando recuerdo actos de traición y desesperación, que quizás la muerte nos liberaría del dolor, del sufrimiento, y empeñarla, nos posibilitaría la libertad.

Agustín Hervás Cobo Periodista, poeta y escritor.

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