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Destino “La Tierra” – A TODA COSTA

Viaje galáctico

El espacio-tiempo en el cosmos toma otra dimensión, por ello diremos que transcurrió un tiempo cósmico y la nave tripulada regresó, tras haber cumplido su misión.

Cuando logró posarse en la misma base de donde partió, custodiada por más de trescientos efectivos enfundados en uniformes de intenso color blanco, los dos tripulantes fueron introducidos en una nave más pequeña para ser trasladados de inmediato al Zambún.

En este lugar estaban reunidas las máximas autoridades militares, científicas y gubernamentales. Todos les aguardaban con expectación y notoria impaciencia.

Los dos pilotos del espacio bajaron y entraron en la amplia sala principal, se les dispensó un caluroso recibimiento.

Ambos tomaron posición junto al investigador jefe, en un lugar preparado a propósito para ellos. En unas enormes pantallas plasmatronicas se iban a visionar las imágenes ya transmitidas, así como las últimas que portaban en sus maletines de cromotán. Todo ello coordinado por el profesor Fol, científico y director del proyecto, quien llevaría el peso de la asamblea.

Comenzó la sesión en medio de un silencio omnímodo. Tomó la palabra Fol, quien modulando la voz con un registro de máxima trascendencia, anunció:

  • Excelsas personalidades; informamos que tras minuciosos estudios, ahora corroborados con los resultados de la última expedición, hemos llegado a la conclusión de que en el <<Planeta Tierra no puede existir vida>>.
  • Observen las siguientes imágenes: A esta gran mancha de cemento, la denominan Madrid, y como pueden suponer sobre ella no es posible cultivar nada.
  • En otros lugares de la Tierra, como pueden ver -señaló con un destello de luz violácea a modo de puntero- hemos detectado, mediante las ondas de ultrasonido, unas fuertes explosiones que destruyen las posibles ciudades terrícolas. Cabría sospechar que se trata de un planeta en constante conflagración bélica que se destruye así mismo poco a poco.

cosmos

El que parecía la persona más importante del gobierno Marciano, en tono inquieto, preguntó:

  • Doctor Fol, ¿en la Tierra se confirma o no la existencia de agua?
  • Señor magistrado general de Marte; efectivamente existen corrientes de agua, algo similar a nuestros ríos. Sin embargo, utilizando el sonrra (rayos sonda), hemos comprobado que el agua no es potable debido a que, constantemente, afluyen unos vertidos contaminantes que aportan al agua una gran concentración de metales nocivos.

Mientras se tomaba un ligero descanso, cedió la palabra a los componentes de la misión.

  • Una cosa que nos ha llamado la atención es que la atmósfera de la Tierra contiene gran cantidad de monóxido de carbono y otros gases dañinos, haciendo peligrosa la supervivencia; además la capa de ozono tiene innumerables agujeros. Es ¡como un cuelacuela! (utensilio marciano que hace las veces de colador) -afirmó en tono jocoso-, lo que produjo hilaridad entre los asistentes.

Durante la intervención de su compañero, el otro tripulante asentía a todo con la cabeza, luego también medió:

  • Yo creo que en la Tierra no puede haber vida; pero si la hay, debe ser muy <<poco inteligente>>.

El magistrado general, mostrando su notoria impaciencia, preguntó de nuevo:

  • Profesor Fol; como responsable del proyecto Tierra, en el que estamos invirtiendo gran cantidad de “Martinicas” (moneda marciana), ¿con qué fin queremos llegar a un planeta tan inhóspito?

El magistrado estaba pesadito y cabezón. Por lo que el profesor tenía necesidad de meditar muy bien su réplica, sabiendo que el proyecto dependía de ella, así como la inversión futura, y la propia carrera del espacio.

  • Eximio magistrado, debemos lograr que llegue al menos una cosmonave con tripulación a la Tierra, porque si conseguimos que nuestros marcianos se aclimaten a esas pésimas condiciones, damos por seguro que ya estarán preparados para enviarlos a cualquier otro planeta del universo.

La asamblea finalizó en este punto. En sus mentes se les había incrustado un contrariado sentimiento de frustración; aquel idílico planeta, llamado Tierra, que tanta expectación les había causado siempre, siendo objeto de cantos y alabanzas, motivo de obras maestras de la literatura marciana, sueños celestes y posible edén donde emigrar:

¡No era habitable!

Francisco Ponce Carrasco

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