DESDE LONDRES, V ENCUENTRO CON EL GATO CASIMIRO

Como ya he contado otras veces, Casimiro aparece y desaparece sin motivo que yo conozca, y a veces me deja con la palabra en la boca. Al parecer el culpable soy yo, pues en estas cosas ocurre como en las baterías de los coches que si está baja de energía el coche no arranca.

Esta vez ha tenido lugar la aparición el día de todos los Santos. Le he preguntado si tenía relación con esta fecha su aparición y me ha contestado que no, por la sencilla razón que el día de los Santos son los 365 días del año a los que deberíamos tener presente siempre y en todo momento porque son el ejemplo al que debemos imitar.

Detrás de la imagen de Casimiro aparecía un paisaje que yo identifiqué con el puente sobre el río Támesis de Londres y no como ocurría aquí en Alfamar que la vista era el mar. Sin que yo le preguntara me lo aclaró, (pues como ya también he dicho, lee también el pensamiento pues posee el don de la clarividencia). Me dice que mi vecina inglesa ha vendido la casa y se ha trasladado a Londres y se lo ha llevado con ella. En aquellos momentos no pude evitar que me viniera a la mente este pensamiento: “con los gatos tan hermosos de colores y simpáticos que hay, ha tenido que llevarse este blanco y negro, tuerto y encima antipático y con malafollá…” tarde me arrepentí de mi indiscreción porque se reflejó la metedura de pata en mi cara. Casimiro muy tranquilo me dijo: “no te importe lo que has pensado sobre mí, es cierto, lo que me duele es que como todos los humanos os quedáis sólo en la superficie y juzgáis rápido sin penetrar en su interior. Hay que abrir los ojos del espíritu y mirar más adentro.

Casimiro

 Vamos a continuar por donde nos quedamos la última vez, contestando a tu pregunta sobre si este mundo era un “valle de lágrimas”. Te estaba relatando lo que escribió Fray Luis de Granada sobre este mundo, comenzaré de nuevo: “todo este tan perfecto teatro, poblado de tantas cosas, esclarecido con tantas lumbreras, hermoseado con tanta variedad de cosas, cercado de tan grandes y resplandecientes cielos, gobernado por tus ciertas y maravillosas leyes, fue creado sólo para servicio, mantenimiento y uso del hombre, y para que fuese un espejo en que mirase al Creador y un libro natural en que leyese su sabiduría, su omnipotencia, su providencia. Sube por ellas al conocimiento de la hermosura de la bondad y de la caridad de Dios, que tales y tantas cosas creó no sólo para el uso, sino también para la recreación del hombre”.

Esto lo escribió Fray Luis en el siglo XVI y quizás creas que está ya anticuado y hoy se piensa de otra manera, tal vez lleves razón pero todo lo que escribió sigue vigente. Y te mostraré lo que pensaba el profesor de microbiología René Dubos en el año 1980: “la tierra es una especie de jardín mágico poblado por miríadas de seres vivos que han preparado el camino para el ser humano racional”. Es o mismo que dijo Fray Luis pero en lenguaje actual. Cuando quieras ver en profundidad tienes que poner en marcha los ojos de la inteligencia y dejar a un lado los prejuicios. Dios se revela en el Universo. ¿Sigues pensando que este mundo es un valle de lágrimas, que Dios lo maldijo y que estamos aquí para sufrir?

          Después del discurso enfático y también poético lleno de color que me largó Casimiro me quedé en silencio sin saber qué contestar. Repuesto de la impresión le contesté: “no sé si me has convencido porque lo que veo en la realidad es todo lo contrario, pero sí que me has dado materia en la que reflexionar.

El gato Casimiro permanece en silencio mientras que con la cabeza inclinada me taladra con su único ojo. Yo también le miro fijamente en un intento de descubrir su mundo escondido y secreto. Percibo en él los reflejos de algo así como un Universo igual y, a la vez, distinto al nuestro.

Al cabo de un rato comienza a hablar y me dice: “es la ignorancia y el egoísmo de los hombres, de los gobiernos los causantes de sus gemidos, de sus lágrimas y de todos sus sufrimientos y miserias. La Tierra es un don que Dios ha otorgado al hombre, así lo refiere también la Biblia en el salmo (8, vers-6-7) dice: “Todo lo ha puesto debajo de sus pies. Y lo has hecho poco menor que los ángeles, le has coronado de gloria y honor. Le diste el señorío sobre las obras de tus manos”.

          Así es, el hombre ha sido revestido de honor, de inteligencia y libertad. Ha sido nombrado jefe de la tierra y se le ha asignado la misión de administrarla, y eso reviste una grandeza especial y también una gran responsabilidad que el hombre ha olvidado: de administrador ha pasado a creerse dueño de la tierra. Y esto hay que pagarlo. Esa soberbia y peligrosa expresión “conquista de la naturaleza es de lo más deleznable porque significa destrucción. Y además algo imposible. Debe cambiarse por “convivir en armonía con la naturaleza. La tierra es sagrada y por tanto se le debe respeto, veneración…

          Le interrumpo y le pregunto en relación a esas palabras que ha pronunciado “sagrada”, “veneración”, ¿tiene algún poder y efecto las oraciones de los hombres sobre las fuerzas de la naturaleza?

 -Rotundamente sí. La ORACIÓN pone en movimiento esa chispa divina, ese Dios interior que todos llevamos en nuestro espíritu y en nuestra alma que se conecta con el Cosmos entero, con Dios y atrae el bien. Pero para que se produzca ese “milagro” es condición indispensable la concentración y la fe. Es sencillo y al mismo tiempo muy difícil, y más en estos tiempos que se ha perdido la costumbre de rezar y además tampoco se cree en la bondad de Dios ni en los poderes de la oración. En tiempos pasados aun sin haber filosofía por intuición se sabía que el Cosmos era algo grande, un organismo gigantesco que evoluciona según unas leyes universales y por tanto genera una armonía universal, que cada cosa está relacionada con todas las demás. Así en la Edad Media existía una Hermandad en la que su doctrina basaba sus creencias en que “Dios es inmanente en todo; si experimentamos la presencia de Dios en nosotros mismos, nos convertiremos en espíritus libres y volveremos al jardín del Edén”.

Me quedé un momento pensando en todo lo que el gato Casimiro me había dicho y, seguidamente, le pregunté qué tenía España de paraíso. Entonces me miró con su ojo triste y húmedo y me dijo: ¡Pobre España! Por múltiples motivos tiene todas las condiciones para ser el mejor de los paraísos. Pero para hacer de la Tierra un paraíso se necesitan guías espirituales que impongan disciplina y organización; y en la actualidad lo que tenemos son domadores y pastores de la peor especie que han convertido la sociedad en un manso rebaño incapaz de aprender de los errores ni escarmentar… ¡Pobre España!

 Pero para quitarte el mal sabor de boca quédate con las palabras del Padre de la Iglesia Orígenes que dijo del hombre: “Tú eres un segundo mundo en miniatura, el sol y la luna están en ti, y también las estrellas”.

 

    ROGELIO BUSTOS 12-11-2021

Deja un comentario