D. Gonzalo Fernández de Córdoba y Enríquez de Aguilar (El Gran Capitán). 2ª Parte.

LOS ORÍGENES:

Los orígenes de D. Gonzalo Fernández de Córdoba y Enríquez de Aguilar se basan en que, era un noble de familia andaluza, precisamente de Aguilar, que residían en Galicia y que se propusieron y llevaron a término, el ir trasladándose para tierras andaluzas según iban viendo cómo progresaba satisfactoriamente, la reconquista a los musulmanes de Al-Ándalus.

Gonzalo, nacido en cuna de Montilla en 1453, la verdad es que, poco conocimiento se tiene de su tierna infancia. Es sabido que su padre falleció cuando el niño contaba tan solo dos añitos y que, por lo tanto, su hermano mayor Alfonso de Córdoba, se convertiría en el nuevo jefe de la Casa de Aguilar.

Dentro del seno familiar, a Gonzalo lo tenían destinado a que fuera un miembro poco destacable ante la sociedad, vamos un segundón, pero cuan equivocados estaban, y porqué… Pues porque nadie, absolutamente nadie, llegó a sospechar en lo más mínimo, que con los años se convertiría en uno de los más grandes militares que darían Las Españas.

La Casa de Aguilar y, en su defecto, su hermano Alfonso intentando labrarle un futuro, logró que lo hicieran paje del arzobispo Carrillo, personaje este, de mucha cercanía con Isabel La Católica.

En la corte de la todavía Princesa Isabel, el jovenzuelo Gonzalo que a la sazón contaba quince años de edad, destacaría de inmediato en los juegos y en el manejo de las armas.

Al ser paje del arzobispo Carrillo, el joven Gonzalo presenció en el llamado Pacto de Toros de Guisando, en 1468, como el Rey Enrique IV reconocía a la Princesa Isabel La Católica como heredera al trono de Castilla.

También se contó con su presencia en la boda de los príncipes Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, la cual se llevó a cabo en Valladolid en 1469.

SU FORMACIÓN EN LA CORTE

En el mes de septiembre del año de Nuestro Señor de 1476, D. Gonzalo Fernández de Córdoba y Enríquez de Aguilar, se presenta a la Real Corte de Isabel y Fernando en la Granja de Segovia, donde y acompañado por un instructor, despuntará notablemente en el manejo de las armas.

No pasó mucho tiempo, hasta que empezó a ser tomado como un brillante candidato a ser miembro de la Real Orden de Caballería, aunque para ello debía de hacer gala de la excelencia y por otro lado gran virtud de la prudencia caballeresca, si su pretensión era hacerse con una posición dentro de la corte.

El periodo que va desde 1476 a 1479, se ocuparon de formar al joven Gonzalo, en la ciencia y los ideales caballerescos de Diez, Chacón y Valera, cuyo compendio, iba dirigido en favor del Estado de sus Majestades Los Reyes Católicos y basado principalmente, en hacer que comprendiese el alcance político de los mismos.

Las palabras “dificultad, perfección o virtud” aliñaban sus ideales, sabía que un buen adiestramiento era la respuesta para todo, y máxime cuando la meta principal de aquellos jóvenes, era parecerse cada día más, a los modelos que seguían en Francia, Borgoña e incluso en Flandes; en lo tocante a saber redactar cartas en política práctica.

Fue testigo, del concertado enlace matrimonial, organizado por el Rey Fernando el católico, entre su hermana Juana de Aragón, y su primo Ferrante el Viejo, a la sazón, Rey de Nápoles.

Serían años cruciales de aprendizaje para el joven aspirante, sobre todo, de la mano del propio Rey Fernando, el cual le emborrachaba de cultura poética y teoría política.

Lecciones que fueron de gran ayuda para Gonzalo, donde, por otra parte, el joven andaluz derrocharía gran inteligencia y poderío, dos cualidades que difícilmente se pueden ver juntas.

También ocupa sus días con sus largas horas, en querer aprender cómo se forma y dirige un ejército moderno, profesional, sobre todo permanente, y al mando de grandes líderes.

Pasaron tres años más, entre 1479 y 1482 donde prosiguió con su enseñanza en política, llevada a cabo en equipo y a la cabeza, un buen líder, para Gonzalo, el Rey Fernando.

En este sentido, será testigo de excepción del significativo año 1480, cuando se construyen las bases del Estado de la Monarquía, y no tan solo por la excelencia de las cortes de Toledo, si no también, porque en el mencionado año, ya se madura la idea de que las tropas no pueden estar si no al mando de grandes especialistas, estableciéndose implícitamente el nuevo modelo de personal dedicado a las armas.

Tres años más en el seno de la corte, fueron de vital importancia para el desarrollo de los nuevos tiempos, una clase de hidalgos caballeros que, gracias a su gran formación militar, fueron clave en el Estado de los Reyes Católicos en la contienda de Granada, el norte de África y el Mediterráneo Oriental, combatiendo como primer orden al gran islam en y de las fronteras.

De ahí que, cuando en 1482 se produce un acto bélico de un grupo de musulmanes contra una fortaleza de la frontera sur del Reino de Castilla, Gonzalo estaba ya más que preparado y listo para su traslado a Granada como Capitán de una compañía de ciento veinte hombres a caballo.

Diez años tuvieron que pasar, antes de lograr las metas que entonces se abrían ante sus ojos y allí mismo acompañaría a Fernando, no solo en esa ocasión sino también en su destino final, pues sería Granada la ciudad de ambos para la eternidad.

También para el círculo de caballeros y capitanes que rodeaban a los Reyes, no pudieron haber hallado mejor lugar para sus aspiraciones.

Pese a que su Majestad el Rey Alfonso II de Nápoles fuese abatido en la contienda bélica de Seminara en 1495, Gonzalo Fernández de Córdoba como gran analista que ya se proyectaba, supo moverse con gran soltura y alcanzar algunos éxitos, entre los que se hallaba el Hostigamiento de Atella en el verano del año 1496 de Nuestro Señor, mientras que Requesens por otro lado, se presentaba con sus navíos frente a las costas de la ciudad de Nápoles.

Su Excelencia El Gran Duque de Montpensier, a la postre. Lugarteniente del Rey Carlos VIII, decide salir del amurallado de la ciudad y así evitar el desembarco, de esta forma el pueblo de Nápoles al ver que la milicia francesa salía, este se subleva y los pocos franceses que quedaban, tuvieron que someterse al cobijo de los castillos Nuevo y del Huevo.

En esas en las que se andan, aparece por el litoral Napolitano, una flota francesa con un conjunto de hombres aproximados, de unos 2000 para refuerzo, y he aquí, que no optan por enfrentarse a Recasens y deciden desembarcar a su gente en el puerto de Liorna.

Montpensier, viéndose hostigado, opta por retirarse hacia Salerno, y es entonces cuando Nápoles cae en manos de las tropas españolas.

El Rey Fernando II de Nápoles, fallece en octubre de 1496, viéndose desamparada la Reina Juana de Trastámara, solicita auxilio de Gonzalo y sus tropas, para asegurar la gran coronación de su hijo Federico I (1496- 1501), como nuevo monarca de la ciudad de Nápoles.

Por lo tanto, quedan en asedio francés las ciudades de Gaeta y Tarento. Por otro lado, Requesens monta dos escuadras, la primera con cuatro carracas y cinco Naos, las cuales se encargan de bloquear Gaeta, y la segunda con cuatro Naos, una carabela y dos galeras para afianzar la costa y captar los posibles socorros a las tropas francesas.

Esta última guarnición, fue la encargada de apresar una nave procedente de Génova, con 300 soldados a resguardo y un gran cargamento de harina. El pueblo llano de Venecia ayudó controlando los puertos de Génova y Provenza, en las tropas francesas, se desencadena un fatal desenlace, la peste con su mortandad se lleva a Montpensier y a muchos soldados de su ejército. La ciudad de Gaeta se ve en la obligación de presentar rendición, pudiendo los pocos franceses que quedan, llevarse todos sus enseres y embarcar con destino a Francia.

Pero el destino es a veces caprichoso y no lo permitiría, pues un fuerte temporal en alta mar hundiría sus naves, pereciendo todo el contingente francés.

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