CUATRO ÁNGELES Y UN DEMONIO
Hay ocasiones en las que uno se levanta con una cierta aprensión al pensar que ese día podría pasar algo que no estaba previsto. La imaginación, casi siempre, va por delante de uno y, a veces, puede suceder aquello en lo que no pensábamos y, en cambio, aquello que nos ha tenido inquietos no sucede. Cada persona se mueve en un círculo que nos envuelve y no podemos dejar pasar. El destino es parte de uno mismo. Lo llevamos adherido a nuestro ser desde el momento exacto en que nacemos. Es verdad que el destino de cada uno puede ser adverso o propicio, pero, fuese el que fuese, nunca por mucho que queramos lo podemos vencer. Él es más fuerte que nosotros. Por eso usamos dicha palabra con mucha frecuencia: ¡El destino! ¡El destino! ¿Qué es el destino? Existen muchas maneras de entender el destino, y sirve de excusa para conformarnos con él: «Ha sido cosa del destino». Pero ese destino no tiene vida ni tiene poder, nosotros tenemos la obligación de luchar para que ese destino no nos venza y debemos encontrar la sabiduría para en todo momento vencerlo.
El pasado día 8 me levanté con una cierta pesadumbre de que el día no iba a ser idóneo para ir de excursión. Pensaba que todo iba a salir mal. Pero había que cumplir con lo prometido, así que, con una cierta valentía escondida en los hondones de mi ser, me encaminé al sitio en que me estaban esperando «los cuatro ángeles» a los que acompañaría ese día de excursión a propuesta mía. Mi gran temor era que las cosas no resultaran bien. Pero, afortunadamente, todo fue como la seda y la inquietud mía al levantarme ese día se difuminó al comprobar la acogida cariñosa que me dispensaron los cuatro ángeles.
De izq. a dech. María Picazo, Isabel, Mercedes Carballar, Lucía Caparros y Marcelino Arellano
Después de los saludos de rigor, nos pusimos a merced de nuestra conductora, Lucía Caparrós, que con manos firmes y seguras pilotaba el coche, no sin antes advertirle que no dijera nada sobre los demás conductores. Con su dominio y buen conducir, salimos de Palma camino de la autovía de Lluchmajor. El tráfico no era muy intenso, por lo que llegamos pronto al punto en que debíamos dejar la autovía y coger la antigua carretera de Lluchmajor, un kilómetro más adelante tomamos el desvío de la derecha y entramos en la carretera que va a Sa Torre. Unos dos kilómetros más y a la derecha cogimos una carretera bien acondicionada, no si antes comprobar a la entrada que por allí se iba a la finca experimental Son Mut Nou. Tras unos minutos y a la izquierda entramos por un camino de tierra rodeado de pinos y chaparros hasta llegar a la finca. Tras aparcar el coche a la sombra de uno de los árboles, nos dirigimos hacia la casa de la finca. La fachada principal de la casa es totalmente rústica. Las paredes de la fachada están revestidas de piedras de color rojo, características de la zona y en armonía con el entorno.
Nos atendió la encargada de la finca, ya que en ese momento el propietario estaba atendiendo al periodista Tomeu Riera, que se encontraba visitando la finca para hacer un reportaje para su periódico Última Hora. La señora de la posesión nos indicó que nosotros mismos recorriéramos la plantación de higueras con el coche, ya que es muy grande y hacía mucho calor y que si veíamos higos maduros podíamos coger. Así lo hicimos y fuimos viendo la plantación inmensa y perfectamente labrada, en el suelo no se veía ni una piedra suelta ni ninguna yerba. Las higueras están perfectamente alineadas, tras un tiempo de ir despacio por una carretera de tierra que circunda toda la finca, llegamos nuevamente a la casa, por la parte de atrás, en donde hay un típico porche con mesas y bancos de madera para poder descansar, también hay un apartado que sirve para dar charlas, conferencias y visualizar documentales a las muchas personas que llegan del extranjero para visitar la finca. Asimismo hay una pequeña tienda donde se pueden adquirir diferentes artículos en relación con el producto estrella, los higos: mermelada, vino de higo, café de higo, pan de higo, higos en anís, etc., y libros donde se explica muy detalladamente la explotación de la finca.
Después del recorrido de la finca nos recibió el propietario D. Monserrat Pons i Boscana, que contestó a todas nuestras preguntas con cordialidad y simpatía. Se nos obsequió con una degustación de todos los productos derivados de los higos. Como no podía ser de otra manera, compramos algunos artículos antes de abandonar la finca. Aunque la producción de higos no estaba aún en todo su rendimiento, sí había maduros los suficientes para quien quisiera comprar, sobre todo yo, que tanto me gustan. También compraron algunos de los extranjeros que, como nosotros, habían ido a visitar la finca.
Casas de Son Mut Nou
La plantación cuenta con 3000 higueras con 1324 variedades provenientes de 74 países, desde Australia hasta Sudáfrica. Las hay de toda Hispanoamérica, Asia, Europa, etc. Cada higuera produce una media al año de 50 kilos de higos, por lo que 3000 por 50 da un resultado de 150 000 kilos de higos al año.
Hay que alabar el inmenso trabajo que lleva a cabo Montserrat Pons, la dedicación, vigilancia y permanente seguimiento que hace de cada planta, más como en este año en que apenas ha llovido y hace mucho calor. Pero si ya es loable su labor altruista, lo es más porque gracias a su entrega se han podido salvar muchas variedades de higueras de Baleares de las que apenas si quedaba algún ejemplar perdido en fincas remotas. Dentro de la propiedad, existen determinadas higueras que en su día pertenecieron a personalidades celebres, como Federico García Lorca, Miguel Hernández, Antonio Machado, Rosalía de Castro, etc. Montserrat en su día trajo un esqueje de esas higueras vinculadas a esas personas y los plantó en su finca. Cada una de esas plantas tiene un letrero que dice de dónde es y a qué personaje pertenecía: Federico García Lorca de la huerta de San Vicente, Miguel Hernández, de la higuera que aún existe en el corral de la que fue su casa. Podéis preguntarle a Monserrat por una determinada higuera y ella sin vacilar os dirá –sin equivocarse– dónde está ubicada y a qué clase pertenece.
A esas alturas yo me encontraba tranquilo y relajado, ya que a mis cuatro ángeles les había gustado la visita a la finca experimental, mi miedo había desaparecido ya que, al salir de Palma, no las tenía todas conmigo. Los ángeles: María Picazo, Mercedes Carballar, Isabel, con un espíritu alegre y juvenil a pesar de sus muchos años, Lucía Caparrós, inquieta como una cometa en un día de viento en las manos de un niño. El demonio, claro está, es el que firma esta crónica.
Después de la visita ilustrativa y agradable a la finca, nuestra guía nos llevó hasta un restaurante ubicado en Sa Ràpita, en donde almorzamos. Después de una larga sobremesa volvimos a Palma.
Todo transcurrió perfectamente en buena camaradería y con la seguridad de que quien conducía lo hacía con prudencia y maestría. Quizás lo peor es decir adiós cuando estás con personas agradables, pero todo lo que empieza acaba.
Marcelino Arellano Alabarces
Palma de Mallorca
Como no iba a salir bien la visita querido amigo poeta,si siempre sale bien lo que organizamos,me gusta tu relato de ese maravilloso día,con Los Angeles y el demonio,gracias amigo poeta que grande eres ???