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  • Consideraciones en la relación a la educación de hijos/as

Por la Dra. Toñy Castillo

 

Cuando educamos a nuestros hijos e hijas es importante el crear un ambiente que facilite todas aquellas conductas que ha de aprender teniendo en cuenta la edad, las posibilidades, las capacidades, que le pueda llevar al éxito en sus tareas, ya que el éxito, es un aspecto importantísimo que permite la autoafirmación y le hará sentirse seguro ante la vida.  

El afecto es un factor primordial en la vida de las personas, este ha de sentirse auténtico y no se puede sustituir por gestos o regalos, es necesario que el niño se sienta querido más allá de las palabras o los besos. Es necesario crear un clima afectivo y disponer de espacios para poder compartir experiencias y vivencias.

Es importante la calidad del tiempo que podamos dedicar a sentir que queremos, nos quieren y sentirnos queridos.

A lo largo de la existencia, los niños van creciendo y van aprendiendo, incorporando cuáles son las conductas aceptables y cuáles son las mejorables, lo que está bien y lo que podríamos mejorar. Por tanto, los niños van esperando que sus padres, sus profesores…les vayan marcando caminos y les vayan guiando, por supuesto, cuando algo no está bien hecho, hemos de corregirlo, pero siempre con la intención de mejora y no para ridiculizar al niño, hacerlo sentir mal, sino, para que utilice la función reflexiva y piense cómo podría mejorar aquella situación.

Los premios y los castigos tan de moda en educación han de estar en función y se han de aplicar bajo estos referentes. Si hablamos de premios, hablaríamos de un reconocimiento por una buena actuación de nuestros hijos, pero no podemos educar en función de ellos y mucho menos, en función de premios materiales.

Un premio es una gratificación que le podemos otorgar. Pero no hay mayor premio que:

  • Ellos vean que realmente nos interesamos por sus vidas y que le damos importancia.
  • Que crean en las posibilidades que tienen.
  • Qué apostamos por sus capacidades para afrontar situaciones.
  • Ofrecerles ayuda, apoyo, escucharlos.
  • El que vean que cuando se esfuerzan consiguen aquello que se proponen por méritos propios.
  • Que se sientan valorados, reconocidos por sus características propias, por sus diferencias, delante de sus amigos, familiares…
  • Estos son los premios que hará que un niño cambie una actitud porque se sentirá respetado y querido.

La aceptación de que cada persona es diferente, hemos de diferenciar el hecho de que no aceptemos algunas de las conductas, con la no aceptación a la persona. Y en ningún caso hacer comparaciones con hermanos o compañeros porque, lejos de estimular un cambio de conducta, lo que haremos será reforzar lo que no es aceptado.

Es importante el poder ayudar a desarrollar sus capacidades, habilidades y sus recursos personales para que crezca de manera armónica y enfrente con autonomía las situaciones y los conflictos propios de las diversas edades.

En cuanto a las responsabilidades han de ser otorgadas, adecuadas a la edad y contexto, sin un exceso de exigencia superior a sus capacidades.

No olvidemos que hemos de darles la oportunidad de aceptar y desarrollar sus propias iniciativas, y en el caso de que estas no sean aceptadas, les razonaremos los motivos.

  A veces los padres, se preguntan si hacen lo correcto, si están educando bien a sus hijos, si no se estarán equivocando… si son demasiado duros, demasiado blandos, pero, cuando un padre se hace todas estas preguntas, es porque realmente le preocupa la educación de sus hijos.  

Desde que el niño nace está envuelto en personas que forman parte de su vida, todos ellos, muestran maneras de ser diferentes, y es dentro de este entorno donde el niño va formando su personalidad, porque aprende de lo que ve y de las conductas de su entorno. Por tanto, las actitudes que algunos miembros de la familia puedan realizar, las circunstancias cotidianas en las que vive serán un ejemplo en el cual el niño irá creciendo y se irá formando su idea de vida y su idea del mundo.

Como también su escala de valores. No olvidemos nunca que los padres, los tutores, la familia, la escuela, forman equipo y que sería aconsejable que un miembro nunca desautorice a otro, porque esto provocará en el niño inseguridades, y se cuestionará cuál es el camino correcto, e incluso, lo que es peor, podría jugar a realizar aquellas normas que más le convinieran.

Los niños se forman una idea de ellos mismos en función de lo que piensan sus padres, sus maestros, su familia y amigos. El autoconcepto es fundamental ante la vida.

 Hemos de confiar en las capacidades encorajándolos, motivándolos, para que tengan una visión positiva de ellos mismos y esto, les ayudará desde su rendimiento escolar… al interés que puedan mostrar en la realización de actividades cotidianas.

    El apoyo que le pueden dar los padres y los profesores, la valoración que ellos hagan será determinante en sus actuaciones, los padres y profesores siempre tienen expectativas con los hijos y alumnos, pero es bueno que les digan qué se espera de ellos, pero siempre, teniendo en cuenta los intereses del niño y las potencialidades que pudiera tener.

Es fundamental ser realistas, porque a veces, lo que se espera de los hijos no es lo que pueden llegar a ser, a veces es más el cúmulo de deseos nuestros, que los intereses y necesidades de nuestros hijos.

  Hemos de escuchar, escuchar más, leer la cara de nuestros hijos y nuestros alumnos para ver qué es lo que está pasando y crear un clima propicio para que nos lo digan.  No olvidemos que los hijos crecen y no son los bebés que un día nacieron, por tanto, no se puede tratar a un adolescente igual que un niño más pequeño… ni a un joven como si fuera un adulto, cada edad tiene sus procesos, conflictos y necesidades. Por tanto, es necesario establecer una buena relación, de cooperación y diálogo, de confianza y respeto.  

Se utiliza el genérico abarcando la pluraridad de géneros

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