CONFINAMIENTO- OSTEOPOROSIS- INCAPACIDADES SILLA DE RUEDAS…
Cuando termine el confinamiento motivado por la pandemia del COVID-19, las personas mayores que no hayan muerto por esta enfermedad, padecerán otras que no matan pero hacen que el vivir sea un calvario a causa de los dolores y las incapacidades para valerse por sí mismos, es decir, que muchos van a quedar inválidos. A estos se les llamará, como en las guerras, efectos o daños colaterales en el supuesto que alguna autoridad sanitaria lo denuncie.
Las causas de estas incapacidades son el largo periodo de inmovilidad al que estamos sometidos por la pandemia en nuestras casas o en las residencias de mayores. Ningún sanitario ignora que pocos mayores se libran de la osteoporosis, causa de deformaciones, dolores, incapacidades de todas clases que hacen la vida miserable. Y saben muy bien que para que ésta no se produzca o se retrase lo más posible y sea compatible con la salud, es imprescindible la actividad física, pues de los tres factores principales que influyen en el desarrollo del esqueleto y mantenimiento de la masa ósea: hormonales, mecánicos y alimenticios, el más importante es el mecánico, es decir, la actividad física, el movimiento.
Con la edad se produce una pérdida de masa ósea que es fisiológica, pues es compatible con la actividad de la vida habitual; sólo cuando esta pérdida de masa ósea disminuye en cantidad elevada, es cuando se produce la osteoporosis incompatible con la salud, con la consiguiente fragilidad de los huesos, que se vuelven quebradizos y el más mínimo esfuerzo puede producir fracturas. Al margen de la cantidad de la masa ósea, cuando se practica una actividad física, el hueso tiene más calidad y fortaleza, factor importante para evitar las fracturas.
Esos abuelillos, viejos, ancianos, mayores o de la tercera edad (pronto se les dará otro nombre) que veíamos pasear por todos los barrios de las ciudades y de los pueblos con pasitos cortos y vacilantes, algunos con bastón incluso con andador, que iban a sentarse en cualquier banco de alguna plaza, calle o parque, pues como las “golondrinas de Bécquer”, “esos no volverán”. No volverán porque muchos habrán muerto y otros estarán postrados en casa o en alguna residencia porque la inmovilidad a la que están sometidos por este largo encarcelamiento habrá creado un déficit elevado de la masa muscular, contracturas y una gran rigidez, las articulaciones no funcionaran, la osteoporosis habrá llegado a un grado alarmante. La función cardio-respiratoria estará mermada… Todo esto ocasionará especialmente dolores de la columna vertebral, (espalda, cuello, hombros, zona lumbar) y de las piernas con prevalencia en las rodillas. La capacidad para la deambulación habrá disminuidos en tal porcentaje que le imposibilitará para salir a la calle, pues tendrá una acusada debilidad general, difícil equilibrio para mantenerse en pie, inseguridad y miedo. Y la más leve caída supone una fractura, con frecuencia en cuello de fémur. Así que ese pequeño paseíllo que daban los mayores era suficiente para manejarse ellos mismos, dadas sus pocas necesidades y al mismo tiempo podían recibir la ración de sol necesaria para que el calcio se fijara en los huesos. ¿No hubiera sido más humano sacar a pasear al abuelo o a la abuela en lugar del perrito? Y esa publicidad en las televisiones “ningún abuelo sin mensaje” ¿No hubiera sido mejor, ningún abuelo sin paseo? El confinamiento en casa y en las residencias de ancianos, de poco les ha valido a todas esas personas mayores que han muerto y que son muchas.
Después del confinamiento el material más solicitado será la silla de ruedas, y el personal más demandado serán trabajadores para cuidar a estas personas mayores; claro si se tiene dinero para pagárselas. ¡Qué siniestra manera de rejuvenecer la población española! Engreída e insolente esta sociedad nuestra con los mayores en contraste con aquellas que se consideran salvajes de Oceanía y América que cuenta G. Díaz Plaja, que cuando tenía que poblar un nuevo territorio la expedición no sólo estaba formada por jóvenes trabajadores y guerreros, sino que lo más valioso que llevaban era un grupo de ancianos cuya misión era transportar la sabiduría, la experiencia, el sentido común, la historia y todas las virtudes del ser humano. Así que la muerte de un anciano era considerado como el incendio de una biblioteca, una gran pérdida irreparable.
Cuánta razón. Que pena más grande el montón de personas que nos han dejado.
Y lo peor es que todavía no sabemos cuándo y cómo saldremos de ésta. Que Dios nos ayude
Es la pura verdad amigo! yo que tengo tanto problema de osos ando con bastón sufrido y sufro tanto no puedo andar, nen un médico, para nos prescribir un medicamento .Tanta personas muertas, y muchos serrados abandonados
es la pura verdad lo que escrito y no sabemos como vamos terminar .