COMO UN NAVEGANTE
Como un navegante sin rumbo
sin brújula, que me guíe en la tormenta
o la melancolía, así me encuentro,
en el horizonte de este barco sin timón que ha encallado
en los acantilados de tu silueta
sin percibir que su destino,
más que un destino, es una búsqueda urgente.
En este puerto ya no me solicitan la identidad
por estos muelles el suelo es tan frío
como el acero de una espada
mientras soy un susurro entre arrecifes solitarios.
Descansaba exhausto en un mar de versos vacíos
hasta que escuché en el eco
que llegaba a la bahía que me esperaba,
con el corazón robado en la despedida,
conquistando el espacio marítimo del que se sabe poeta
a punto de fundirse con las olas.
Tu rostro reflejado en las ventanas es mi bálsamo hoy,
salas de espera de ritmos lentos como vals perpetuos
girando hacia las manecillas de todos los relojes,
donde un equipaje es como un hogar en construcción constante,
cuando una maleta lleva consigo
el sabor inevitable de una despedida eterna.
Van a sellar mi pasaporte sin siquiera mirarme a los ojos
para ellos soy solo otro viajero guiado por instinto,
oculto tras una gorra y unas gafas de sol,
saben que sería diferente si decidiera volar
con mis propias alas desgastadas
y me rebelara contra todo,
dividido entre dos mundos con mi séquito de ángeles.
Como un guerrero sin batalla o sin piel donde la ira
o el desencanto resuene, así me plasmo
sobre las páginas de este cuaderno en blanco
que ha encontrado tierra
en los confines de tu figura
sin saber que su existencia, más que un adiós,
se desvanece en el ocaso.