Carta para Lucía – A toda Costa
Empiezo mi escrito informándote de que, tal y como me pediste…
… me pasé por tu casa para ver cómo estaban tus plantas, debido a tu prolongada ausencia vacacional y lo que te queda.
Siento tener que darte una mala noticia, y al decírtelo no puedo suavizártelo con flores, porque no tienes ni una.
Tu jardín en estos momentos está deforestado, palabra poco agraciada, que nos hace imaginar tierras secas y calcinadas, como es tu caso.
Con decirte que hasta el amor de hombre, que tiene fama de planta tenaz y dura, no ha podido resistir los calores del verano…
Sin embargo, el jardín de tu vecina está tan repleto de geranios, rosas, margaritas, hortensias y otras plantas, que se acerca a un vergel semejante al de la <<Arcadia>> situado en Grecia y que fue glosado por Virgilio en el siglo I, y luego idealizado durante el Renacimiento, mostrando un lugar imaginario, en el que los humanos vivían en comunión con la naturaleza, bajo un ambiente feliz y sencillo.
Quiero recordar que no hace mucho leí algo sobre el <<alma>> de las plantas y aunque se trata de vegetales, no anda escaso de sentido común.
Parece, pues, que las plantas necesitan mimo, que a su alrededor se escuchen voces de niños jugando, que su entorno sea educado y sensible e incluso que se les hable haciéndoles participe de nuestras alegrías.
Igualmente se sienten halagadas si les mostramos nuestro agradecimiento por regalarnos su colorido y aromas.
Quizá tu vecina pone en práctica todo esto a la vez, que no se olvida de los riegos, los abonos nutricionales y el resto de cuidados y atenciones para la conservación de su huerto.
Es posible que cuando regreses te entre la <<depre>>, que te durará poco porque tú las repondrás por otras hasta que un nuevo verano las dejes a su suerte muertas de sed y de hambre.
Puede que te sigas quejando, sin razón, de tu mala fortuna con las plantas, pero si con mi carta consigo que tú, o alguna persona reflexione y no abandone su parcela, quizá habremos conseguido humillar menos a la naturaleza.
Cuidar el medio ambiente, no debe ser una <<pose>> sino una filosofía que poner en práctica empezando por uno mismo.
Francisco Ponce Carrasco
Excelente¡¡¡ Un encanto leerlo…
«La pluma» es una buena herramienta para educar y cambiar el mundo…
Saludos.