Carta a Paloma Gómez Borrero
Querida Paloma:
No sé cómo empezar una carta que estarás leyendo en el cielo, junto a Juan Pablo II. Él te ha acercado al cielo porque desde ese lugar vas a seguir hablando con todos, como te gustaba, con la madre Teresa de Calcuta, con tus frailecillos…, de todas las cosas únicas que has vivido y que he tenido la fortuna de charlar contigo, además de disfrutar de tu amplísima cultura y de tu entrega y calidez personal. Un día hablábamos de arte, danza o pintura, otro de cocina, música, amigos, y al siguiente de hijos y nietos.
En estos treinta años de amistad, el pasado año y medio nuestra conversación fue más intensa porque no nos poníamos de acuerdo con el lugar en el que vernos. Santa Teresa te traía loca, ¿te acuerdas? «Terechu, tengo que ir a Ávila. ¿Nos vemos ahí?”, y yo no pude. Fuiste a Santo Domingo de la Calzada, a las clarisas, y cómo nos reímos con el milagro del gallo que cantó después de asado. Tú no lo sabías y te lo tuve que contar porque decías que así no quedarías tan mal, y la anécdota de Casalareina, otro pueblo importante al que te llevaron con Santa Teresa y el año teresiano. Pero ya sabes, Paloma, si tus viajes coincidian con mis estancias en Anda, pues yo a Anda, y tú me decías, tan entrañable y cariñosa, «tú vete a Anda, a tu rincón, ya nos veremos otro día». Seguidamente, este pasado diciembre, hablamos mucho para coincidir en Almuñécar para que pudieras recibir el premio que te concedió el periódico cultural “Granada Costa”. También resultó imposible coordinar los enlaces del AVE con tus compromisos con el Carmelo y nuestra Teresa de Jesús.
Y por fin hace dos semanas, otra vez hablamos un rato larguísimo, y me dijiste, con esa forma tan tuya y única : «…hoy en maquillaje me han encontrado con la tez muy amarilla, y yo les dije que pusieran mas maquillaje y ya está..», te comenté que te encontré guapísima y tu contestación «…milagros del maquillaje… Las compañeras me dijeron “vete al médico”», y tú, «lo he hecho y ya estoy con el rollo de las pruebas, los análisis, pero nada, me limpiarán el hígado y ya está». Qué genial eres Paloma, hasta cumpliste con la conferencia en aquella Universidad que ahora no recuerdo… Yo te dije que descansaras si te iban a ingresar el viernes 17. «Ni hablar, yo no les dejo colgados».
Quince días, no puedo creerlo, todo fue bien, estabas animada con tus proyectos, incluso me dijiste que vendrías a Barcelona al homenaje de Menchu, “tus Inquietudes”, como nos llamabas, “mis niñas de Oro”.
Qué enorme tristeza tengo, Paloma, en estos momentos de madrugada. Tu marido, Alberto, un cielo de hombre, me dijo a mediados de semana, «todo ha ido bien, llámala que le hará mucha ilusión, se ha complicado todo por una infección, pero en unos días estará en casa».
Pero Dios te ha querido en ese lugar maravilloso donde solo hay PAZ, AMOR y ALEGRÍA, esa que tu desprendías a raudales con los ojos, la sonrisa y la palabra. A todos y en todos los lugares, siempre cercana, Paloma.
¡Cuídanos! ¿Recuerdas cuando en la tumba de Juan Pablo II le pedíamos su intercesión? Sigue haciéndolo, pero mucho más cerca de él.
El quince de octubre de este año tengo pensado ir a Ávila, como te prometí, porque sino mi Santa Teresa no me lo perdonará y tú tampoco. El abrazo que te iba a dar en Ávila te lo envío a través de esta carta, junto con un sentimiento de inmensa gratitud por una amistad como la tuya, que me ha marcado profundamente.
Te quiere,
Terechu Gómez-Reino Alonso
Muy sentido homenaje a una gran periodista, amiga y bellísima persona.. Yo también siento su marcha tan injusta.