CALLE PILAR Y CALLE CLAVEL (ÍTRABO)
A mis buenos amigos Fabián Sánchez López y su esposa Mari Carmen Cobos.
Debido a que la mayoría de las calles de Ítrabo son de recorrido corto, con una estructura arquitectónica delirante, con callejones que surgen donde menos te lo esperas, esta población no es diferente a miles de pueblos de igual diseño a lo largo y ancho de toda Andalucía. Su arquitectura es una prueba fehaciente de sus orígenes, donde predomina un entramado típicamente morisco. Son calles estrechas ya que la idea era dejar entre los edificios un espacio lo más estrecho posible para preservarlos de la inclemencia del sol en verano. Por donde solamente podían transitar sin peligro alguno los animales de carga. Por lo que me hace pensar que, en estas calles estrechas y callejones, se asentaron los primitivos habitantes de Ítrabo. El «al-Itrabí» que menciona al-Idrisi en su libro de itinerarios en el siglo XII y otros estudiosos musulmanes de aquella época. (Esos datos históricos los escribiré ampliamente en la última entrega de estas crónicas). Antes de la llegada de los castellanos.
Posteriormente, y en el transcurso de los siglos, se fueron construyendo las calles con un trazado más ancho, pero aprovechando al máximo el terreno menos productivo y pedregoso. En donde, posiblemente, se construían las casas de los itrabeños más acomodados, relegando a las calles más estrechas y callejones a los habitantes más débiles económicamente. Desde hace varias décadas, el pueblo se ha esponjado, ya que las nuevas urbanizaciones y calles se han adaptado a los nuevos tiempos, en los que los animales de carga han desaparecido y predominan los vehículos de motor para poder realizar las tareas del campo en todas sus variantes. Esto ha propiciado, también, que algunos agricultores tengan que dejar sus vehículos lejos de su residencia, porque a donde viven podían llegar las bestias de carga, pero no un todoterreno. A veces se obtienen unas cosas, pero se pierden otras. En las que animal y hombre eran imprescindibles el uno para el otro.
La calle Pilar parte desde la calle Federico García Lorca y desemboca en la calle Pablo Picasso. En su comienzo y como vamos ascendiendo hacia arriba, hay diferentes interposiciones de izquierda a derecha, aunque esta pequeña calle de trazado desigual no tiene ningún callejón tan característico en Ítrabo. En su comienzo y a la izquierda estaba (hoy en día todavía está, aunque ya no funciona) la panadería de Fabián Sánchez (conocida popularmente como la «Tahona»), que se la dio por herencia a su hijo Fabián Sánchez López, que la ha estado regentando hasta hace unos años, una vez llegó (¿) su jubilación. Somos amigos desde muy jóvenes. Debo destacar que Fabián es un magnífico pintor. Particularmente me gustan mucho sus bodegones y se deben reconocer sus méritos ya que es totalmente autodidacta y jamás ha ido a tomar clases de dibujo. En la tahona, en las tardes de invierno, no era raro ver a algunas personas junto al horno en donde uno se encontraba a gusto alejado del frío. ¡Cuántos recuerdos! Fabián está casado con Mari Carmen Cobos, hija de Paco el boticario y su esposa Filomena, cuya referencia sobre ellos la hice en la crónica de la calle Granada. En el edificio de la panadería y durante bastantes años, estuvo el estanco, que regentaba Mari Carmen. Anteriormente a la panadería fue un teatro, donde se daban comedias y espectáculos relacionados con el entretenimiento. El edificio lo compro Fabián Sánchez (padre) para construir la panadería y, sobre esta, la vivienda. Al lado de la panadería, en la pared –como vamos subiendo por la calle–, existe una hornacina con una imagen de la Virgen del Carmen (aprovechando el hueco de la ventanilla donde se vendían las entradas para entrar en el teatro). La imagen de la Virgen del Carmen se la regaló a Mari Carmen su hermana Inés.
Calle Pilar
A la derecha como vamos ascendiendo se encuentra la casa de la familia «Los chisme», emparentada con mi padre. Un poco más arriba, vivía la familia de los «Quintanas», recuerdo que, siendo yo un muchacho, falleció un hijo de esta familia, que era pastor de cabras, con 12 o 13 años, cuyo deceso fue muy sentido por toda la población.
A partir de aquí, la calle es llana hasta la calle Pablo Picasso. En este tramo vivían varias familias destacadas del pueblo, a la derecha estaba la casa de doña Soledad, una hermana de esta señora estaba casada con el alcalde de Salobreña, don Fernando Vinuesa. Recuerdo que, en uno de mis viajes a Ítrabo, estuve en esta casa, pues mi amigo Fabián quería que viese algunos de los cuadros que tenía esta señora, que vivía con dos sobrinas: Rosita y Conchi (¿). Verdaderamente, eran cuadros de un gran valor, por lo que le aconsejé que deberían ser vistos por una persona entendida en la materia. Sí se notaba que los cuadros eran antiquísimos, la firma de los autores no se distinguía bien, comentamos que necesitaban ser restaurados. Hoy en día, en esa casa vive la madre del alcalde actual de Ítrabo, D. Antonio Jesús Carrascosa Valverde. Un poco más adelante vivía la familia de los «Zurras», uno de sus hijos tiene un restaurante en la playa de Velilla (Almuñécar): Casa Paco. Y al final de la calle estaba la casa de la señora Victoria, que tenían una tienda de ultramarinos. Su marido fue D. Antonio García Cuadra. Su hija Victoria se casó con un hijo de «Mariquita la Pulía» de nombre Paco. Esta familia, como tantas otras, de un poder adquisitivo alto, desapareció del pueblo; una vez fallecidos los padres, los hijos emigraron al no querer cuidar de las tierras heredadas. Victoria se fue a vivir a Motril.
Calle Clavel. Popularmente conocida como calle «El Meneo». Por mucho que he preguntado nadie, sabe el porqué de ese nombre, si en su momento hubo algún hecho destacado para tal nombre, debe ser muy antiguo, nadie recuerda por qué fue. Pero el nombre ha quedado firmemente arraigado en la memoria los habitantes de Ítrabo. Desde niño siempre se la llamaba así y su nombre oficial solamente quedaba para los documentos y las cartas.
Es una calle casi llana ya que, aunque ascendente, parte de la calle Pilar y desemboca al empiece de la calle Cuesta Era. Al principio de esta calle y a la izquierda vivía José «Zapata». Un poco más arriba a la derecha, hay un callejón sin salida en donde había varias casas habitadas, en una de ellas vivía «Alberto», que estaba casado con una señora apodada María «La Rebellina». Recuerdo que, siendo yo un niño, esta familia se marchó para Argentina –al menos ese era su deseo–. Recuerdo que iban llorando al pasar bajo la casa de mis abuelos, iban andando hasta Almuñécar y desde allí en algún coche o autobús, hasta Málaga y desde allí, subirían en algún barco hasta Argentina. No sé lo que sucedió, la verdad es que por algún motivo de allí no pasaron y volvieron a recorrer el camino andado para volver a Ítrabo. –Me han contado recientemente que, cuando llegaron al puerto de Málaga, el barco hacía ya varias horas que se había marchado–. O ¿sería por la añoranza? Quizás la tristeza de pensar que ya nunca más volverían a ver a sus familiares hizo que no se fueran a una tierra para él y su familia desconocida. ¡Más vale malo conocido que bueno por conocer!, pensarían. Hoy en la localidad viven dos de sus hijos, otros emigraron. Eran –qué duda cabe– buenas y sencillas personas.
Siguiendo por esta calle y a la izquierda vivía la familia de Emilio, al que mataron los maquis en el «Nacimiento». Una tarde venía con una hija pequeña de un cortijo que tenía en el pago de «Hubrite» o «Jurite», junto con otras personas. Los maquis obligaron a los otros hombres (entre ellos a mi tío Antonio Alabarces Montes) y a la niña a que siguieran hacia el pueblo. No habían andado cuatro pasos cuando oyeron los disparos que acabaron con la vida de Emilio. Pienso que la pobre niña nunca habrá podido olvidar aquel suceso. Recuerdo a algunos de sus hijos: Celeste, que era una muchacha muy guapa, y a Emilio. Más arriba vivía la familia de Antonio Ruiz, su hijo Antonio se casó con una muchacha de Jete y allí se quedó a vivir. Hace unos cuantos años quedó viudo. Su esposa se llamaba Paquita López y era hermana de la esposa de mi tío Ramón, de nombre Concha López, por lo que a Paquita la vi con bastante asiduidad en mis visitas a Jete.
Entre otras familias que recuerdo, la de «Falucho». La de Juan «El sacristán», que solía cantar en la iglesia, en las misas solemnes y en los funerales. Tenía voz de barítono y era muy agradable escucharle cantar en latín. Creo que el día que este señor cantaba en la iglesia, esta se llenaba a tope. Terminó emigrando a Barcelona y, si mal no recuerdo, así me lo contaron, murió en un accidente de trabajo (¿). Existían en esta calle algunas familias más, pero mis recuerdos de ellas son muy endebles. Quizás habría que destacar a alguna otra familia, pero en vano intento recordar y solamente encuentro un tupido velo. Sí recuerdo, pero esto es posterior, que en esta calle había una tienda donde se vendían productos derivados del cerdo. Lo sé porque, en algunas de mis visitas a Ítrabo, he comprado en esta tienda: morcilla, longaniza y salchichón de inmejorable calidad. La señora que regentaba la tienda es de la población de Los Guájares, que se casó con un señor del pueblo. Hace ya unos pocos años cerró la tienda, pienso que a lo mejor ha sido por las trabas de no poder matar a los cerdos en la población. Para poder tener la materia prima para los embutidos debían llevar a sacrificar los cerdos a Motril. Un quebradero de cabeza y, sobre todo, gastos añadidos. Pero las normas establecidas por la Junta de Andalucía hay que cumplirlas. La calle termina en una extrañísima calleja que va a parar a la calle Cuesta Era. Hasta la próxima crónica.
Próxima crónica: calle Zanja y Villa.
Marcelino Arellano Alabarces
Palma de Mallorca
Me ha encantado leer este relato sobre la historia de Itrabo. Me ha hecho recordar mi infancia.