BUCEAN DO EN LAS ALMAS ­- UN ADOLESCENTE DE 80 AÑOS

 

El hermano de Alicia había fallado de nuevo en su elección. Siendo su psicóloga, me encontraba escuchando sus quejas…

-Javier, recuerda que hablamos de esto meses atrás y en múltiples ocasiones. Eres un hombre culto. ¡Ya sé que tú apariencia es juvenil! y te sientes lleno de ilusiones. Eso es maravilloso, pero…tu edad cronológica es de casi 80 años. Por favor, tu experiencia de vida en las múltiples circunstancias matrimoniales… viudo en dos ocasiones, tú saber profesional y el vivir por motivos de trabajo en tres continentes a la vez…Ese equipaje tuyo de vivencias, no lo puedes comparar con el de una jovencita o incluso una mujer de 40 años. ¡Para! ¡Reflexiona!¡No puedes ser más un hombre que vive en perpetua adolescencia!

¿Te has planteado que pueden existir mujeres bellas con 55, 60, 70 años o más?

Y te diré aún, más bellas por dentro en su corazón y por fuera. Estupendamente bien cuidadas, que también tengan ese Espíritu Juvenil y lozano, pero con una semejanza en tu bagaje de vida.

¿Sabes lo que es mirar a los ojos, y ver el alma de otra persona?

-Sí… me pasó una vez, pero sería una Historia imposible. Ella conoce todos mis defectos.

-Dime Javier, ¿en qué te puedes complementar con una mujer de 25 o 40 años?

Si es entre las sábanas, no me lo creo. Es más, te diré…las sábanas que os arropan hoy, mañana serán tu mortaja.

Se quedó mirándome asustado.

-Javier, siento decírtelo así de cruel. Tengo la consulta con muchos casos de hombres maduros, que se creen “Tarzán de los Monos”, con patologías cardíacas, por el excesivo “uso y abuso”.

Piensa… después de quedarte viudo por segunda vez ¿en qué áreas te has complementado con tus múltiples compañeras?

¿Tienes idea de lo que es, que te entiendan y te sientas acompañado, porque te sabes comprendido? ¿o has olvidado tus dos anteriores matrimonios, de los cuales hablabas maravillas? Por cierto, con señoras, próximas a tu edad y la primera hasta mayor que tú.

Javier se me quedó mirando, pero no me veía. Su mente estaba lejos y sus sentimientos más. Tenía una lucha de corazón o más bien” sentimentalismos” con la razón.

-Reflexiona Javier, ¿en las amistades femeninas de estos últimos años, acaso ha habido alguna que fluya sin grandes tropiezos? ¿sin anularos el uno al otro? Con respecto y admiración mutua. Teniendo ambos la vista en un horizonte en común, con diversidad de cualidades, talentos, aficiones, por supuesto defectos que debéis sobrellevar, escuchando y ayudando en las dificultades.

Javier… ¡estoy aquí!

Di unas palmaditas al aire, para que volviera en sí, de su absorto. No había resultado…

Se quedaron sus pupilas con desconcierto. A los pocos segundos, oigo su voz salir de las profundidades de su ser, parecía un eco cavernícola. – ¡Quiero volver a ser joven! No quiero envejecer.

Un silencio sepulcral, envolvía la atmósfera.

-Javier, tú sientes a Dios. Me lo has dicho muchas veces. Y todo lo que amas inmensamente, como la naturaleza en todas sus formas…

Te entusiasmas cuando te pilla la tormenta en un bosque tropical y llueve torrencialmente, sintiendo que te empapa esa cálida lluvia sobre tu cabeza. Te fascinas con una puesta de sol que parece interminable. Has visto las auroras boreales en Noruega y las del Sur del Estrecho de Magallanes. Te has zambullido, en las cristalinas aguas de un mar de arrecifes de coral. Te quedas asombrado con los últimos rayos de un atardecer en tu finca, en mitad de esta isla del Atlántico…

Javier Agradece a Dios, tu vida.

No le pidas a una niña de veintipocos, o a una mujer de 40 años, que entienda las vivencias de tu alma viajera.

Te das cuenta de que siempre que nos vernos en la consulta, es porque vuelves al mismo punto. Cuando te viene el bajón o el huracán de la realidad te azota. Y me pides implícitamente que te ayude a levantar el vuelo. Al tiempo, te veo otra vez sentado frente a mí.

Te diré, que muchas veces espero en silencio tu batacazo.

Quizá, fuera de su entorno familiar, yo, la única persona que sabía de su patología de “Eterno adolescente” o tal vez de alguna manera, al ser la mejor amiga de su hermana y con el beneplácito de ir a las fiestas familiares, le hacía que no me viera solo como su terapeuta, algo más íntimo de su entorno.

Un día me llamó por teléfono, invitándome a cenar, para agradecerme los esfuerzos de recogerle siempre hecho pedacitos. Como quiera que fuera el hermano de Alicia y después de entregar a su sobrina pequeña, un regalo de cumpleaños, nos fuimos a cenar.

La cena con velas fue deliciosa, pero él estaba callado, para lo que solía expresarse. Me miraba fijamente a los ojos. Intuí que quería decirme algo importante.

Pensé, ¡no, por Dios! ¡Otra aventura con final desventurado, no!

Antes de que el camarero trajese el postre, me dijo: “Cierra los ojos, tengo una sorpresa para ti”.

Cerré los ojos, noté como suavemente cogió mi mano y se deslizaba en mi dedo lo que podría ser un anillo. ¡Abrí los ojos, sin poder creer!

Él me cerró la boca con una cucharadita de mi tarta de chocolate preferida.

– Ahora, voy a hablar yo- dijo.

Eres la mujer que me ha acompañado inteligente y hermosamente, durante veinte años. Sabes todo de mí. Tú has sido mi Ángel y me he dado cuenta, que mi verdadero Amor, no lo he sabido ver. He estado ciego para verte. La soberbia de la vida en mis idas y venidas me impedía verte como eres. Y ahora humildemente te pregunto: ¿Quieres ser mi esposa? La única mujer que de verdad me conoce, pero no la psicóloga, no. La Dama Silenciosa, que ha estado siempre a mi lado.

No lo pude evitar, los ojos se me llenaron de lágrimas. ¡Por fin, se había dado cuenta, de mis profundos sentimientos! Creí, que nunca llegaría este día.

Nos abrazamos llorando y el camarero no sé cómo lo hizo para traer un músico, tocando con el acordeón, la melodía: “La Vie en Rose”.

Cristina Gómez Tejedor

I CERTAMEN DE ARTÍCULOS Y POESÍA PERIÓDICO DIGITAL GRANADA COSTA

Cada tres meses se entregarán dos premios: uno concedido en la vertiente de textos y otro para los poemas

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