BRÚJULA VELETA. Custodio Tejada
Ed Entorno Gráfico
Colección: El Torno Gráfico. 2023
Pura Fernández Segura
“En la ciudad del El Cairo,
en Egipto, existe un cementerio
donde los sepulcros sagrados de los difuntos
son casas sencillas para los vivos”…
La última publicación del escritor y poeta Custodio Tejada, responde al libro titulado Brújula Veleta. Poemario en la que el poeta asume la figura del viajero solitario, del paseante o peregrino errante. Custodio T. acomete este periplo al desgaire, sin otro empeño que el de atender a la propia intuición creativa, alumbrando versos de clamorosa vitalidad estética, las más de las veces bien medidos, que dan al conjunto de la obra, un ritmo armónico y acorde con su deambular poético.
La pared maestra sobre la que se asienta Brújula Veleta es el viaje, ese lugar común o tópico de la literatura por el que tantos poetas y escritores han transitado. Custodio se adentra en este recorrido por los diversos modos del mismo, desde el introspectivo, imaginario, pasando por el propiamente físico, sin olvidar el viaje como metáfora de la existencia o la creación poética. Tejada aborda esta empresa como anuncia el título del libro con dos instrumentos–metáforas: la brújula y la veleta. La brújula será apoyo, orientación y norte cardinal en una búsqueda que abarca el ámbito personal y literario. La veleta, aquí símbolo antagónico, con la que el autor quisiera afianzar y sustanciar su voz lírica. Afirmando su independencia y libertad en el sentir y expresar, a la manera y capricho con la que el viento mueve el gallo en la veleta.
Un poemario que plasma una crítica no exenta de ironía con respecto al viaje tal como se entiende en la sociedad posmoderna. Custodio abomina de esos rebaños de turistas inanes, obsesionados con acumular destinos y fotos pero que se muestran insensibles a la contemplación, incapaces de hallazgo o desvelamiento y que pervierten según el autor la esencia misma del verdadero viaje. El autor se duele de un ser humano que ha perdido la capacidad de asombro, propio de los viajeros antiguos, cuando arribaban a desconocidas puertos o inéditas ciudades.
El poeta echará mano del tópico, experiencias, recuerdos así como de espacios referenciales, ciudades icónicas, entrelazando, arte, pintura, el documental y el cine o monumentos emblemáticos para resignificarlos en el tejido fecundo del lenguaje, cuyo resultado es una obra imantada por el sentimiento, la emoción y la peculiaridad.
Y es que en Brújula Veleta Custodio Tejada muestra intuición, habilidad y oficio otorgando a su obra la literariedad, atributo que distingue una obra de arte de la que no lo es. Custodio juega con el lenguaje, introduce espontaneidad y frescura con modos de expresión coloquial, provoca en el lector algún sobresalto o perplejidad para acto seguido dar un quiebro en el verso, que como golpe de viento despeja y esclarece el poema.
Brújula Veleta es a mi entender una obra de amplio espectro, que principia en el orto solar y nos lleva hasta el incendio del ocaso. Extremos donde confinan felizmente el Custodio viajero y el Custodio poeta.
Ciudades, calles, recuerdos, intertextualidad se entreveran en Brújula Veleta. Custodio Tejada no olvida en su deambular, mostrar los “no lugares”, término acuñado por Marc Augé para referirse a los espacios de tránsito, impersonales y sin vínculos de relación. El metro, estaciones, redes virtuales, dan lugar a hermosos poemas atravesados por la nostalgia y la melancolía, en los que las personas, ocultas en el anonimato vagan perdidas sin otro vislumbre que el de su propia soledad. Versos que me han evocado los cuadros de E. Hopper y el recuerdo de autores tan queridos como el mencionado R. Walser, J.K Huysmans, Xavier de Maistre, J. Baldwin o Pessoa entre otros.
Libro en el que el poeta unas veces ejerce de “flaneur” o paseante sin otro objetivo o expectativa que el de dejarse llevar por avenidas, calles, plazas, bares, abierto a las vicisitudes que salen a su paso y que tan excepcionalmente reflejó R. Walser en el ” El paseo”. En otras ocasiones Custodio se aleja de esta figura baudelariana y busca transmitir su particular visión y acota los lugares, las ciudades concretas tantas veces evocadas, aportando sus impresiones o reflexiones. Resonancias no ajenas a las imágenes impresas en la memoria colectiva, a las que el autor reviste con la novedad y la grata sensaciónde una brisa no esperada.
Los versos de Custodio disponen a la sorpresa y el descubrimiento al ofrecer un pase gratuito por el mágico carrusel de la poesía de viaje. Con sus breves paradas y altos, túneles y destellos, recodos, ascensos y caídas. Poesía que es sacudida y acontecimiento, así como aquella ola imprevista embiste y zahiere, así sacude el sortilegio de la palabra en este libro, contagiando un temblor, “un perder pie” que bucea en “el allende” y huella la memoria.
Acostumbraba Agustín de Hipona a leer en voz alta por creer que las palabras se comprenden mejor al decirlas, de ahí su asombro ante San Ambrosio que leía en silencio, sin pronunciarlas. El poemario de C. Tejada se disfruta de ambos modos. Silente cuando el poeta se adentra en el viaje introspectivo, quizá con el deseo de encontrarse consigo mismo y un cantar el verso cuando pasea o deambula por una ciudad o por el salón de su casa.
Poesía de la errancia que no evita colocar al lector ante el espejo incómodo de nuestras incertidumbres, dudas y contradicciones. Poesía al fin concebida por quienes como Custodio poseen el don de dar a los sentimientos y las emociones forma precisa y cabal sobre el papel. Poemas que nos quedan adentro como un rumor, como resonando de otro modo…
Viajar por puro placer, viajar para entretener el tiempo y olvidar la derrota o esconder el fracaso. Viajar y encontrar sorprendidos a alguien muy parecido a nosotros. Abrazarlo y reconciliarnos con él y con el mundo.
Esta es la tentadora propuesta, que el poeta y amigo Custodio Tejada nos brinda con Brújula Veleta.
¡No se la pierdan!
Pura Fernández Segura