Portada » BLANCANIEVES DE FRANCELINA

BLANCANIEVES DE FRANCELINA

Una reinterpretación emotiva y nostálgica de Blancanieves por Francelina Robin, donde mito, memoria y amor se entrelazan para convertir el cuento clásico en una reflexión íntima sobre la infancia, el deseo y el paso del tiempo.

Snow_White_reimagined_in_a_poetic_and_nostalgic_style

¡Nunca crean que el espejo no miente! Era invierno, y la nieve caía como si fuera un manto blanco. La joven reina bordaba, sentada frente a la ventana enmarcada de madera. Mientras miraba los copos blancos que revoloteaban, se pinchó un dedo y algunas gotas de sangre roja cayeron en la nieve. Entonces pidió un deseo:

—Me gustaría tener una hija linda como vosotros, Blancanieves J, con labios rojos como la sangre y unos cabellos negros como los del Rey J, que la llamasen Blancanieves.

Pero la vida tenía otros planes y la reina murió cuando Blancanieves nació. Pasó un año y el rey volvió a casarse. Su segunda mujer era muy bonita, pero también muy orgullosa y vanidosa. No soportaba la idea de que cualquier mujer pudiera ser más bonita que ella. Todos los días la reina se miraba en su espejo mágico y le preguntaba:

—Espejo, espejo, ¿es que en mi Reino puede haber alguien más bonita y más bella que yo?

Y el espejo siempre le respondía:

—Usted es la más bella de todo el reino.

La reina quedaba muy contenta con esa respuesta, sabía que el espejo nunca mentía. Pero, entretanto, Blancanieves creció y cada día era más y más bella.

—Y un día le respondió: si fuese mi madre y si el Rey fuese bueno no estaría contigo. Un día, la reina interrogó al espejo, y él le respondió:

—Señora reina, vos sois la más bella de este lugar. ¡Pero la belleza de Blancanieves no la podéis igualar!

Entonces, la reina tuvo miedo y envidia y comenzó a detestar a Blancanieves. Y el padre, no mejor que ésta, quería tirar a Blancanieves por la ventana. La envidia iba creciendo en sus corazones, como la mala hierba crece en los campos, envenenándole la vida, quitándole el sueño. Y cada vez que veían a Blancanieves, más la odiaban. El rey hasta envió a un cazador a matarla, porque no soportaba más esa situación, y dijo:

—Lleva a Blancanieves al bosque, no quiero volver a verla. ¡Mátala y tráeme el corazón y el hígado como prueba!

El cazador llevó a Blancanieves al bosque, pero no quiso matarla. Ella le dijo:

—Gentil cazador, ¡no me mates! Yo me iré al interior del bosque y nunca volveré.

Como ella era muy bonita, el cazador tuvo pena. Y la dejó coger champiñones, pero al mismo tiempo le dijo:

—Huye, niña.

El cazador estaba convencido de que los animales del bosque se la comerían. Llevó al rey el corazón y el hígado de un pequeño animal como prueba de la muerte de Blancanieves. El rey dijo a su cocinero que los preparara y se los comió, creyendo estar comiendo a Blancanieves. La pobre muchacha, sola en medio del bosque, se moría de miedo. Corrió por el bosque hasta caer la noche. Los animales salvajes rondaban, pero no le hicieron daño. Porque a Blancanieves los animales le comían en la mano. Corrió, corrió, para descansar. Y entonces encontró una casita, las cosas eran muy pequeñitas, todo muy bonito y muy limpio porque era la casita de los siete enanos. Cuando llegaron a la casa ya sabían que alguien había entrado. Había siete camitas cubiertas con colchas muy blanquitas. Blancanieves tenía mucha hambre y mucha sed y, entonces, tomó un poquito de verduras y pan de cada platito y bebió una gota de vino de cada vasito, pues no quería quitar todo a la misma persona para que no se diera cuenta. Y como estaba muy cansada quiso acostarse en una cama que no era apropiada a su tamaño. La primera era muy grande, la segunda muy pequeña, así que fue probando todas. La séptima tenía buen tamaño. Se acostó y se durmió. Cuando cayó la noche, los siete enanos que habitaban aquella casa regresaron del trabajo en la montaña. Encendieron las siete lamparitas y vieron que había alguien en casa. Y el primero dijo:

—¿Quién se sentó en mi silla? ¿Quién comió mi comida de mi plato?

A continuación otro dijo:

—¿Quién es que sacó verduras de mi plato?

Otro dijo:

—¿Quién comió el pedacito de mi pan? ¿Quién se sirvió de mi plato?

El otro:

—¿Quién se sirvió de mi vaso?

Después, el primero vio que su cama estaba deshecha. Los otros gritaron:

—¿Quién se acostó en mi cama?

Todo lo que ellos tenían tan arreglado estaba deshecho. Los siete enanitos eran muy especiales y gritaron y se acercaron corriendo, pero el último de los siete pensaba que ella había comido champiñón envenenado. Miraron a Blancanieves y estaba durmiendo. Entonces tomaron sus linternas e iluminaron la cara de la niña y dijeron:

—¡Qué bonita es!

Se acostaron sin despertarla. Se hicieron todos un poquito para un lado para hacer espacio al séptimo enanito, y así pasó la noche. Por la mañana, cuando Blancanieves despertó, tuvo miedo. Pero los enanos la miraban con mucha simpatía. Le preguntaron cómo se llamaba.

—Quédate con nosotros —le propusieron los enanos.

Ella les contó que su madrastra intentaba matarla. Pero los simpáticos enanitos le dijeron que si quería, podía arreglar la casa, cocinar, etc., ella les dijo su nombre:

—Me llamo Blancanieves— dijeron ellos:

—No te faltará nada. Pero cuidado con tu madrastra, puede descubrir que estás aquí. ¡No dejes entrar a nadie!

Blancanieves aceptó de buen grado y arregló toda la casa. Por la mañana, los siete enanitos fueron a la montaña, donde buscaban oro, y cuando regresaron por la noche, la comida estaba lista. La reina creía que Blancanieves estaba muerta, pues había comido su hígado y su corazón. Sin embargo, un día interrogó a su espejo mágico. La reina sabía que el espejo nunca mentía, pero con el tiempo se dio cuenta de que el cazador le había mentido.

            Los cuentos de hadas tratan de problemas humanos universales como la envidia, la rabia, el egoísmo, los celos, la avaricia y la venganza. Invadió su corazón y ella dejó de tener sosiego. Con el tiempo, Blancanieves terminó en el jardín, era la más bonita, no había otra en el lugar, toda vestida de blanco, azul y amarillo, y los siete enanitos. Pero un día dejaron una carta escrita con letras grandes mayúsculas cortadas de un periódico que no se comprendía, era un anuncio triste, pues Blancanieves y los siete enanitos habían desaparecido en la tarde del día siguiente. Al oír estas palabras, la reina, su madrastra que no podía con los celos, sintió el corazón estallar de furia y trató de encontrar otro modo de matar a Blancanieves. Por medio de brujería, fabricó un peine envenenado, se disfrazó nuevamente de vieja vendedora, atravesó las siete montañas y llamó a la puerta de la casa de los siete enanitos.

TODO UNA HISTORIA

Blancanieves, mi primer amor.
Te guardo en lo más hondo de la memoria
porque fue dura tu historia,
como guardo en un libro
un pétalo de aquella flor

que marca tu delicada historia.
Te amé, figurita ensoñada,
como tú, Princesa, nunca nadie te ha igualado
porque nunca exististe y porque sé
que el sueño es todo y todo lo demás es nada.
Y eres el primer sueño que soñé.

Tus vestidos dibujados.
Hoy aún beso, conmovido y aturdido,
la vieja mano que un día me mostró
aquella estampa de tu hermoso cuento,
princesita encantada del mundo.

Fuiste adorada, y yo fui, al final,
un pobre loco que anduvo
en la vida, buscando en vano
su Blancanieves, que era un poco
de sueño y un poco de recuerdo.

Te busqué y nunca te encontré.
Mis ojos esperaron verte
pasar con flores y galones,
tal como pasaste cuando te llevaron
en el ataúd de vidrio, los siete enanitos.

Y encontré la Nostalgia, blanca y leve,
en la urna del pasado que, al final,
es como tu ataúd, Blancanieves:
es un ataúd todo de cristal. Vestida de blanco,
y parecía muerta, pero vivía.
Nunca conoció el color de tu vestido.

De mi beso que la rozó y la despertó
del sueño en que dormía, como
el Príncipe Azul te despertó.
Es conocida la historia, princesa amada.
Me siento ahora más niño que nada,

dulce como en aquellos tiempos en que leí
tu historia mentirosa y tan hermosa,
pues casi llegué a creer en ti.
Es que mi caso extraño y extravagante,
es tu historia sin quitarle nada.
¿Y esta vejez es una segunda infancia?

Francelina Robin

2 pensó en “BLANCANIEVES DE FRANCELINA

Deja un comentario