¡BASTA YA DE VIOLENCIA CONTRA LA MUJER!

La violencia contra las mujeres es probablemente la violación de los derechos humanos más habitual y que afecta a un mayor número de personas.

Millones de mujeres y niñas en el mundo son víctimas de violencia por razón de su sexo. En la familia y en la comunidad, en tiempos de guerra y de paz, la violencia contra las mujeres es, además de la más extendida, la violación de derechos humanos más oculta e impune.

La violencia contra las mujeres está presente en todas las sociedades del mundo, sea cual sea su sistema político o económico. No sabe de culturas, clases sociales ni etnias. Este escándalo cotidiano se manifiesta de diferentes maneras y tiene lugar en múltiples espacios, pero tiene una raíz única: la discriminación universal que sufren las mujeres por el mero hecho de serlo.

En todo el mundo, las mujeres se han organizado para poner al descubierto y combatir la violencia de género. Estos grupos de mujeres organizadas han logrado modificaciones en leyes, políticas y costumbres. Sin embargo, a pesar de estos importantes avances, en algunas zonas del mundo aún existen leyes y políticas abiertamente discriminatorias, y en la práctica totalidad del planeta la discriminación “de hecho” sigue siendo una realidad.

La legislación internacional responsabiliza a los Estados de las violaciones de derechos humanos cometidas tanto por agentes estatales como por particulares. Esta responsabilidad incluye prevenir, investigar y sancionar la violencia, así como reparar a las víctimas.

A pesar de estar tan extendida, la violencia de género no es “natural” ni “inevitable”: es una expresión de normas y valores históricos y culturales concretos. La violencia contra las mujeres tiene su origen en la discriminación, que niega la igualdad de trato y oportunidades entre hombres y mujeres en muchos aspectos de la vida y que, a la vez, sirve para reforzarla, impidiendo que las mujeres ejerzan sus derechos y libertades.

El control de la socialización de las mujeres, de su sexualidad y de su vida reproductiva son mecanismos a través de los cuales los hombres perpetúan esta situación del dominio y la discriminación.

El factor “género” se añade a menudo a otros factores, como la etnia, la clase social, la nacionalidad, la orientación sexual o la edad, y determina que ciertos colectivos de mujeres sean más vulnerables a la violencia y tengan peor protegidos sus derechos humanos.

La violencia contra las mujeres es la violación de los derechos humanos más extendida de nuestro tiempo. Las estadísticas muestran que se trata de una tragedia de dimensiones mundiales, que evidencia que en ningún rincón del planeta los derechos humanos de las mujeres son garantizados.

Se calcula que una de cada tres mujeres en el mundo es golpeada, obligada a mantener relaciones sexuales o sometida a algún otro tipo de abusos a lo largo de su vida. Según informes de la Organización Mundial de la Salud, el 70 % de las mujeres que son víctimas de asesinato mueren a manos de su compañero.

Estos datos son sólo la “punta del iceberg”, pues sólo se conoce y se registra una pequeña parte de los abusos producidos, ya que las víctimas no informan de ello muy a menudo por vergüenza o porque temen que la reacción sea de escepticismo, de incredulidad o de más violencia. La invisibilidad de la violencia contra las mujeres permite que los gobiernos, las comunidades y los particulares hagan caso omiso de sus responsabilidades.

 

Carlos Benítez Villodres

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