AVENIDA DE SALOBREÑA Y CALLE MOLVÍZAR (ÍTRABO)
Hay que reconocer –y así ha sido– que, durante muchísimos años, Ítrabo se reconstruía sobre sí mismo. En mi niñez y adolescencia, las obras eran casi siempre de tipo restauración, solamente en muy contadas ocasiones se construía una casa nueva y, si eso sucedía, era porque alguna de ellas se encontraba en una situación de desplome. Recuerdo que había por aquel entonces solamente dos o tres hombres que se dedicaban a la albañilería y, aun así, no podían dedicarse en exclusiva a este digno menester y tenían que compaginarlo con otros trabajos para poder vivir. Por ello, la mayoría de sus edificios eran viejos, algunos de más de 100 o 200 años. Sin embargo, la impresión a primera vista para los que llegaban a Ítrabo era la de una población que se conservaba muy bien, pese a los años terribles de la posguerra, debido principalmente al cuidado que ponían las mujeres en la conservación de las fachadas de sus casas, que las pintaban de cal constantemente, lo que hacía que, al darles el sol, brillaran de limpio. Quizás era este un arte reservado exclusivamente a las maravillosas y abnegadas mujeres del pueblo donde nací.
Por aquellas fechas de los años 50-60 del siglo pasado, en los que la subsistencia de la mayoría de las familias era un milagro constante, no restaba un ápice el que todas las casas por fuera estuvieran impecables. Por dentro la limpieza era impoluta, y solamente alrededor de las chimeneas, en época de invierno, había trozos pequeños de leña fuera de su lugar. También era de obligado cumplimiento, mandatado por el Ayuntamiento, que cada año por las fiestas patronales, que por aquel entonces se celebraban en el mes de febrero, se arreglasen las calles, es decir, los agujeros y piedras sueltas que producían los muchos animales de carga que entonces había en la población, ya que casi todas las casas disponían de algún mulo o burro para ayudar a las labores agrícolas. El continuo trasiego de animales, personas y la lluvia hacía que, al menos una vez cada año, el Ayuntamiento arreglara esos desperfectos. Hoy ya no es así, ni las calles son empedradas, ni por sus calles pasan los animales de carga. Hoy en día sus calles son diferentes y solamente transitan los vehículos de motor y cualquier incidencia que se produzca en la calzada se arregla de inmediato.
Avenida de Salobreña
Avenida de Salobreña, comienza delante de la parada del autobús y desemboca en la plaza de Andalucía, es una calle ancha y llana, salvo el trozo que sube hasta la plaza, conocido popularmente como el “pasaízo”. Esta Avenida es prácticamente nueva, al menos desde su principio hasta el consultorio médico, que es un edificio que se construyó siendo yo un niño para que sirviera de consultorio y de vivienda del médico. A partir de ahí hasta la plaza son edificaciones antiguas que se conservan muy bien. Ya que no solamente se han restaurado por dentro, sino también por fuera.
Como vamos accediendo por esta calle y pasado la marquesina de la parada del autobús y a la izquierda, encontramos la Biblioteca Municipal, bien dotada de libros, y bajo esta hay una sala de exposiciones. Aquí también durante un tiempo estuvo el Hogar del Pensionista. Junto a la Biblioteca hay una nave en donde se subastaba la fruta, que pertenecía a Andrés Morcillo, casado con una prima hermana mía, Lola Arellano Montes. Andrés falleció hace ya unos 10 años. Hoy su función es para guardar enseres y vehículos. Más arriba está el bar que pertenecía a Joaquín Alabarces Peñalver (ya fallecido), que fue Alcalde de la población. Este bar se le ha conocido por varios nombres y ha sido regentado por distintas personas. A continuación, había un supermercado y seguidamente estaba el conocidísimo bar de Medina, fundado y regentado hasta su jubilación por Antonio Medina, con la ayuda de sus hijos, especialmente Roberto y Miguel Ángel. Bar que disponía de dos estancias y terraza junto a la calle. En el bajo del edificio estaba ubicada la discoteca Medina Azahara, muy bien montada y que servía de esparcimiento para los jóvenes del pueblo y de los pueblos limítrofes. Actualmente lo regenta Vicente, que lo ha reconvertido en un mesón y bar, debo destacar el buen gusto que ha tenido en adornar las terrazas porticadas que dan a la avenida y la sala, más grandes con múltiples elementos decorativos y una gran profusión de macetas. A continuación había un supermercado regentado por Virtudes Alabarces Villa. Después había una taberna –siendo yo niño– que regentaba Manuel Sangaya el “almanaque”, que emigraron a Argentina. Hoy es un edificio de tres plantas sin terminar.
Seguimos por el lateral derecho y encontramos una casa en obras que lleva ya tiempo sin terminar. Pasada esta casa, descendemos por una escalera que va a parar a un camino que lleva a la entrada del pueblo, antes nos encontraremos con la entrada posterior del mesón de Vicente y, a unos pasos, la entrada de lo que fue la discoteca Medina Azahara, que hoy es un lagar y almacén. A la derecha hay varias casas, en una de ellas vivía Antonio Alabarces “Cayetano” y en otra tiene la peluquería una hija de este señor: Yolanda Alabarces Villa, cuya hermana, María Dolores, es una magnífica poeta, escritora, pintora y creadoras de manualidades, es lo que podríamos llamar “polifacética”, a la que admiro y respeto, por su inteligencia y humanidad. Reside en Palma y está casada con Jesús Lozano. Seguimos por la calle hasta su final y recuerdo a algunas familias que aquí vivían, como Antonio Ruíz, Dolores la Esteba, Encarnación la “morena”, Encarna la de “Cayetano”. A la derecha hay un callejón corto en el que solamente hay una casa habitada, en la cual vivía la familia de Miguel Novo, a su lado, dos corrales, en uno de ellos mi padre, Juan Arellano García, encerraba las cabras. En esta misma calle vivía Paco Morata.
Volvemos otra vez al principio de esta avenida y podemos comprobar que todos sus edificios son de inmejorable calidad. Son edificaciones nuevas construidas todas entre veinte y treinta años atrás, creo que todos los propietarios compitieron a la hora de hacerlas para que fueran más grandes y mejores que las ya construidas. Con elementos arquitectónicos sobresalientes y todas ellas de una muy buena presencia y en uno de los lugares más codiciados de la población, por su anchura, en donde se puede aparcar, aunque todas las casas disponen de garaje. En este lado la acera es más estrecha, pero lo suficiente para andar cómodamente. Seguimos por este lateral hacia arriba hasta la intersección de la calle Molvízar. A continuación, nos encontramos con el edificio ya comentado en donde están ubicados la oficina de Correos y el centro médico, abierto diariamente desde la nueve de la mañana hasta las dos de la tarde, con servicio de enfermería. El piso superior está destinado a los ensayos de la banda de música de Ítrabo, aunque existen dos bandas, a continuación, hay un supermercado y al lado viene una calle ascendente que pertenece a la calle Iglesia.
Por ser esta avenida construida en diferentes fases y relativamente en pocos años, las familias que viven en la parte nueva son todas ellas o la mayoría jóvenes, citaré algunas de ellas: María la “fraila”, Joaquín el de “Cayetano”, Paco Moreno, etc. Hoy en día es la calle de mayor tránsito rodado y un sitio ideal para vivir, ya que al principio de esta vía está el cruce de carreteras que van a la costa y al valle del río verde.
Dentro del perímetro de esta avenida, se encuentra el parque llamado de “Zapata”, por estar dentro de una finca que pertenecía a Manuel Zapata. El parque, aunque no muy grande, sí es lo suficiente para el esparcimiento de los niños, en donde hay toboganes y otros elementos para jugar y también para que los mayores puedan pasar un rato a la fresca bajo sus frondosos árboles. Entre otros elementos hay una gran fuente de agua. Junto a este parque hay una gran plaza todavía sin adecentar, pienso que porque aún no está finalizada la gran urbanización que hay en lo que era la huerta de “Contreras”. Es una pena, ya que la urbanización hubiera dado más vida al pueblo y se hubieran incrementado sus habitantes. Espero que se termine lo más pronto posible.
Principio de la Calle Molvízar
Calle Molvízar, parte desde la Avenida de Salobreña y va rodeando dicha calle por detrás de las edificaciones cuyas entradas principales dan a dicha avenida y termina al principio de la avenida por una escalera. Solamente está edificado el lateral izquierdo, en donde viven varias familias. Es una calle tranquila que mira al campo. Es ideal para que jueguen los niños sin peligro alguno.
Marcelino Arellano Alabarces
Palma de Mallorca