Almuerzo a media mañana – A TODA COSTA

Orígenes de un rito ancestral 

Está comprobado que para una inmensa mayoría la hora del almuerzo es el momento más importante de la jornada de trabajo.

Acudir al bar para ‘hacerte el bocata’ de lomo, morcilla, tortilla española, tapa de sepia; las posibilidades son muchas, y siempre regado con buen vino o fresca cerveza, terminando con café o ‘carajillo’.

Es un pequeño espacio-tiempo, que da alegría al duro bregar diario y la ocasión propicia para confidencias, chismorreos y confraternizar.

Esta no es la única razón, la práctica en sí, tiene mucho de ejercicio escapista.

El almuerzo, siempre a media mañana, para algunos es un tiempo utilizado en actividades variopintas, recoger una prenda de la tintorería, comprar el pan, llevar el coche al taller, depositar la primitiva…

En algunos centros –con especial significación de funcionarios – pasan media mañana almorzando a tenor de las respuestas que cuando llamas por teléfono te suelen facilitar ¡está ocupado! (entiéndase almorzando).


Deben ser inapetentes o glotones quienes tanto tiempo se toman.

Esta costumbre, junto con la siesta en verano, está más extendida en la zona mediterránea, pero son dos de los grandes inventos hispanos para incluir entre los índices de calidad de vida que catalogan un país.

Y deben tener mucho atractivo, pues, ambas costumbres son adoptadas rápidamente por los extranjeros que residen en España.

Después de un buen ‘almuercito’ todo parece más fácil y hasta las broncas del jefe o encargado se reciben mejor.

Ya se sabe, un estómago lleno, es siempre obediente y agradecido.

Francisco Ponce Carrasco

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