FLAMENCO Y TOROS (XXXIII). Toreros Flamencos
He intentado demostrar, a través de mis artículos en GRANADA COSTA, las estrechas relaciones que existen entre el arte flamenco y el complejo mundo de los toros. Sin embargo, quedé sumamente sorprendido – y contento al mismo tiempo – cuando tuve la gran suerte de asistir a la extraordinaria conferencia que nos dió el Dr. Don Antonio Huete Herrera, Médico Neurólogo, en la Peña Taurina “Joselito El Gallo” (Granada, 14 de noviembre de 2016), bajo el llamativo e interesante título “Temporada Taurina 2016: Hitos y Claves”. Desde mi más profunda admiración hacia el Dr. Huete, quiero expresarle mi agradecimiento porque, una vez más, pude comprobar que cuanto vengo diciendo acerca de esta “similitud cultural y artística”, propia de Andalucía, se ha venido dando desde sus lejanos inicios. Aún más: hasta en las fortunas o desgracias de ambas manifestaciones parece que han ido juntas, y cómo podemos comprobar que el dicho popular “Suerte te dé Dios que ciencia no te hace falta”, también se ha repetido con demasiada frecuencia en ambas manifestaciones populares. Algo que se puede constatar: saber cómo a magníficos interpretes del Flamenco (Cante, Baile y Toque) y de los Toros no les sonrió lo más mínimo la suerte. El tema es tan amplio y complejo –pensamos – que se escapa a la intención primordial de estos artículos. Seguimos, pues, exponiendo el apartado “Toreros flamencos”, aunque sea lo más breve posible.
MANUEL DÍAZ CANTORAL “LAVI” (1811 – 1858). Afamado matador de toros de origen gitano, nacido en Cádiz el 11 de marzo de 1811, a quien Sánchez de Neira calificó de “payaso del toreo”, por su peculiar forma de hacerlo y el espada Juan León llamó “monstruo de fortuna” porque, a pesar de la frecuencia con que le herían los toros, no sufrió percances graves, tal como leemos en “Tauromaquia”, de Marceliano Ortiz Blasco, Tomo I, pág. 450 (Madrid, 1991).
En 1842 ya figura como matador y el 17 de abril de 1843 se presenta en Madrid lidiando, en unión de Juan Pastor y Francisco Espeleta, reses de Gavina y de Sandoval. Toreó en La Habana y México y, en 1858, viajó a Perú donde falleció en Lima, cuando regresaba de ver el ganado que iba a lidiar, el 9 de diciembre de ese mismo año. Se sabe, por tradición oral, que fue un gran intérprete de los estilos calés (Tonás, Seguiriyas, Soleares…), y que los ejecutó en público. Su hijo, de igual nombre y apodo que murió en México a avanzada edad, fue considerado como un estimable cantaor. Se ignora si dejó algunos cantes grabados. Asimismo, debemos dejar escrito aquí que su nieto – matador de toros también – Manuel Díaz “AGUALIMPIA” (siglos XIX -XX) en testimonio de José Blas Vega -cfr-”LOS TOROS”, de José Mª de Cossío, Tomo 7, pág. 712 – fue un gran intérprete de los viejos estilos de “corridos o romances gitanos, las cantiñas y las gilianas”, prácticamente perdidas hoy y entreveradas de romance y cantiña, según le contó el famoso cantaor Aurelio Sellés (1887 -1974).
MANUEL HERMOSILLA LLANERA (1847 – 1918), “El Cirineo”. Matador de toros nacido en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) el 1 de enero de 1847. El 30 de abril de 1867 marchó a La Habana, donde toreó durante dos años como banderillero. Contratado por José Ponce (1830-1872) en calidad de segundo espada, viajó a México formando su propia cuadrilla hasta el 1873; pero, aconsejado por los médicos, regresó a España para recuperar la salud perdida. Tal año tomó la alternativa en la plaza de El Puerto de Santa María, el 28 de agosto, de manos de Manuel Dominguez (1816 -1886); el 12 de junio de 1874 se presentó en Madrid, alternando con Largartijo y Frascuelo. Su padrino, Lagartijo, al confirmarle dicha tarde la alternativa, le cedió la muerte del toro “Espejito”, de Miura. Fue muy apreciado en América; visitó con mucha frecuencia aquellas tierras. El 26 de junio abandonó el ejercicio de la profesión matando en El Puerto de Santa María el último toro, llamado “Cortito”, de la ganadería de don Rafael Surga. Falleció en Sanlúcar de Barrameda el 19 de enero de 1918. Por tradición oral e histórica, el renombrado espada de Sanlúcar tenía también su buen cartel como cantaor. Tenemos, asimismo, noticias de interpretaciones flamencas precisamente en lugares bastante exigentes y comprometidos de su Sanlúcar, Puerto de Santa María, Cádiz y Sevilla. Yo mismo tengo referencias de viejos cantaores que me hablaban del torero sanluqueño Manuel Hermosilla, como buen intérprete de los viejos estilos flamencos. Debo citar aquí, al menos, los nombres de Pepe el de la Matrona 1887 -1980) y Bernardo el de los Lobitos (1887 – 1969) de quienes recibí muchas enseñanzas flamencas, durante mi larga estancia en Madrid.
JOSE ESPELETA MADRUGON (1869 – 1907). Gaditano de nacimiento y hermano mayor del famoso cantaor Ignacio Espeleta (1871 – 1938). Era conocido con el apelativo de “El Pollo Rubio”; discreto torero y cantaor nacido en Cádiz en 1869. Cuenta la tradición que el famoso torero sevillano Antonio Fuentes Zurita (1869 – 1938) lo llevó en su cuadrilla por el simple gusto de oirlo cantar. Cualquier noche era buena para ello, y en el cortijo de Fuentes, “La Coronela”, fue “El Pollo Rubio” muchas veces héroe artístico de la velada. Se sabe, asimismo, que toreó en la inauguración del coso de Caracas (Colombia) en el año 1896.
Esta suficientemente demostrado que los cantes de Bulerías, Cantiñas, Gilianas y Romances fueron sus “palos” destacados; por Soleá, también lo hacía bien. Llegó a dominar las palmas; y era, además, el gran animador en las reuniones flamencas. El Pollo Rubio fue sobre todo un auténtico maestro del compás, cualidad de mucha importancia para todo el que quiera cantar conforme a los cánones del arte flamenco. Y según José Blas Vega (1942 – 2012) fue un experto en el difícil arte de conducir el ambiente de la juerga hasta las últimas consecuencias estéticas, a lo largo de una noche o de unos días.
Alfredo Arrebola, Profesor -Cantaor