La Fábula de una aldea llamada “Nuncaestesolo”
Aislada del mundo en la cima de una montaña, cuentan que existió una aldea llamada “Nuncaestesolo”. Allí vivían unos aldeanos bajo unas estrictas leyes que les prohibían estar solos. Todos debían ir acompañados de alguien para cualquier quehacer, incluso dormir. La soltería estaba prohibida, pues no debían quedarse solos en caso de fallecer los progenitores. Además debían tener hijos enseguida, cuantos más mejor. Ni siquiera había espejos, para obligarlos a verse siempre atreves de los ojos de los demás. Habían heredado de padres a hijos la creencia de que si alguien estaba solo por un momento, una temible bruja que vivía en el bosque se apoderaría de sus almas consumiendo sus cuerpos hasta derretirlos. El miedo a estar solos los había protegido por generaciones, de morir a manos de aquella monstruosa bruja a la que llamaban Soledad.
Aquellas leyes habían limitado tanto la vida de los aldeanos, que a pesar de tener un miedo aterrador a la soledad, se habían aislado del mundo de tal manera que nadie conocía ya su existencia. Los límites vallados del bosque les impedían ir más allá y ver el mundo exterior.
Gloria era una de las aldeanas a la que obligaron a casarse muy joven, arrojándola a una frustrante relación de codependencia. Aquel miedo dominaba sus vidas, hasta el extremo de angustiarles cualquier ruido que hubiese en la casa y a ser muy pesimistas. Todos creían que iba a hacer mal tiempo, que las cosechas serian malas, que siempre se tenía que torcer algo en cualquier cosa que hiciesen.
Un día la joven Gloria y su marido, caminaban cerca del límite prohibido del bosque. Su trabajo era recoger setas, espárragos y otros alimentos que solo podían encontrarse allí. Debido a la postura y al sol abrasador, él se desmayó. De repente Gloria al verse sola comenzó a sentir como el miedo se apoderaba de ella y la asfixiaba. Entonces vio a la bruja acercarse, fue tanto el miedo que también ella perdió el conocimiento.
Gloria despertó en una cabaña y vio a través de una pequeña ventana los grandes árboles del bosque prohibido. Supo entonces que era la casa de la bruja y que ésta se la comería de un momento a otro. Su temor fue mayor al verse sola en aquella austera y pequeña habitación, sin nadie a su lado, solo una cama y un espejo. De repente se abrió la puerta de la habitación y vio la silueta de aquella horrible bruja. Le dejó en la entrada sin decir ni una sola palabra una bandeja con un suculento desayuno. En la aldea la alimentación era muy estricta y jamás había visto un pan tan delicioso unas mermeladas tan dulces y unos pastelitos bañados en siropes y frutas confitadas. Casi le daba miedo que aquello fuese para ella sola, que por primera vez no tuviese que compartir algo con alguien. Al lado de una humeante y deliciosa taza de chocolate había un lápiz y una nota, la abrió y leyó así. “Vas a estar sola durante dos días, si sobrevives podrás volver a tu aldea. Cada día te entregaré una pregunta si respondes correctamente tendrás alimentos y una posibilidad más de volver. Si no es así morirás sola en esta habitación” Gloria estalló en un llanto casi histérico y descontrolado presa del pánico. La soledad estaba apoderándose de su mente y entonces la misma adrenalina le hizo coger la nota de nuevo y leer la primera pregunta: “En la habitación hay alguien contigo, debes averiguar dónde está y quien es”
Gloria soltó la nota y dio un salto sobre la cama asustada. ¿Quién sería ese alguien que estaba con ella y que no veía? Los rayos de sol entraron en la habitación, miró debajo de la cama el único lugar oculto a su vista y por primera vez en su vida, le tranquilizó ver que estaba sola, allí no había nadie. No dejaba de pensar en la pregunta de la bruja. Entonces Gloria reparó en el espejo, le daba miedo mirarse en éste, jamás había visto uno, pues en su aldea estaban prohibidos. Pero Gloria era diferente dentro de ella todavía había curiosidad y entonces se miró, casi no se reconocía, era como una extraña. ¿Esta extraña soy yo? Se preguntaba. Se miraba una y otra vez, cada vez le era más familiar y por un instante dejó de sentir miedo a estar sola como si aquella extraña del espejo le hiciese compañía y entonces supo que aquella era la respuesta y corrió a escribirla. “Estoy conmigo misma”. La esperanza de salir con vida y volver a la aldea parecía más real.
Junto a otro suculento desayuno llegó la segunda nota en el segundo día, la bruja aceptó la primera respuesta como buena. Leyó: “Debes conseguir que esa extraña que ves en el espejo te hable y debes decirme al menos una frase” A Gloria le pareció muy extraño, ¿Cómo podrá hablarme mi reflejo si soy yo misma? Pero no se dio por vencida y estuvo casi todo el día ante el espejo hablándole a aquella imagen que cada vez le hacía más compañía y a la que se sentía más unida. Le contó toda su vida en la aldea. Cuando casi era ya la noche, dejó de hablar casi exhausta. Se miró fijamente en el espejo y su vida resonó en sus oídos. Empezó a pensar en todo lo que le contó, en cada palabra, dándose cuenta de lo equivocadas y limitantes que eran todas aquellas creencias. Se dio cuenta de que nunca fue feliz porque el miedo había dominado su vida y entonces vio cómo se movían los labios de su imagen para decir: “no existe la soledad solo existe el placer de estar con los demás porque jamás por mucho que quieras podrás estar sin mí, nunca te dejaré” Gloria se sintió tan reconfortada que se le saltaron las lágrimas y abrazó a la imagen del espejo con un amor que jamás había sentido.
La puerta de la habitación se abrió y salió. En una acogedora salita había una ancianita haciendo punto. Aquella abuelita le sonrió y le dijo “Lo que llamáis soledad, es una invención de vuestra mente. Si sabes estar sola contigo misma, te conocerás mejor, disfrutaras de tu propia compañía y entonces estarás preparada para estar con los demás sin sentir miedo y dependencia”
Tal fue el miedo vivido por aquellos aldeanos que aquella adorable ancianita que vivía sola en el bosque les pareció una bruja. Gloria volvió a la aldea para contarles la verdad pero nadie la creyó, así que hizo su maleta y se fue a conocer el mundo junto a ella misma.
Mucha de la frustración humana se debe a lo poco que nos conocemos a nosotros mismos y a la creencia de que la felicidad depende de lo que nos rodea. No debemos esperar que los demás nos hagan felices, la felicidad está en nuestro interior. No debemos tener miedo a estar solos, cuanto más miedo tengas más solo estarás. Si no le tienes miedo a la soledad, ésta será un bálsamo deseado que te ayudara a disfrutar, no a depender, de la compañía de los demás.
No existe la soledad, es una invención de nuestra mente, solo existe el placer de estar con los demás.
Manuel Salcedo
Hola Manuel. !!!!Como me ha gustado tu fabula!!!! Madre mía que bonita. Te doy mil aplausos. Sigue escribiendo en esta linea. Me encata el mensage que tiene.
Conecto totalmente con ella.
Inma Rejon
Gracias Inmaculada, me ha encantado tu mensaje, un saludo.