Rey de reyes
Texto y poema navideños de tono contemplativo: la esperanza renace en la sencillez de Belén. “Rey de reyes” contrapone el poder del mundo con la pobreza del pesebre, resalta la fe silenciosa de José y María, y culmina en una oración para que nazca el Evangelio y reine la paz.

En la noche más silenciosa del año, cuando el mundo parece detenerse y el cielo se inclina hacia la tierra, vuelve a nacer la esperanza. No en el ruido, sino en la sencillez; no en la grandeza, sino en un pesebre. La Navidad no es solo un recuerdo, es un misterio que se hace presente: Dios que se deja encontrar en la pobreza, en la ternura de una Madre y en el silencio fiel de un padre. Que estas palabras nos ayuden a acercarnos a Belén con el corazón abierto, para adorar, como los magos, al Dios que quiso hacerse Niño.
Rey de reyes
En Belén resuenan antiguas profecías,
una luz ilumina la noche oscura;
los ángeles, con liras y flautas,
cantan al Dios que en carne se nos da.
No hay tronos, cetros ni coronas de oro,
hay paja, hay frío, hay cielo abierto;
en un humilde y pobre portal
nace el Rey de nuestra vida.
José cree y permanece,
vigila la promesa sin entender;
sus dudas duermen, su fe crece,
es refugio para el Niño y su Madre.
María guarda el misterio en silencio,
Dios reposa pequeño en su ser;
el cielo se inclina en el pesebre
y aprende a latir para nacer.
Y ante la cuna el mundo calla,
porque el amor ha decidido recordar:
no con fuerza, poder o batalla,
sino en pobreza para amar.
Hoy arrodillados ante el Misterio,
adoramos al Dios hecho niño;
que nazca en nosotros su Evangelio,
y reine en el mundo su Paz y su Verdad.

