FELIZ NAVIDAD Y FELIZ AÑO NUEVO
Mensaje navideño de Francelina que felicita la Navidad y el 2026 con deseos de paz, salud y prosperidad, y añade una reflexión social: la desigualdad, el egoísmo y el hambre oscurecen las fiestas. Invita a una Navidad auténtica basada en compasión, solidaridad y esperanza.

La Navidad es sinónimo de amor, reflexión y celebración. ¡Que tengáis un Feliz Año Nuevo! Que 2026 sea un año de logros increíbles, de conquistas importantes y de momentos inolvidables con las personas que más amáis. Que la paz y la prosperidad te acompañen durante todo el año 2026 y que los desafíos sean superados con fe y coraje. Que esta fecha sea tan especial como vosotros sois para mí. Que el espíritu navideño llene vuestro corazón de paz, el hogar de amor y la vida de bendiciones. En esta Navidad, que las luces del amor y de la paz brillen en tu vida, y que el Año Nuevo traiga muchas felicidades y días prósperos. Que los corazones se llenen de amor y paz en esta Navidad y tengan mucha alegría en el Año Nuevo. ¡Felices Fiestas! Que todos ofrezcan diversos mensajes y reflexiones de Feliz Año Nuevo, centrados en la renovación, la esperanza, la fe, el amor, la salud, la prosperidad y la importancia de ser mejores personas y actuar con más compasión, fomentando la gratitud y el valor para aprovechar las nuevas oportunidades que cada día y cada año traen, transformando sueños en realidad y construyendo un futuro más positivo y significativo. Que la paz invada tu corazón y que la salud sea siempre tu fiel aliada. Que 2026 traiga momentos de profunda conexión con quienes amas, fortaleciendo lazos y creando recuerdos inolvidables. No sirve de nada desear un feliz año nuevo si cometemos los mismos errores del año anterior.
La llegada de nuevos tiempos, el abismo de la desigualdad y el egoísmo que parece dominar las acciones de una minoría muy rica, mientras la mayoría lucha contra la pobreza y la negación de su propia existencia. La idea de que los pobres no existen o de que la pobreza es un problema menor es una manifestación de un egoísmo profundo, que ignora realidades vividas por millones de personas. La pobreza es una realidad medible. Informes recientes, incluso de 2025, muestran que la concentración de riqueza alcanzó niveles récord en 30 años. Cerca de la mitad de la población mundial posee solo el 2% de la riqueza global, mientras que el 10% más rico concentra la inmensa mayoría de los recursos. Negar la existencia de los pobres es ignorar hechos y la realidad de casi mil millones de personas hambrientas en el mundo.

Organizaciones como Oxfam clasifican esta desigualdad como indecente, señalando que la fortuna del 1% más rico del mundo podría erradicar la pobreza varias veces. El egoísmo se manifiesta en la incapacidad o negativa a compartir recursos, transformando el poder económico en poder político y destruyendo la democracia. El consumo y las inversiones de los más ricos no solo afectan a los pobres en términos de recursos, sino que también contribuyen de forma desproporcionada a las catástrofes climáticas que, a su vez, afectan principalmente a las poblaciones más vulnerables. El egoísmo tiene consecuencias globales y mortales. Negar la existencia de los pobres es la forma más extrema de falta de empatía. Es ver el sufrimiento y elegir mirar hacia otro lado, prefiriendo mantener una burbuja de privilegio donde las necesidades básicas de los demás son invisibles o consideradas irrelevantes. La sensación de que existe un gran egoísmo es compartida por muchos y la disparidad entre la opulencia y la miseria es uno de los mayores desafíos éticos y sociales de la actualidad. La lucha contra esta realidad pasa por el reconocimiento de la dignidad de todas las personas y por la exigencia de políticas que promuevan la justicia y la solidaridad.

El tan querido y recordado Papa Francisco, dio mucha importancia en sus mensajes de Navidad al hambre y a la paz global, pidiendo el fin de conflictos sin sentido. La época festiva, que debería ser un tiempo de tregua y reconciliación, se ve oscurecida por el sonido de las armas y la violencia que invade los hogares a través de las noticias diarias. La celebración de la Navidad suele estar marcada por el consumismo excesivo, lo que contrasta fuertemente con la realidad de quienes no tienen suficiente para comer o un techo donde refugiarse. El mensaje cristiano original, centrado en la humildad y la solidaridad, desafía a la sociedad a mirar más allá del brillo superficial de las fiestas y ayudar a los más vulnerables. La verdadera esencia de la Navidad reside en gestos de compasión y caridad. La solidaridad con refugiados, migrantes, personas solas y sin hogar es un pilar fundamental del mensaje navideño. Este tiempo invita a un compromiso activo con las obras de misericordia, como alimentar a los hambrientos y dar refugio a los desprotegidos.

A pesar del escenario sombrío, el mensaje de la Navidad también es de esperanza. El nacimiento de Jesús, Dios con nosotros, es un recordatorio de que no estamos solos en nuestras luchas y de que la esperanza y la luz pueden prevalecer incluso en tiempos de guerra y pobreza. El desafío es transformar esa esperanza en acciones concretas que promuevan la justicia y una paz duradera. La noche de Navidad, con su promesa de paz y amor, sirve como un poderoso espejo que refleja las fracturas de nuestro mundo, exigiendo de cada uno de nosotros una respuesta activa y compasiva frente al sufrimiento ajeno.

Niño Jesús, con fervor te pido, en esta noche santa, que el dolor se desvanezca. Mi corazón clama, en profundo recogimiento, quítame la angustia, la tristeza que me pesa. Con tu luz pura, ilumina mi ser, disipa las sombras que consumen el alma. Hazme sentir la fuerza de tu poder, la paz que prometes a todo ser humano. Que tu llegada renueve la esperanza, cure las heridas, traiga alivio y calma. En ti confío, plena es la bonanza, Niño, Dios, redime mi alma. Pregunta lo que quieras, es la noche de Navidad. ¡Que haya paz en todo el mundo! Nuestro Divino Celestial nos ilumina sobre todo. Esta noche, aunque fría, está llena de luz. ¡Bienvenida seas, noche sin igual, traes encanto a cada hogar! Noche de paz. Noche de luz. En una gruta de Belén nació el Niño Jesús. ¡Bienvenida seas, noche sin igual, traes encanto a cada hogar! La Navidad no ocurre solo una vez al año, el 25 de diciembre. Es Navidad cada vez que abrimos nuestro corazón y dejamos que Jesús renazca dentro de nosotros. Amor, siempre amor. El nacimiento de Jesús debe ser siempre recordado como una celebración de la paz, del amor y de la ayuda mutua. En este momento tan hermoso del año, deseo que tu corazón se llene de luz y que tu hogar se llene de amor y felicidad. Que esta época contribuya a nuestra evolución personal, enseñándonos a vivir de manera más armoniosa y solidaria, extendiendo la mano a quienes más lo necesitan y perpetuando las gracias de Dios a todos los que se crucen en nuestro camino. Deseo que puedas vivir esta época tan feliz junto a quienes más amas, compartiendo amor, salud, esperanza y paz. Que sea una Navidad más bendecida, con muchos regalos, pero sin olvidar nunca que lo más importante son las sonrisas, los abrazos y el cariño entre todos.

En el silencio de la noche, la estrella brilla,
en un pesebre humilde, la paz se acurruca.
Pero fuera, el mundo en guerra se agita,
hambre, miseria, el alma en dolor lucha.
Navidad de 2025, un clamor se eleva,
por un mundo de paz donde el amor prevalezca.
Que la luz del Niño traiga esperanza
y termine la maldad, el dolor y la matanza.
Que los corazones se abran a la compasión,
que la solidaridad sea nuestra canción.
Que cada gesto de amor, pequeño o gigante,
plante la semilla de la paz, siempre vibrante.
Que el hambre sea saciada, el refugio encontrado,
que el calor humano cure el corazón helado.
Navidad de 2025, un sueño de unión,
paz en el mundo, deseo del corazón.
Que la paz sea nuestra estrella guía
en el camino de la vida, cada día.
Que el mensaje de Navidad resuene en cada ser
y que la paz en el mundo logremos tener.
Feliz Navidad y un bendecido Año 2026
Entonces es Navidad. Francelina Robin

