Portada » Elegía a Antonio Machado
Melancholic_tribute_to_Antonio_Machado_lone_poet_walking

Esta elegía rinde homenaje al poeta Antonio Machado, recordando su figura humana y literaria a través de los símbolos que marcaron su obra: el camino, la fuente, el tiempo, el olmo, la tierra y la esperanza. Es una despedida íntima y serena, un diálogo de admiración con quien hizo del verso una forma de verdad.

Bajo un cielo sin ruido te recuerdo,
caminante del alma y del rocío,
cuando el sol declinaba sobre el Duero
y el campo abría su pecho al frío.

Tu paso leve aún suena en los senderos,
donde el polvo se enreda con la historia;
allí dejaste tus sueños verdaderos,
tu nombre unido al aire y a la memoria.

Eras hombre de lluvia y de centeno,
de hondos silencios y palabra justa,
sembraste luz en los surcos del invierno,
y el alma de España te sigue y te busca.

Te vi llorar por Leónor en los almendros,
cuando la nieve cubría los tejados,
y en tu dolor humilde y verdadero
florecieron los versos más callados.

Tu patria te dolía como una herida,
y aún sangra en tus renglones detenidos,
pues fuiste el testigo de una vida
que quiso amar a todos los caminos.

Moriste lejos, en tierra extranjera,
con el corazón vuelto hacia tu España,
pero el mar llevó hasta Collioure entera
la voz del trigo, la paz de tu montaña.

Hoy vuelves, Antonio, en cada palabra,
en el rumor del río que no cesa,
en cada joven que aún se alza y canta
por la verdad, la bondad y la belleza.

Descansa en paz, poeta de la tierra,
que tu sombra camina todavía;
la fuente suena, el olmo reverdece,
y España sueña lo que tú pedías.

Ana Martínez Parra

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