ENTREVISTA A SILVIA RODRÍGUEZ COLADAS
Silvia Rodríguez Coladas, codirectora del Jardín Botánico de Excelencia Internacional del Pazo de La Saleta, comparte en esta entrevista cómo la naturaleza ha inspirado su escritura. Con formación en Derecho y trayectoria en comunicación, habla sobre sus libros, su paz interior y el poder transformador de los jardines en la vida.

Foto realizada por Roberto Ledo
Silvia Rodríguez Coladas (Puentedeume,1970). Codirectora del jardín botánico de Excelencia Internacional del Pazo de La Saleta (Meis. Pontevedra); colaboró en la revista cultural LOmagazine, sección Con EstiLO y en la revista Literarte, sección El Anticuario de Palabras. Es Licenciada en Derecho y fue jefa de prensa en la editorial La Factoría de Ideas. Desde 2014 hasta 2020 dirigió el certamen de poesía a nivel nacional Nuestra Musa, la camelia. Formó parte del equipo de comunicación y prensa de la Feria del Libro de Madrid en su edición de 2021. Ese mismo año, participó con su relato Dulce amor, en el libro Pil–pil y lacón con grelos, de la editorial Literarte. Colección Letras en su punto. Bosquesanto fue su primera novela negra y obtuvo mucho éxito. Su segunda novela, En la penumbra de un jardín extraño (ensayo) lleva ya unos meses editada con buena crítica y acogida.
¿Cómo surgió la idea de escribir En la penumbra de un jardín extraño?
De nuevo, se trató de una necesidad, igual que pasó con la novela. Pero, lógicamente, el origen fue distinto: escuchaba tales barbaridades relativas a la Naturaleza entre las personas que nos visitaban para hacer la visita guiada a nuestro jardín en floración que muchas veces comentaba con mis allegados, ¡esto es para escribir un libro! Pues al final, lo escribí. ¡Esa fue la semilla! Después ya, puestos a hacerlo, me explayé. Extendí mis reflexiones a la sociedad, a nuestros comportamientos en general y la desconexión tan grande del mundo natural que existe y que provoca comportamientos absurdos y una pérdida de energía ¡y de dinero! enorme en temas banales que no nos satisfacen en absoluto. Prueba de ello es el aumento de los suicidios, del consumo de ansiolíticos y un largo etcétera.
¿Cómo fue su creación y cuánto tiempo le llevó escribirla?
La creación fue satisfactoria, aunque complicada porque estaba desnudando parte de mi alma y eso, a veces, cuesta. Pero no podía dejar de contar lo que veo y siento desde la perspectiva de mi aislamiento para poder ayudar a quien esté desorientado, descontento o con dudas sobre su modo de vida. Se hace imprescindible pararnos un momento a pensar en este mundo de la distracción y la inmediatez. Al final, el regreso a lo primitivo es lo que nos cura porque el hombre lleva miles de años sobre la Tierra y su cuerpo y su cerebro no han tenido tiempo a adaptarse a un puñado de años de tecnología y hacinamiento en ciudades de asfalto y cemento. Es un parpadeo en nuestra evolución. ¡De ahí que todo chirríe! En cuanto a la duración del proceso, en mi caso, es muy difícil de calcular. Me paso meses sin darle a la tecla por falta de tiempo y, por ahora, no he podido dedicarme en cuerpo y alma a escribir porque el jardín exige mucho trabajo en determinadas épocas y tengo la gran suerte de tener padres mayores de los que cuidar. Pero entre la novela y el ensayo han pasado tres años.

¿Qué le ha aportado a usted el jardín del Pazo La Saleta y, por ende, qué le ha aportado a su parte de literata?
Este jardín me lo ha dado todo, ¡hasta un marido, ya que nos encontramos gracia a él! Fuera bromas, la paz que aquí se respira y también la vida en la zona rural con sus cosas buenas y no tan buenas han sido y siguen siendo pura inspiración. Es curioso, porque cuando vivía en Madrid y trabajaba para una editorial lo tenía muy fácil para publicar un libro, pero en todos esos años nunca se aparecieron las musas. Realmente la Madre Naturaleza estimula nuestra creatividad: estar tranquila, disfrutar del silencio y gozar solo de sonidos procedentes de ella es clave para ponerme a escribir. Para este último libro, obviamente, los visitantes al jardín ha sido un elemento clave de inspiración.
¿Ha encontrado Silvia Rodríguez La paz interior?
La paz interior es ahora mismo uno de los bienes más preciados del ser humano. Difícil de conseguir y muy importante para nuestra salud física y bienestar espiritual. Yo diría que fundamental porque el estrés mata y lo hace a diario, no es nada trivial. Sí, he encontrado mi paz interior y una cierta sabiduría
para mantenerla porque siempre nos vamos a encontrar con quien se empeña en quitártela. Es algo que brilla y atrae como a las urracas lo dorado y un pequeño sector —gracias a Dios, pequeño— se afana en destruirla. Eso ha sido siempre así y así será. Pero los detecto rápidamente y procuro alejarme lo más posible. Practico mucho el autocuidado preservando esa armonía y serenidad como un gran tesoro. Luego, aparte, está la propia vida que nos da sufrimiento en múltiples ocasiones y, en estos casos, utilizo las herramientas que sean necesarias para afrontar estos momentos con mayor equilibrio emocional y si tengo que pedir ayuda externa, la pido. Todo para cuidarme y poder seguir cuidando.
¿Dónde encuentra la belleza y es capaz de disfrutarla?
La encuentro al levantarme en silencio al lado de la persona amada, en el amor de mis padres que viven muy cerca, en cada hoja, árbol, flor o brote de mi amada Naturaleza, en toda la fauna que puebla este jardín, en un cielo azul pero también en uno gris que descarga con fuerza la lluvia… En el arte, en los pequeños detalles que son los más grandes, en la literatura… ¡En las personas buenas! Hay que rodearse de belleza porque nos hace más plenos y felices, en la medida de lo posible, siempre. Y no, no hace falta tener un jardín. Puedes diseñar tu propio paraíso de relaciones personales, plantas (siempre), costumbres, libros y viajes. Aunque estos sean ir a ver unas flores que acaban de brotar en una rotonda de tu ciudad.


Tan acertada siempre en tus comentarios , Silvia .
Me ha encantado la entrevista y animo a todo el mundo a que lea tus libros .