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LA MUJER DE ACERO DEL SIGLO XX

Ana María López Expósito

Fiel a las sabias palabras de Ibn Barruta, viajero y explorador de la dinastía Merini, considerado como uno de los grandes viajeros musulmanes: «Viajar te deja sin palabras y después te convierte en un narrador de historias». Desde una edad temprana, me convertí en una gran viajera y este verano realicé mi sexto viaje a tierras francesas, concretamente a la Bretaña francesa y las Playas del Desembarco de Normandía. La inspiración me ha llevado a escribir y conocer en profundidad la vida de un ser humano de gran valía, Simone Veil una figura destacada en la historia de Francia y una de las mujeres más influyentes del siglo XX. Primera mujer en presidir el Parlamento Europeo de Estrasburgo desde 1979 a 1982. Nacida en 1927 en Niza, Francia. Vivió una vida marcada por las dificultades y el sufrimiento, pero también por la resiliencia y la determinación. La infancia y las experiencias traumáticas de esta singular mujer superviviente de campos de concentración nazis, durante la Segunda Guerra Mundial la marcaron de por vida. Ella nunca quiso borrarse del brazo el número que le tatuaron en el campo de exterminio: 78651.

En enero de 1944, Simone, junto con su madre y sus hermanas, fue enviada en una marcha de la muerte al campo de concentración de Drancy y más tarde fueron deportadas al campo de concentración de Auschwitz, donde su madre murió de tifus. Tenía diecisiete años. Ella y sus dos hermanas, Milou y Denise fueron las únicas supervivientes de su familia. En los campos de concentración la vida, si se podía llamar de esa manera, era angustiosa: hambre, falta de higiene, castigos, palizas y otros menosprecios. Después de 14 meses, fue liberada el 27 de enero de 1945. Su astucia e inteligencia la llevaron a evitar la cámara de gas al mentir sobre su edad y fue registrada en el campo de trabajo. Simone Veil, es una superviviente del Holocausto.  Me atrevo a decir que todas estas vicisitudes plantaron la semilla de su compromiso con una Europa unida, causa que defendería el resto de su vida. Una de las grandes responsables de que Francia se convirtiera en el primer país católico en legalizar el aborto, Simone Veil no flaqueó. Recibió miles de insultos.

En la Asamblea Nacional tuvo que escuchar los gritos del diputado conservador. Pero, a pesar de la polémica, el aborto quedó legalizado;consiguió que se aprobara la “Ley Veil”, que despenalizó el aborto hasta la semana diez de embarazo. Sus propios compañeros pensaban que era una mujer de acero y además podía atemorizar a cualquiera en los momentos de ira. Tras licenciarse en Derecho en el Instituto de Estudios Políticos de París, ejerció la abogacía durante varios años. En 1954, aprobó el examen nacional para convertirse en magistrada. Entró y ocupó un alto cargo en la Administración Penitenciaria Nacional, dependiente del Ministerio de Justicia. Fue responsable de los asuntos judiciales y mejoró las condiciones de las cárceles de mujeres y el trato a las mujeres encarceladas. En 1964, dejó el cargo para convertirse en directora de asuntos civiles, donde mejoró los derechos y el estatus general de las mujeres francesas. Consiguió el derecho al doble control parental de los asuntos legales de la familia y los derechos de adopción para las mujeres. Llegó a ser Ministra de Sanidad y Seguridad Social; del 29 de marzo de 1977 al 3 de abril de 1978, Ministra de Sanidad y Seguridad Social; y del 3 de abril de 1978 al 4 de julio de 1979, Ministra de Sanidad y Familia. En este cargo aprobó leyes polémicas, como el acceso a los anticonceptivos en 1974, (la venta de anticonceptivos, como la píldora anticonceptiva oral combinada, se había legalizado en 1967) y la legalización del aborto en 1975. Lo cierto es que era una excepcional mujer con gran sentido de la moral y la ética defensora del bien social. Se destacó por buscar siempre en bien común; los políticos actuales debieran de tomar nota y aprender de esta persona honesta defensora del de los intereses de todos los ciudadanos de su país, que supo desempeñar todos y cada uno de sus cargos con maestría y honestidad. Sugiero que lean algunas de las frases que nos ha dejado como legado con gran sentido filosófico- Yo me las he anotado en la agenda para releerlas cada poco y no perder el norte:

La vida es un regalo, y cada uno de nosotros tiene una responsabilidad hacia ella. No hay nada más cobarde que un hombre que golpea a una mujer. El respeto por los derechos humanos debe ser primordial en cualquier sociedad. La educación es el arma más poderosa para cambiar el mundo. El sufrimiento de los demás debe ser motivo de reflexión y acción. La política debe ser una herramienta para el bien común, no para el beneficio personal.

El Premio Simone Veil de la República Francesa se entrega cada año, creado en 2019, bajo el patrocinio del presidente de la República, con ocasión de la celebración del Día Internacional de la Mujer del 8 de marzo, a una persona o a un colectivo que trabaja en favor de la igualdad de género y de la mejora de la condición de las mujeres y de las niñas. El galardonado o la galardonada con el Premio Simone Veil recibe una suma de 100 000 €, con el fin de financiar acciones o proyectos concretos.

Ha recibido menciones y premios tan importantes como: El Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional en 2005, en 1981 Premio Carlo Magno, en 2008 Premio Carlos V, Dama Honoraria de la Orden del Imperio Británico en 2018, y otros muchos. La decisión de que su cuerpo descansara en el Panteón, según Macron, fue tomada en verdad “por todos los franceses”, porque “Francia la ama”. Junto a ella, la científica y doble ganadora de un premio nobel Marie Curie y otras. A su muerte el político francés declaró lo siguiente: “Su humanismo sin compromisos, forjado por el horror de los campos, la convirtió en una constante aliada de los más débiles y en enemigo acérrimo de cualquier compromiso político con la extrema derecha”.

Ana María López Expósito

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