** RESURGIMIENTO DE UNO MISMO** (2ª Parte)

Gonzalo Lozano

Llegó el verano y la pareja continuaba navegando en el mar de la felicidad, era un viernes, a las cinco de la tarde, cuando su cuñada Paqui y su novio Jordi, lo recogían en el Club y los tres se dirigieron a Lloret de Mar en la Costa Brava, donde pasarían el fin de semana.

Marina junto a sus amigas; Conchi, Carmen y Julia, llevaban ya toda la semana de vacaciones, para Zano, esta sería su primera salida en su vida, en la que disfrutaría de una mini vacaciones, fueron dos noches, pero muy intensas.

La noche del viernes, ya de madrugada y cuando se disponían a dormir, Zano no encuentra lugar en el que estar a gusto en la tienda grande, ocupada por las amigas, su cuñada y el novio. Marina dormía en otra tienda, propiedad de su amiga Águeda, por más que le pedía el grupo y la propia Marina a Águeda, para que esta se fuera a la otra tienda con ellos y así dejarles la suya a la pareja, esta no accedió a pesar de las muchas rogativas.

Zano tuvo que dormir en el exterior, tapado para protegerse del relente de la noche y siendo objeto de alguna que otra risilla, por parte de otros ocupantes del camping que llegaban en la madrugada.

Salvo ese contratiempo, todo fue dicha y diversión, la noche del sábado no durmieron, se quedaron toda la noche de fiesta, haciendo tiempo porque Zano, tenía que coger un autobús a las seis de la mañana del domingo, que lo traería de vuelta a sus obligaciones en el Club de Tenis, pues era el día de mayor afluencia de socios y clientes y tenían que tener las pistas arregladas, aun así, estaba contento, pues fue todo un logro que le permitieran librar el sábado.

A las cuatro de la mañana, deciden dejar ya, el centro neurálgico de toda la fiesta en Lloret y se encaminan hacía las afueras, por la carretera que va a Tossa de Mar, que era donde estaba ubicado el camping. Una hora quedaron a solas los tortolitos, en las escaleras que daban a las duchas, entre besos, caricias y conversaciones, sin más remedio, la despedida llegaba y fue como si no fuesen a verse jamás, y lo harían al día siguiente lunes, pues todo el grupo finalizaba sus vacaciones.

En el trayecto de vuelta que duraba dos horas, Zano aprovechó para echar un sueñecito, ya en el Club, le costó ponerse las pilas, pero lo consiguió he hizo su labor como de costumbre, eso sí, cuando finalizó a las cinco de la tarde, se fue a su casa y se echó a dormir muy temprano.

Ya en lunes, se levantó totalmente descansado y a las ocho ya estaba en el Club para una nueva jornada.

Por la tarde y como de costumbre, Zano se marchó al Mónaco donde al rato aparecería su amada y paulatinamente el resto del grupo.

El encuentro de la pareja fue como todos los días, como si no hubiese un mañana para ellos, la pareja se consolidó del todo, en el más profundo amor, comprensión, cariño y respeto. Zano lo tenía clarísimo, y así se lo dijo a ella, en no pocas ocasiones; él no estaba para pasar el rato, si no, que su intención con el tiempo, era la de casarse con ella.

Antes de finalizar ese verano de 1987, a Marina la ingresan en la Clínica Platón de Barcelona, para operarla por tercera vez de la rodilla derecha, para enmendar complicaciones de las dos veces anteriores sobre el menisco. Ella no quería, pese a las advertencias de los médicos de que se podría quedar coja, a ella le daba igual, había padecido mucho con esa rodilla, estaba escarmentada y decepcionada, nadie le tocaría más su rodilla, se lamentaba.

Al final, su familia y el tesón y apoyo de Zano lograron convencerla de que lo hiciera, la operación fue un éxito, Zano pidió una semana de permiso y no se separó de ella, salvo cuando lo echaban a las ocho de la noche porque finalizaba el tiempo de las visitas.

Como decía la familia de ella…” Él también se ingresó con ella.

Salvo por la contrariedad que suponía esa nueva intervención, los dos pasaron una semana de recogimiento, de mucho conversar, de mucha demostración de cariño y compenetración entre ambos.

Marina, compartía la habitación con otras dos pacientes, que ya estaban muy recuperadas y se salían a dar paseos, dejando así, un poco de intimidad a los tortolitos, que evidentemente ellos aprovechaban.

Una de esas tardes, en las que el regresaba a la habitación, después de comer en la cafetería del hospital, se hizo latente su bautismo oficial con la familia de ella, a la que todavía no había sido presentado. Al salir del ascensor, vio meterse a su cuñada Paqui, muy rápida en la habitación, diciendo; ¡¡Que viene, que viene!!

Al encaminar sus pasos a la habitación, a Zano le empezó a entrar cierto nerviosismo, ¡¡ Que encerrona me habrá preparado mi cuñá!!, se decía, al abrir la puerta, se quedó como un pasmarote en el marco de la puerta, sin decidirse a entrar. Allí estaban sus suegros, tíos y primos de Marina y el resto de hermanas y cuñados de ella.

Se adelantó su cuñada Paqui y cogiéndole del brazo le dijo, ven, pasa que te presentaré a la familia, ¡¡ Esta te la guardo!! Le dijo por lo bajo él.

Tímido como lo era, le comenzó a brotar los mil sudores, pero supo capear la situación notablemente y no dudo cuando logró llegar a la altura de su amada, en darle un beso ante la atenta mirada de todos.

Una vez roto el hielo, Zano estuvo conversando con toda la familia, empezando por Araceli y Nicolas, sus suegros, de él mismo, su vida y de sus intenciones para con su hija.

Al día siguiente, se hizo efectiva su primera entrada en casa de sus suegros, había que traer ropa limpia a Marina y su suegra estaba muy atareada por las mañanas para poder traerla, él se ofreció encantado y pasó por el domicilio tempranamente a recoger la bolsa con la ropa, donde fue recibido por su suegra y su cuñada Leli, la más pequeña de todas las hermanas.

El lunes le dieron el alta, y le faltó tiempo a él, para personarse en casa de sus suegros en cuanto dio de mano. Ella precisaba de muletas, para no cargar demasiado peso sobre la rodilla, él le ofrecía su brazo para que ella se sujetara también y así salían a pasear todos los días.

De a poco, soltó una de las muletas, ya se afianzaba más al caminar, pero, no obstante, el la asía por la cintura para asegurar que no se cayera. Al final del verano, ya andaba con soltura, sin necesidad de apoyo alguno.

Llegó la Navidad y como era costumbre, cada Noche buena lo celebraban en casa de las hermanas ya casadas por el momento, un año cada una, allí se juntaban todas las hermanas, cuñados y sobrinos, excepto los suegros, pues estos no eran de muchas celebraciones y se acostaban muy temprano.

Esa Noche Buena de 1987, tocaba en la casa de Leonor y Blas a la que también se agregaron, Isa y Conchi, hermanas de Blas. Para Zano fue su primera gran celebración, tampoco en su casa lo celebraban mucho y máxime desde que su madre falleció en 1983. Las que había celebrado, lo hizo en casa de sus vecinos Elena y Pepito, donde lo acogieron como a un hijo desde que llegó del pueblo.

Fue una noche distinta, muy entrañable para él, que duró hasta altas horas de la madrugada, al día siguiente ya Navidad, habiéndose dormido poco y también como tradición, se comía en casa de los suegros.

Ahí Zano, si se encontró un poco más intimidado, pues no dejaba de ser el primer evento familiar con la presencia de sus suegros y más en su propia casa. Pero fue solo por un rato, pues enseguida su suegra, le fue mostrando la confianza necesaria, para que él se sintiese a gusto.

Su suegro era de poco hablar, imponía bastante, pero tanto Marina como sus cuñados, lograron quitarle hierro al asunto y lo pasaron muy bien. Como hubo que retirarse a media tarde, pues los suegros no eran de aguantar mucho, el resto siguió con la celebración en casa de Carmen y Santi, jugando a las cartas y al bingo, hasta que llegó la hora de cenar, donde Santi preparó un pica pica y aunque se decía que no había hambre, dieron buena cuenta de ello.

Al día siguiente, festividad de San Esteban, día festivo en Cataluña y por lo tanto, todos juntos otra vez…Pero ahora en casa de Leonor, vaya navidades más intensas, divertidas y entrañables pensó Zano, como nunca las hubo pasado.

A comienzos de 1988, gracias a Marina, que puso a Zano en contacto con un tío suyo, el cual trabajaba para los dueños de una empresa constructora, facilitó que el muchacho entrara a trabajar como operario de la construcción.

Ahora sí que gana un buen sueldo, como jamás lo hubo ganado hasta entonces, le permitía dar dinero a su padre, tener para sus gastos y poder permitirse extras junto a Marina, que, aunque ya lo hacían, a partir de aquí, lo hacían más.

Ese verano, ha Zano ya le correspondían dos semanas de vacaciones, entre Marina y él, se compraron una tienda de campaña y veranearon de nuevo en Lloret de Mar, era para ellos un lugar idílico, en esta ocasión fue en el Camping Santa Elena, pues el de la vez anterior, había cerrado definitivamente. Les encantaba Lloret y esas dos semanas fueron de ensueño en todos los aspectos, ya no había despedidas al llegar la noche, juntos a todas horas ¡¡Qué maravilla!! Zano se sentía como un hombre felizmente casado.

Una mañana temprano, Zano salió de la tienda y dirigiéndose al bar, pidió que le prepararan un suculento desayuno para dos, el cual trasladó Zano en una bandeja hasta la tienda, donde Marina dormía todavía plácidamente.

Zano comenzó a despertarla suavemente, pero ella se asustó y con los aspavientos que hizo con los brazos, le dio a la bandeja que Zano sujetaba en sus manos, vertiendo todo el contenido por la tienda.

¡¡Adiós a la sorpresa!! Ella tras el susto inicial, se sintió halagada por el gesto y frustrada a la vez por haberlo fastidiado, aunque ambos rieron por lo que tuvo de comicidad el momento.

Sacaron todo de la tienda y la limpiaron bien a fondo, después marcharon a desayunar a la terraza del bar del camping, el camarero se extrañó y le pregunto a Zano, si el desayuno no había sido del agrado, a lo que él, entre risas le contesta…¡¡Vamos a dejarlo en que ha habido un pequeño accidente!

Este gesto, lo realizo Zano en otra ocasión, cuando menos lo esperaba ella, bandeja apartada a un lado, eso sí, y entonces que bien salió todo, que maneras de empezar el día tan maravilloso.

La pareja seguía flotando en esa nube de felicidad y antes de que finalizara el año, Zano con anillo de pedida en mano y rodilla en tierra, le pidió matrimonio a Marina, fue en Mónaco, en el mismo reservado que la vez anterior. Durante el año 1989, la pareja se compró un piso que fueron arreglando y amueblando de poco a poco, cuando al fin lo tuvieron a su gusto, buscaron fecha, uniendo, sellando de por vida en matrimonio eclesiástico, sus felices almas el 25 de mayo de 1991.

¡¡¡Estallido y resurgimiento en la vida de Zano!!!

Pluma de: Dogoan.

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