BUCEANDO EN LAS ALMAS El Linaje del Corazón
Mi amiga Eugenia, me había pedido por favor, que fuese con urgencia a su casa. Me adelantó que era cuestión de una decisión a tomar y necesitaba mi punto de vista.
Mujer inteligente, vivaz, de mediana edad hacia arriba, con esa feminidad por la que no pasan los años. Viuda con una hija, y experiencia profesional en múltiples disciplinas artísticas; con la belleza inusual, no solo física sino espiritual, de los que se sorprenden con las emociones del día a día, como si cada mañana se renovase por dentro. ¿y por qué no decirlo? Con el linaje de la sangre.
Abrió la puerta y me recibió con una enigmática sonrisa, que otras veces ya había observado, cuando en especial estaba orquestando algo que iba a llevar a cabo.
Me miró fijamente. Y como siempre hacíamos, en las ocasiones que una u otra teníamos atascada alguna situación, fuimos al grano. En la mesa del té, tenía preparada una jarra de limonada y dos vasos.
Dijo, apenas sin parpadear: -Sabes que he quedado muy saturada de «la amistad» de mi pretendiente el político…llegó un momento en el que solo existía él. Y todo giraba en torno a su ombligo. Su arrogancia le llevó hasta decirme las amistades que tenía que desechar. Y aquellas de las que me tenía que aprovechar. Lo cual, como ya te dije en su día, me espantó. Su falta de consideración, su prepotencia, pretendiendo dirigir mi vida…
Tomó un respiro y bebió un vaso de agua de limón con hierbabuena.
De nuevo siguió -Acuérdate también del empresario…con el que salí unos meses. Sus títulos académicos le obnubilaban. Tanto conocimiento con muy poco sentimiento humano, le hacían tener la «soberbia de la vida», una superioridad en la que las personas, eran números o potenciales exponentes para el beneficio de sus empresas.
Volvió a descansar un rato, notaba que se estaba alterando. Prosiguió, después de un sorbito de su brebaje preferido. -¿Y qué me dices del profesor catedrático de biología? Quería llevarme sí o sí, a su finca, para que, tras una rápida boda, me instalase, sustituyendo a su maravillosa difunta esposa; a la que echaba de menos y yo le hacía recordar. ¡Querer a una mujer pensando en la otra veinticuatro horas del día!
-Eugenia, su actitud era la de no estar bien de la cabeza. Ese pretendiente en cuestión necesitaba «pasar» por su particular duelo. Y del famoso empresario…ese hombre solo quería utilizarte para sus intereses. Y que fueras su tarjeta de visita para viajes, idas, venidas, de compromisos sociales. Y el político: i cuidado! Te recuerdo que te intervinieron el teléfono y el de la niña. Él jamás reconoció que estuviese en seguimiento judicial, como así fue.
Me volvió a mirar fijamente y contestó: -Así mismo fue, de buena me libré.
-Querida amiga, tu prudencia y el no lanzarte al vacío, el conocer despacio sin ceder a sus prisas, te dio la lucidez, de poder vislumbrar donde te ibas a meter. En ocasiones observo a conocidos y amistades que se embarcan en unas relaciones, sin haber observado y tenido conocimiento de cómo es la otra persona. No es cierto que los jóvenes se motiven más por la pasión. He visto a mujeres y hombres maduros, en una alocada adolescencia perpetua. Aunque te diré, que nuestra forma de
analizar tan reflexiva, muchas personas no la entenderían. No obstante ser fiel a uno mismo es lo principal, no podríamos ver las cosas de otra manera.
Noté que Eugenia guardaba otra carta de la baraja, que estaba a punto de poner sobre la mesa.
Pues ahora-dijo ella-. Estoy sopesando, si empezara salir con un amigo, con el que hablo desde hace tiempo, me ha realizado varios trabajos. No tiene el linaje de la sangre, pero es leal a sus pensamientos y consecuente en sus actuaciones. Ni tiene bagaje intelectual. Las circunstancias de su vida, no le dieron determinadas oportunidades. A raíz de conocernos, hace más de un año, es que estoy viendo el interés por formarse en distintos temas. Reconoce lo que no sabe. No estoy acostumbrada a un hombre con tanta humildad y verdad. Sí, que es cierto que tiene el linaje del porte físico, es atractivo, muy respetuoso, educado, sabe escuchar. Hay otro linaje, que es el que me tiene fascinada.
Me quedé de nuevo mirándola, esta vez de reojo. Era muy normal, que ella se sintiera fascinada por un amanecer desde Sierra Nevada, por los colores ocres, amarillos, naranjas, de las hojas del otoño que bajaban volando por el monte de castaños o de las cascadas de aguas termales y un largo etcétera, pero¡por un hombre! ¿fascinada? Eso no se lo había oído nunca.
Me preguntó: – ¿Tú crees que puede funcionar un matrimonio en el que ambos vienen de ambientes culturales, familiares, muy diferentes, manteniendo la educación, por supuesto, pero, con ese equipaje a las espaldas?
iAh, eso era lo que quería preguntarme!
-Mira Eugenia, tú sabes tan bien como yo, que La Historia de la Humanidad es testigo de relatos, valga la redundancia, de auténticas historias de Amor que saltan por encima de múltiples obstáculos que los podían separar: distintos ambientes familiares, culturales, entornos profesionales, hasta diferentes culturas. En tu caso, ya no sois niños. No sois jovencitos que se plantean formar un hogar y crear descendencia. No buscas un hombre que sea ejemplo intelectual para tus hijos, o con una desenvoltura económica para mantenerlos; obviamente por vuestra edad estáis en otra etapa.
Necesitas un compañero de vida y él una compañera, para pasar juntos el resto de años que os quede por vivir. Un matrimonio pensado, para cuidaros y respetaros mutuamente y haceros felices en vuestro hogar. Te puedes permitir, elegir el hombre con el Corazón más grande que encuentres.
A Eugenia se le iluminó la cara, en el fondo, mi respuesta era lo que quería oír. En esta ocasión coincidíamos. Otras muchas veces, no.
Es curioso que según pasan los años, vas valorando lo que realmente importe en los seres humanos. Hay quienes, desde siempre, lo supimos ver. Y eso nos trajo múltiples choques con el entorno familiar y social. Me quedé meditativa, con estos pensamientos.
– ¿Qué piensas? -dijo ella.
-Lo que te está produciendo fascinación es su Linaje del Corazón.
-Así es- me contestó-. Es discreto y se está convirtiendo en mi confidente. Una tumba para contarle cosas y que estén a buen recaudo y opina con bastante acierto. Muy sereno, con gran equilibrio mental. La nobleza de su corazón me puede…
-Creo-le dije-. Que debemos abrir las puertas de nuestra alma y los acontecimientosnos irán diciendo, si realmente es esto lo que necesitamos.
Eugenia, se sorprendió: – ¿Dices abrir las puertas? ¿en plural?
-Sí, Eugenia, me está pasando igual que a ti. También estoy en esa disyuntiva. Las dos nos abrazamos con una mutua sorpresa.
-Tienes razón-dijo ella- abramos las puertas a un Nuevo Horizonte. Es el linaje del corazón lo que nos ha cautivado de ellos.
Cristina Gómez Tejedor