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Fue un médico neurólogo austriaco de origen judío, padre del psicoanálisis y una de las mayores figuras intelectuales del siglo XX.

            Esta es la primera descripción que tenemos en cualquier página de internet sobre Freud, y es cierto, fue un médico neurólogo. Pero, ¿Saben ustedes que lo que le llevó a la medicina fue el amor? Y no precisamente…el amor por la medicina, sino el de una mujer. Su único interés era poder casarse con ella. Comencemos…

            Que Sigmund Freud era un genio eso es indudable, y sus padres lo sabían muy bien. Lo sabían tan bien que una de sus hermanas pequeñas tuvo que dejar de tocar el piano porque le molestaba al muchacho para estudiar.

No vamos a negar la inteligencia y el “don”, con el que una persona nace, pero si a eso le añadimos un toque de infancia diferente “Voilà” tenemos al genio perfecto. Porque todos sabemos que la infancia es lo más importante para la psique de un ser humano, ¿O no han leído ustedes a Freud?

            Él nació cuando su padre tenía 40 años, su madre casi veinte años más joven y dos hermanastros que buenamente podrían ser sus padres. En el nuevo matrimonio fue el mayor, le seguirían seis hermanos, cinco de ellas chicas. Era el único en la casa que tenía habitación propia. (Puestos a apostar por alguno, apostemos por el rarito nunca falla). Vamos a entender, o al menos a intentarlo que aunque no estamos hablando de una infancia escabrosa (Ya hablaremos de Allan Poe) tuvo que ser difícil nacer en un ambiente diferente a lo común, siendo judío por aquellos entonces, viviendo en una casa de una sola habitación (En Viena es donde ya tuvo cuarto propio), vio morir a su primer hermano con seis meses cuando él apenas tenía dos. Lo sé, no es nada como ya he dicho, del otro mundo para esa época, pero no olvidemos que estamos hablando de Freud, un niño que comía en su habitación para no perder nada de tiempo mientras estudiaba. Con doce años aprendió por su cuenta seis idiomas. Y además, desarrolló su fascinación por los sueños desde… pues la verdad es que siempre la tuvo, porque desde que aprendió a escribir Freud ya anotaba todos sus sueños en una libreta que luego posteriormente utilizaba para su estudio, organizaba, los clasificaba, los interpretaba…

            Cuando ingresó en la escuela de medicina de Viena, él quería ser investigador científico. Por curiosidad; llevó una investigación sobre los órganos sexuales de las anguilas, para ello diseccionó más de 400, además también estudiaba los sistemas nerviosos de los peces. El caso es que él, no quería ser médico, pero, se enamoró. Y aquí viene lo bonito, se enamoró de Martha una joven que vivía en Alemania, con la que mantuvo un romance de lo más victoriano que se haya visto (también veremos en algún artículo en que consistía un romance victoriano), su compromiso duró cuatro años, en los cuales solo vio a Martha seis veces. El resto estaba compuesto por 900 cartas de amor apasionadas que Freud le mandó, más las que le mandara ella a él por supuesto. (Lo que daría yo por una carta apasionada de Freud). ¿Se imaginan ustedes llamando a su amada mi adorada princesa o mi más preciado tesoro? Yo tampoco, sobre todo porque todos hemos pensado que el mayor tesoro de Freud era la cocaína, ¿Verdad? Pues no. Estamos todos equivocados. Vamos con ese tema.

            Como os dije al principio, el amor de Freud por Martha fue lo que le hizo ser médico, ya que era un puesto de trabajo más accesible que el de investigador científico, y él quería casarse pronto. Dentro de la medicina eligió las enfermedades nerviosas exactamente por el mismo motivo, accesibilidad y traerse pronto a Marta consigo.

Nada de lo dicho quita, que Freud estaba destinado a ser lo que es en la actualidad, el padre del psicoanálisis.

            Volvamos a su segundo tesoro, la cocaína. En 1884 comenzó a investigar con la cocaína, su motivación era buscar un golpe de suerte que lo alzara, sin embargo el golpe de suerte se lo llevó un amigo suyo, al que él le recetó su consumo, éste descubrió que la cocaína producía un efecto anestésico en el ojo si se ponía en contacto con la cocaína (No puedo dejar de pensar como descubrió esto, os prometo que me quita el sueño, no dejo de pensar que se equivocó de orificio o algo parecido…) el caso es que quien se llevó la fama fue su amigo. Lo que si se llevó Freud fue una mala, malísima reputación porque otro amigo suyo al que le recetó también la cocaína, sufrió una adicción extrema, ya que se la recetó para sacarle de la adicción que tenía con otras drogas… un caos.

            Tenemos que tener algo muy claro, y aquí, me pongo seria. Freud nunca supo los efectos de la adicción de la cocaína, porque su estudio lo hizo sobre sí mismo y no la consumía de forma recurrente, por lo tanto, nunca estuvo enganchado, por mucho que las plataformas de cine actuales, se empeñen en demostrarnos. La única adicción de Freud, era el trabajo. (Tenía que aclarar esto, ya que pertenezco a la lucha constante contra la leyenda negra en los términos que sean).

            Solo hubo alguien que cambió el rumbo de la mente de Freud, lo que tampoco quita que ésto estuviese predestinado, Jean-Martín Charcot. Quien dirigía experimentos con la hipnosis. Aquí es donde y cuando Freud reconsidera todas sus ideas y esto le llevó a toda una vida dedicada al estudio de la Psique. Le llamó la atención que, bajo la hipnosis, se podían meter ideas en la cabeza, bueno en la segunda cabeza, lo que él más tarde llamaría, subconsciente.

“LAS ENFERMEDADES PUEDEN SER CAUSADAS POR IDEALES”

            Y creo que es mejor momento para parar el artículo y dejarles a ustedes la libertad de querer estudiar o no, al gran Sigmund Freud. Cosa que les recomiendo sobradamente.

Por cierto, se casó con Martha, y vivió con ella toda su vida. Si comieron perdices o no… es algo, que nunca sabremos.

Ana Calvo

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