MICRORRELATOS AL VUELO IV

Sergio Reyes Puerta

Autor: Sergio Reyes

Queridos amigos y lectores de Granada Costa, os traigo otro recopilatorio de microrrelatos de mi autoría. El primero, Magia, ganó el concurso literario “El paso del cejudo” de la Fundación Global Nature, certamen convocado a través del proyecto LIFE Paludícola, que trata de proteger el hábitat del carricerín cejudo. El segundo, Los terrores de Patricia, es un breve homenaje a Kafka y Gregorio Samsa. Sigo con Una vuelta más, el inoportuno paseo de un hijo con su padre hasta el bar. Y termino con tres historias que parten de una misma frase de inicio. Son: El tío americano, Niño caprichoso y Celador aburrido. Como siempre, deseo que los disfruten.

Magia

El hombre se acercó despacio, misterioso. Llevaba las manos a la espalda y trataba de disimular una sonrisa. Sobre la cabeza de la pequeña, a lo lejos, divisó los quijotescos molinos de Mota del Cuervo. La laguna de Manjavacas, entretanto, refulgía apacible detrás de él en aquella tranquila tarde de septiembre.

─Abuelo, ¿qué escondes ahí detrás?

El anciano la miró en silencio, sosteniendo el suspense. La niña había adivinado sus intenciones y él disfrutó de aquella demostración de inteligencia infantil.

─Llevo muchas cosas.

─¿Muchas cosas?

─Sí, muchas cosas.

─¿Y qué cosas son?

─Llevo vida. También llevo un largo viaje de Bielorrusia a África. Llevo las ilusiones de muchas personas por salvar a una especie amenazada. Y llevo, en fin, sueños que se hacen realidad con el esfuerzo de todos.

La pequeña abría cada vez más los ojos y la boca, emocionada con cada frase de su abuelo.

─¡Quiero verlo!

El hombre extendió su brazo y la avisó:

─¡Atenta! Como toda ilusión y como la mejor magia, será sólo un momento…

Entonces abrió la mano y apareció un carricerín cejudo. Este agitó su cabecita, ubicándose, y echó a volar mientras la pequeña daba enormes saltos de alegría alrededor de su abuelo.

Los terrores de Patricia

Sus ruidos la despertaron a medianoche. Las asquerosas cucarachas campaban en el suelo de su cuarto. ¡Cucarachas! Esos bichos la aterrorizaban desde niña. Gritó, lloró y pataleó en el aire durante horas. De nada sirvió. Al amanecer las oyó roncar y, extrañada, se atrevió a mirar. Varias personas, cual Gregorios Samsa a la inversa, se despertaban en ese momento y se incorporaban dirigiéndole miradas retorcidas. Y entonces Patricia supo lo que era, realmente, el terror.

Una vuelta más

Fui a darme una vuelta más con papá, pero esta vez no fue tan buena idea como en otras ocasiones. Aunque sabía muy bien lo que deseaba ―lo habíamos hablado tantas veces―, me sorprendió ver que todos los vecinos del pueblo nos rehuían. Hasta los parroquianos habituales de su bar favorito, que de sobra nos conocían, salieron corriendo al vernos. Pronto, la policía rodeó el local. 

―No creí que mamá cumpliera su amenaza de avisarlos ―susurré, decepcionado, al oído de mi padre, que permanecía apoyado en la barra, impasible y muy tieso. 

Al rato, mientras una fornida agente me esposaba lo miré por última vez, a modo de triste despedida, aunque me sentí aliviado al saber que ya no tendría que llevarlo de vuelta. La verdad es que estaba agotado por el trayecto realizado hasta el bar y sabía que no hubiéramos podido regresar sin ayuda. Sinceramente, nunca hubiera imaginado, hasta que salí con él del tanatorio, que un muerto pesara tanto.

El tío americano

He hecho trampa con las pastillas del tío americano. Lo llamamos así porque, siendo muy joven, cruzó el charco. Todos contaban, antes de que yo lo conociera, que allí se hizo muy rico. Sentía curiosidad ―y mucha envidia― hasta que, el otro día, apareció en casa por sorpresa. 

―Tenía ganas de abrazar a mi hermanita y a mi sobrino―dijo. 

Ahora se retuerce en el salón y yo, mientras mamá llama por teléfono y le grita a los médicos que se den prisa, sueño con el nuevo Scalextric y con todos los demás regalos que me traerán, ahora sí, con el dinero de la herencia.

Niño caprichoso

He hecho trampa con las pastillas de mamá y parece que, por fin, me he salido con la mía. ¡Voy a tener un hermanito!

Aburrido celador

He hecho trampa con las pastillas y al fin ha comenzado el motín en el psiquiátrico.

Deja un comentario