DIARIO DE UN POETA EL DÍA QUE CONOCÍ AL PINTOR ONOFRE PROHÉNS
Uno, a veces piensa que conoce a muchas personas, importantes todas ellas. Pero, después de reflexionar, te das cuentas y te preguntas ¿por qué se consideran importantes? Normalmente, es porque han destacado en cualquier campo de las artes, de la literatura, de las ciencias o, simplemente, han triunfado en los negocios. A veces, es verdad que sobrevaloramos a algunas de esas personas, bien porque han sido cercanos a uno y ha habido una relación de amistad o simplemente por vanidad. Luego el tiempo nos demuestra que estábamos equivocados, que no eran como creíamos y eso supone llevarnos una decepción.
Yo he tenido la suerte, a lo largo de mi vida, de haber conocido a muchas personas, tanto hombres como mujeres, de los que aprendí y me enriquecieron. Aunque debo decir, que algunos me defraudaron y me mintieron. Pero eso, es otro tema que expondré en un próximo Diario de un poeta.
Quiero con esto decir, que esas personas que no han triunfado en la vida, no son importantes, por supuesto que sí. Todos, ellos y ellas, tienen las manos encallecidas de trabajar de sol a sol. La cara curtida del viento, del frío y de las inclemencias del tiempo. Todos ellos y ellas, han permitido, que los que han triunfado, en la materia que sea, se lo deben, en una parte, a ellos mismos y en otra a los que les han apoyado en la sombra. Nunca nadie sabrá sus nombres, ni se escribirán en papel cuché, ni los reconocerán por la calle. Pero pienso, que esas personas anónimas han triunfado también, porque han sido el sostén de la familia.
Hay otras personas, que triunfan en un oficio que no han elegido, en este caso, anticuario, uno de los más prestigiosos de Mallorca. Pero, aunque el negocio le iba bien a Onofre, lo que realmente le gustaba, más que nada, era la pintura, llegando ser uno de los pintores más conocidos de Mallorca, no solamente aquí, sino en el mundo entero, especialmente en Japón, donde era muy conocido.
Onofre Prohéns, es también muy conocido, por su forma magistral de pintar las buganvilias. Creo, a no equivocarme, que no ha habido otro pintor, que se le igualara en este estilo. Ha realizado infinidad de exposiciones en Baleares, resto de España y por muchas partes del mundo.
Era un hombre amable, exquisitamente educado, que no levantaba muros entre él y los demás. Sensible y amante de las cosas bella, le encantaba la naturaleza y de ella las flores. Sentía predilección por las rosas, a las que cuidaba y mimaba, en el extenso jardín que rodeaba su casa, en la famosa urbanización de Son Vida. Era un hombre muy culto, buena gente, sabía tocar el piano con mucha sensibilidad y llegó a escribir poemas.
Una vez coincidí con él en Valldemossa y tras tomar un café en la terraza de uno de los bares, me enseñó la casa que allí tenía, donde él arte, cuadros, figuras artísticas y otros detalles, llenaban la casa, e incluso, tuvo la amabilidad de ofrecérmela, por si quería pasar en ella unos días con mi familia, ya que él residía en su gran chalet ubicado en la urbanización de Son Vida. Decliné la invitación, agradeciéndole su gentileza.
Tenía infinidad de amigos y amigas, por su talante acogedor y generoso. Cada año organizaba, entre otras, una gran fiesta social, a la que acudían muchas de las personas más influyentes de la Isla. Tuve la ocasión de asistir invitado varias veces a esa fiesta. Recuerdo, el gran buffet de manjares exquisitos, que se montaba junto la piscina. Allí coincidí con Genia Tobin y su marido Tomeu, componentes de los Valldemossa. Estuvimos un rato, hablando de su trayectoria musical. Pude ver a muchas personalidades del mundo de la cultura y de la política.
La fiesta, empezaba antes del anochecer y duraba hasta otro día a media mañana. El desayuno consistía, para todas las personas que habían sabido aguantar, en un chocolate con ensaimada. Entre sus muchas amistades, se encontraba la princesa Diana de Francia, duquesa de Wurtemberg.
Un día, había quedado con él en la cafetería de un lujoso Hotel, cercano a su domicilio. Tenía que entregarle dos invitaciones, para que asistiera a la entrega de la A de plata, de la revista Arboleda, que se había de celebrar unos días más tarde en Calviá. Tomamos un chocolate con ensaimada y al terminar me regaló un cuadro con buganvillas, de su autoría. Gesto que me llenó de alegría y que está colgado en el pasillo de mi casa.
Me van a permitir, que les cuente una anécdota que me pasó. Estaba invitado a una de las fiestas, que daba en su residencia, iba con unos amigos y la mujer me dijo: Marcelino llevas la camisa toda arrugada. Salí del coche y efectivamente, la camisa la tenía arrugada. Debo decir que la camisa era de una tela que se arruga muy fácilmente. ¿Qué hacer? la verdad es que no estaba muy presentable. Entonces, me acordé que, cerca de donde nos encontrábamos, estaba la residencia de doña Inés Antich. Les dije a mis amigos, vamos a la casa de doña Inés y allí me la plancharán la camisa y efectivamente me la plancharon. Una vez me devolvieron la camisa planchada me dijeron: Sí qué ha sido difícil plancharla. Después de dar las gracias a doña Inés, seguimos hacia la residencia de Onofre Prohéns. Había ya algunos invitados, a los que fuimos presentados.
¿Cuándo conocí a D. Onofre Prohéns? Exactamente no lo recuerdo, pero creo que fue una tarde en casa de doña Inés, baronesa de Reynés. Después coincidimos en muchas más ocasiones, en exposiciones de pinturas y celebraciones poéticas. Recuerdo con mucho agrado, el día que pasamos en una casa de campo de una amiga de Calviá. Éramos, en esta ocasión, unas doce personas, estábamos invitados a comer migas de pan, acompañadas de una amplia guarnición: morcilla, panceta, chorizo, pimientos fritos, ensalada de naranja, todo regado con un buen vino. De postre degustamos unos estupendos pestiños, que acababan de hacer en perola de cobre. Ese día, Onofre disfrutó como un niño, ya que creo, que era la primera vez que comía migas. Le gustaron tanto que dijo dirigiéndose a la anfitriona: Cuando quieras me invita otra vez, yo pago todos los gastos y quedan todos los presentes invitados.
Onofre Prohéns Payera, nació en el bonito pueblo de San Joan el 24 de abril de 1930 y falleció en Palma el día 4 de marzo de 2017.
Marcelino Arellano Alabarces
Palma de Mallorca