Portada » MONTE SAINT-MICHEL

Nosotros visitamos Monte Saint-Michel durante un viaje por Normandía y, créanme cuando les digo que cada segundo delante de aquel exuberante paisaje será inolvidable. Si ustedes también tienen ganas de conocer este Patrimonio de la Humanidad les ofrezco información relevante que les puede ayudar con la preparación de la visita: cómo llegar, dónde hospedarse, cuándo ver los espectáculos de las mareas o qué hacer en este lugar asombrosamente apasionante. El paisaje del Monte Saint-Michel, en Francia, es capa de dejar cualquiera enamorado del lugar. Es uno de esos lugares mágicos que se vuelven deseo de muchos aficionados por los bellos viajes. Ya sea por la hermosa Abadía que ocupa la parte más alta de la ciudad medieval o por el increíble fenómeno de las mareas. Es curioso que se conoce al Monte Saint-Michel como un castillo, pero en realidad se trata de una región amurallada que recoge un monasterio y una magnífica abadía que es la que da nombre al lugar. Visitarlo es perderse en paisajes espectaculares, pero no metan los pies sin ser acompañados porque la marea es falsa y les puede jugar una mala pasada.

            La preciosa abadía es una parada obligatoria, yo les recomiendo entrar a verla, aunque hay que desembolsar tan solo once euros para entrar en ella. Es un alivio para el bolsillo ya que estamos en tiempos donde todo está subiendo de precio. Pasear por esta región es espectacular. Y cada nuevo callejón recorrido es una bella imagen que debe ser registrada, solamente necesitamos tener piernas para subir hasta lo más alto, hasta la Abadía. Por eso, deben tener en cuenta estar más de unas horas allí, lo ideal es invertir dos o tres noches para verlo todo. Solo quien duerme en el Monte Saint-Michel y alrededores consigue ver los mejores momentos de esté, pues las multitudes de turistas que llegar de las excursiones no suelen hospedarse. Por la noche, cuando los turistas se marchan tenemos la noción real del encanto este monumento. Como por ejemplo la puerta levadiza imperceptible con tantos visitantes que pasan por ella durante el día gana nuevas miradas durante la noche, cuando es posible percibir las corrientes que pueden elevarla. Las diferencias de color que se pueden observar en las paredes y muros de piedra dejan más evidente la arquitectura del lugar, pues se muestra más misteriosa a la luz de la noche. Caminar por las calles con la luz de la luna proporciona una experiencia todavía más emocionante.

            De preferencia deberán llevar zapatos ligeros, cómodos ya que cuenta con bastante desnivel, ¡y no olviden el chubasquero! Desafortunadamente, la incidencia de las lluvias en esta región es enorme. Cuando lleguen al Monte Saint-Michel y se encuentren con la inmensidad del paisaje, no se sientan culpables por pasar unos minutos hipnotizados. ¡Le pasa a todo el mundo! La avenida principal de Monte Saint-Michel es la Grande Rue. Es una visita obligada para todos los que quieran llegar a la cima del pueblo. En el camino hay varios restaurantes, tiendas de souvenirs, productos medievales, pequeños museos temáticos y algunos hoteles. Asegúrense de comprar los caramelos salados y las galletas ¡son deliciosos! Para escapar de la multitud que sube a la cima, prueben las rutas alternativas que siguen los tramos de escaleras en los callejones más escondidos. ¡No hay forma de perderse! Todos los caminos conducen a la Abadía, basta con subir y subir.

            La diferencia entre las mareas altas y bajas puede alcanzar los 15 metros. El fenómeno ocurre en períodos específicos. Para ver el fenómeno que inunda el islote les aconsejo consultar la tabla de mareas antes de viajar. El fenómeno ocurre todos los meses. Lo que ves cuando visitas Saint-Michel durante los períodos de marea más activa es la transformación total del paisaje alrededor de la región amurallada. En menos de dos horas, la bahía, completamente inundada, se convierte en un enorme desierto. ¡Es todo un espectáculo! Lo contrario sucede al final del día, cuando el agua regresa tan rápido que se ha ganado la reputación de “correr a la velocidad de un caballo al galope”. Para ver el fenómeno, es necesario prestar atención a la hora exacta del regreso de las aguas, cuando es posible observar la ola que llega e inicia el proceso de inundación alrededor de Saint-Michel. Hace unos años, todavía era común ver coches de turistas desatentos siendo arrastrados por la fuerza del agua, que se adueñaba del aparcamiento del recinto amurallado. Hoy en día, eso ya no sucede. La nueva vía conecta la zona de aparcamiento con el pie del cerro, evitando así hechos como los del pasado.

            Es increíble imaginar que en pocas horas el lugar por donde pasean decenas de turistas pueda ser tomado por más de 15 metros de agua. En cuanto a los principales restaurantes del pueblo de Monte Saint Michel se encuentran, como les comentaba, a lo largo de Grande Rue. Ofrecen, en general, comida tradicional y un menú típico francés. También hay varios bares y cafeterías que venden sándwiches y crepes, además de las tortillas de Monte Saint-Michel. Después de ese tiempo, si se quedan hasta tarde deberán tenerlo en cuenta y comprar algo de comida. En la región que rodea el Monte Saint-Michel, es posible probar una carne bastante peculiar, debido a los prados existentes alrededor, su característica es que es una carne salada debido al lugar donde pastan. Es una oportunidad única para probar el manjar que tiene una denominación de origen controlada y que rara vez se exporta. También encontrarán uno de los platos locales más famosos, la tortilla de la Mère Poulard. Si quieren vivir la experiencia tradicional, acércate al restaurante que da nombre al plato. Mientras que todos los demás en Saint-Michel venden el producto como el original, solo en La Mère Poulard experimentarán lo real. Se trata de un plato que no agrada a todos los paladares, pues no todos tenemos los mismos gustos.

            Monte Saint-Michel se encuentra a 350 km al oeste de París, entre Bretaña y Normandía. Si pueden ir en coche es la mejor opción especialmente para aquellos que visitan otros lugares en Normandía. Entre París y Monte Saint-Michel el viaje durará aproximadamente tres horas y media. Podrán aparcar en un parking público con un precio de diez a quince euros por día dependiendo de si van en temporada alta o temporada baja. Para aquellos que no quieran viajar en coche, existe la opción de utilizar el tren y el autobús, el recorrido es compartido, tendrán que coger los dos medios de transporte para llegar al destino, teniendo una duración similar a la del coche.

            La primavera es un momento excelente para visitar Saint-Michel, al igual que el otoño. Ambos ofrecen temperaturas suaves, precios más bajos y menos turistas. El invierno es la temporada más barata y vacía, sin embargo, las lluvias, el viento y las bajas temperaturas hacen que el recorrido sea bastante desagradable. Es la peor temporada para visitar Saint-Michel sin duda. La última vez que fui yo aprovechamos que teníamos la autocaravana, fue una idea muy buena, ya que hospedarse allí es bastante costoso. No sé cómo estará ahora legalmente porque en los últimos años ha habido muchos cambios en las leyes para pernoctar.

            Vale la pena cada minuto de la experiencia. Cabe mencionar que durante el verano y la marea alta, el alojamiento suele ser más competitivo y más caro. Aquellos a los que no les importe alejarse un poco de la atracción principal pueden permanecer rodeados de hermosos paisajes y experimentar un poco del estilo de vida normando. Sea cual sea la opción que elijan, lo importante es hacer al menos un viaje al Monte Saint-Michel durante la noche. Es, sin duda, uno de los mejores tours de toda la región.

MONT SAINT MICHEL

Lo que encuentran en este monte

es algo magnífico para los visitantes,

Visiten alegremente el Mont St Michel

situado en la gran Normandía.

Vayan a verlo, pero tengan cuidado

El mar juega malas pasadas,

La península y el ornamento

que descansa sobre las rocas,

fingiendo estar acostado en un monte,

Teniendo un mar de mentiras que te hunde en él.

Pero es mentiroso, son caballos sueltos

fingiendo descansar en las rocas

por agradecimiento bendito,

es como un paso de incienso.

es una isla de aguas y de cantos,

No se dejen llevar por la belleza,

en cada ola del gótico y encantador monumento,

piensa que el santo no protege de las aguas variables

y con un sol abrasador esconde su rostro,

está apoyado en el monte.

Lo que hace que cargue su peso es el granito

y así alcanza su espléndido trono.

Vive como una doncella en su epifanía

y, bajo su manto, la llama se apagó

en los coros de la iglesia gótica, la Abadía.

Los normandos lo envuelven

en un mismo techo, las calles dan el paisaje

del espíritu de la Abadía,

por eso uno se siente muy alegre.

Una fama dorada de columnas

destinado a nobles y reyes

pero si tienen oportunidad suban hasta el fin,

entren accediendo a la cripta

Que anuncia el nacimiento

de los jardines medievales con vistas al mar

pero ni aunque sepan nadar

allí no pueden caminar, pues el mar les llevará.

Y no será la marea la que les traiga de vuelta,

fui allí muchas veces pero no me aproximé,

el santo es un monumento, yo fui allí dentro.

Francelina Robin

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