IMPRESIÓN PSÍQUICA DEL CORONAVIRUS EN EL MUNDO

 

La epidemia de COVID-19 afectará a un inmenso número de personas en el ámbito psicológico. Las ideas se presentarán en el siguiente orden: primero las características de la epidemia y su impacto psíquico; después, los problemas de salud men­tal a los que nos estaremos enfrentando; en tercer lugar, la disciplina de la psicología ante la pandemia.

            Es evidente que es necesario diferenciar la cuarentena del aislamiento vo­luntario. La primera se encuentra indicada para aquellas personas que están infectadas por el Covid-19 ingresan en un hospital, normalmente en la UCI. Si no se curan de esta infección pueden morirse. Han tenido contacto con pacientes infectados, mientras que, en el aislamiento voluntario, las personas pueden restringir su movilidad gracias a sus con­diciones laborales, económicas y sociales. La epidemia de COVID-19 tiene características únicas que permiten catalogarla como una crisis humanitaria o como un evento altamente estresante. Existen ya diversas publicacio­nes que reflexionan sobre cómo las personas han vivido esta experiencia y su impacto económico, a la par del psicológico en varios niveles. Aquí me refiero especialmente sobre algunos grupos de alto riesgo, entre los que se encuentran las personas que tenían alguna condición de salud mental previa, sintomatología depresiva, algún trastorno de la ansiedad y problemas con el consumo de sustancias, entre otras. También trato sobre cómo nos preocupan aquellas personas que han sido directamente afectadas por el virus, ya sea aquellas que han vivido la hospitalización o una estancia en terapia intensiva, lo que vuelve el evento todavía más estresante. Asimismo, hago referencia a los riesgos que viven los profesionales de la salud que están en la primera línea, así como aquellos grupos especialmente vulnera­bles, como los migrantes.

            Se han descrito algunos estresores durante la cuarentena, tanto para las personas en aislamiento voluntario como para aquellas que han estado in­fectadas. Cuanto más se prolongue el aislamiento voluntario es más es­tresante. Las indicaciones a nivel internacional tienen que ver con intentar reducir, tanto como sea posible, la duración del aislamiento social para evi­tar la aparición de emociones como el aburrimiento y el enojo, así como el incremento de conflictos familiares o la violencia intrafamiliar. Aunado a ello, otras problemáticas se hacen visibles durante esta pandemia, como el equipamiento poco adecuado, el desconocimiento de las características de una enfermedad nueva y la confusión que representa recibir información poco adecuada o poco clara.

            Si bien es cierto que existen algunas estrategias para alertar a la pobla­ción, ofrecer apoyo psicológico gratuito en línea y la organización, desde los gobiernos de los países del mundo, para apoyar a la población en general. La epidemia del COVID-19 sigue siendo un evento altamente estresante para la población, ya que le exige capacidades para adaptarse, afrontar la crisis de una manera adecuada, regular las emociones y mostrar flexibilidad cognitiva.

            El estrés siembra en terreno fértil para generar trastornos relacionados con la ansiedad y la depresión, principalmente, esto es debido a que es una pandemia increíble e inesperada, di­fícil de procesar para la población, aunque la sociedad, al principio de la pandemia fue engañada, por sus respectivos gobiernos, tuvo oportunidades para prepararse porque emergió primero en otras partes del mundo. Esta situación puede ser traumática porque representa una amenaza de vida o muerte. Muchas personas van a presenciarlo directamente o a tener noti­cias del fallecimiento de personas cercanas, y porque la complejidad del caso, en un contexto político y económico particular, puede activar, en un grupo de personas, la desesperanza y el desencanto en las instituciones.

            En primer lugar, duran­te la epidemia hay una fuerte respuesta de estrés que requiere la implantación de primeros auxilios psicológicos. Por otra parte, después de la pandemia, posiblemente, sea necesario proveer de servicios de apoyo psicológico y mejorar el sistema de salud mental.

Con el inicio de la vacunación contra la COVID-19, se abrió un camino de esperanza para prevenir la enfermedad, salvar vidas y avanzar en la activación económica segura.

MRW

            Nuestro mundo está alcanzando un hito desgarrador: la pandemia de COVID-19, que se cobró ya dos 2,5 millones de vidas. Ya hay vacunas contra el COVID-19 seguras y eficaces, que deben considerarse bienes público mundiales, accesibles para todas las personas. Solo podemos atajar este virus todos unidos.

            El nuevo coronavirus SARS-CoV-2, responsable de la enfermedad COVID-19, avanza por todo el planeta sumando más de 2,5 millones de fallecidos y más de 115,4. Así evoluciona el número de casos y muertes en el mundo.

            El país más afectado en términos absolutos es Estados Unidos, con más de 28,7 millones de contagios y por encima de los 518.000 fallecimientos, seguido de India, que supera los 11,1 millones de casos y 157.000 muertes, y de Brasil, que rebasa los 10,7 millones de diagnosticados y que alcanza los 259.000 decesos.

            El foco principal de la pandemia vuelve a situarse en Europa, que ya supera los 856.000 muertos y afronta 2021 con la amenaza  de una tercera ola confirmada. Así, permanecen severas restricciones, como los confinamientos domiciliarios o el toque de queda para frenar los contagios. En América, donde los casos siguen creciendo y los fallecidos ya superan el millón, el país que más preocupa es Estados Unidos.

            En Asia, el continente, donde surgió la pandemia, fallecieron 147.334 personas. En lugares como España se observan dos grandes episodios de mortalidad por coronavirus: el primero, entre marzo y abril; y el segundo, entre noviembre y diciembre.

            En Estados Unidos, la nación más azotada, la llegada a la Casa Blanca del demócrata Joe Biden ha supuesto un cambio de rumbo en la gestión de la pandemia. Por otro lado, China, el país epicentro del brote, ha contenido durante meses el avance de la pandemia. Ahora, en Asia, el país es India, el segundo más poblado del mundo, que no ha podido evitar la expansión del SARS-CoV-2.

            En África, el ritmo de contagios se ha acelerado desde noviembre y suma ya 3,9 millones de casos y 104.000 muertos de la mano de la segunda ola que atraviesa el continente bajo la amenaza de las nuevas variantes del virus y la escasez de vacunas. Y en Latinoamérica, la rápida propagación del virus en Chile, Perú, Colombia, Panamá y Bolivia está desbordando los sistemas sanitarios del continente.

            En Oceanía, la tónica han sido las restricciones severas. Australia, que ha registrado casi 29.000 contagios y poco más de 900 muertes.

            El virus ya ha dado varias vueltas al mundo. Las distintas olas de contagios y muertes han afectado al planeta de forma desigual.

            Con todo, España sigue siendo uno de los países con más casos y fallecimientos con COVID-19 del planeta, y ahora trabaja en hacer descender la tercera oleada del SARS-CoV-2.

Carlos Benítez Villodres

Málaga (España)

Valenzuela

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