LA IMPORTANCIA DE LAS RAICES EN LAS PLANTAS
Leyendo un artículo periodístico salido de la gran revista Science, vino a mi memoria el que fuera mi gran amigo Luis Sarasola Llana, el mago que trabajó de manera incansable en el Rancho California de Almuñecar, hasta conseguir “inventar o consolidar” la industria del aguacate que hoy disfrutamos en la costa andaluza, y en la que fui un privilegiado participante.
En las grandes charlas nocturnas que manteníamos sobre las plantas tropicales durante sucesivos meses agosteños que yo pasaba en el Rancho California invitado por él y por iniciativa del propietario Roger Magda, aposentados en una de las terrazas, con unos vasos de té de por medio, y con los pies descalzos sobre el barro del suelo y el riego vertido por una fuente cercana, me hablaba en una ocasión del sistema radicular del aguacate, tan superficial sobre el suelo que podía levantarse haciendo palanca con un simple dedo de la mano y comprobar su aparente fragilidad, como responsable, tal vez, -decía-, de la escasa producción de fruto, con una media de ocho mil kilos por hectárea que por aquellos pagos almuñequeros él empezaba a conseguir con el cultivar Hass.
Y ha venido a mi recuerdo mi fallecido amigo Sarasola, porque hace unos días un periodista se refería a un joven biólogo español llamado Ciro Cabal, dedicado a las raíces de las plantas, que declaraba en una entrevista para la revista Science, “que él no hablaba con las plantas ni las cantaba, porque eran ellas las que me hablaban a mi…”
Luis Sarasola sí hablaba con los árboles, y los árboles le respondían, como respondían a sus caricias cuando con alguna plaga que se presentara, él ponía sus manos sobre hojas y ramas mientras aplicaba el producto preciso para sanarlos. En mi libro Historia del aguacate español, refiriéndome a Luis Sarasola, y en una de mis estancias vacacionales de agosto, a las cuatro de la mañana se desencajó una tormenta terrible de lluvia, relámpagos y truenos que yo, levantado de la cama y situado tras los cristales de la ventana de mi apartamento, quedé alucinado al ver a mi amigo Luis embutido en una especie de camisón blanco iba tocando a los árboles, mientras gritaba, “no temáis árboles míos, que estoy con vosotros”.
El madrileño Ciro, investigador de las raíces de las plantas, es uno de tantos jóvenes estudiantes que tuvieron que emigrar a universidades extranjeras para sacar adelante sus investigaciones. Y su reconocimiento y recursos los obtuvo en la Universidad de Princeton, que también había acogido al científico Albert Einstein en sus momentos de gloria hasta su muerte.
El estudiante Ciro, después de haber sido rechazado en diez ocasiones en su búsqueda de becas en diferentes centros españoles, y actuando gratis en algunos laboratorios mientras trabajaba de camarero, se decidió por viajar a Nueva Jersey (EE.UU.) donde le acogieron y centró su trabajo en una teoría sobre la competencia de las raíces, lo que ayudaría según sus predicciones a mejorar la capacidad de las plantas para dar frutos y afrontar los efectos del cambio climático, ya que las raíces son determinantes para la supervivencia de los vegetales y también para la captación de carbono atmosférico.
“A Ciro y su equipo se les ocurrió teñir la madeja de raíces inyectando un colorante a través del tallo de la planta, porque al teñir cada planta de un color distinto los científicos son capaces de diferenciar a qué individuos pertenecen las raíces de esa madeja intacta. Han confirmado que las que crecen con competidores cerca producen más raíces que las que crecen aisladas, pero este efecto se invierte cuando las vecinas están más alejadas. Esto ayuda a entender el desarrollo de esta parte invisible, las raíces, cuyo conocimiento científico está más limitado, concluye Ciro Cabal, primer firmante de un estudio en el que han participado, además de la de la Universidad de Princeton, científicos del Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid, La Universidad Carlos III y el Instituto Sudamericano para la Investigación Fundamental (Brasil.”
Para terminar esta loa a las raíces de las plantas, debo señalar el inconveniente del aguacate, cuyo sistema radicular extiende superficialmente sus tentáculos sembrándolos alrededor del su árbol y no paran hasta juntarse con las raíces de los árboles periféricos, resultando un grave inconveniente cuando alguno de los árboles vecinos tiene problemas de Phytothora Cinamomi y mucho peor si el hongo es Rosellinia Necatrix. En este caso ha de cortarse el árbol sin miramientos y solarizar el terreno para aislar las raíces de los árboles cercanos antes de que se contagien.
Debo añadir, que si bien la Phytothora ocasionó muchos problemas en California cuando se detectó en diferentes plantaciones, fue el Dr. Faber quien recomendó aplicar el Fosfito de Aluminio con tres aplicaciones al año; y como coincide el mayor crecimiento de las raíces con el menor crecimiento vegetativo aplicar entonces el Fosfito Potásico, y con ello se habrá resuelto el problema si se ha cogido a tiempo.
Situación mucho más grave la que ocasiona la Rosellinia, que no admite tratamiento alguno y el Dr. Carlos López Herrera aconseja cortar el árbol y solarizar, plantando después de dicha solarización un patrón o portainjertos tolerante que haya sido seleccionado como resistente al hongo.
Julián Díaz Robledo