Libro recomendado “PRIMER CERTAMEN INTERNACIONAL DE POESÍA GRANADA COSTA “CIUDAD DE VALENCIA” “ D I A C R O N Í A ” (temporalidad) ” Primer Premio Amparo Bonet Alcón

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P R Ó L O G O

 

 

Siempre ha sido relevante el estudio del impulso poético, que ha motivado la evocación de algunos hechos, desde la deslumbrante memoria.

Amparo Bonet nos presenta en su poemario “Diacronía”, ganador del Premio Ciudad de Valencia 2015, nuevas y ricas perspectivas.

A veces, en un reflejo de sí misma y, en otras, en un pacto o complicidad de sus propias reflexiones de poeta.

De forma gradual, como si el azar de un crecido mundo amplificara su fiesta, va

entretejiendo sus versos.

En su poesía fluye, el llameante alfabeto de la primavera que lleva el frescor emocionante de su sensibilidad:

Sueño caminos, experiencias, versos,

donde el azar emite sus rapsodias.

 

Algunas veces comenté, que la poesía es la vía más lúcida hacia el conocimiento revelador, de claves escondidas en el misterio y en la fugacidad de la existencia. Es indudable, que Amparo Bonet va indagando desde lo trascendental hasta lo cotidiano, con imaginativa sutileza:

Llegaste al clamor del existir

por caminos de mágica esperanza,

el tallo de la vida floreció

y cantaron amor las primaveras

En poesía se escribe como se siente y se siente en función de la valoración personal de cada uno, basada en exigencias éticas y estéticas testimoniales.

Amparo Bonet concilia en su poesía la inteligencia literaria con calidez y buen gusto. Sus luminosos espejos versificadores siempre destellan símbolos y visiones de gran belleza y sinceridad.

Sus temas sobre la Naturaleza nos pueden servir, como sinfonía o eco del hallazgo gozoso, donde alienta y respira la musicalidad cromática de la inocencia de lo telúrico. Es en los jardines radiantes de la luz amanecida de su magia, donde alzamos las esencias espirituales de nuestro propio ser:

Vive el silencio en leve soledad

con su cuerpo encendido de emociones

acunando sus flores más cercanas.

 

Con fiel ensoñación, Amparo Bonet parece reinventarse, para huir del tedioso

naufragio de los días iguales. La emoción de la vida abre deslumbradores horizontes, atesorando los verbales fuegos en sus cálices.

No es de extrañar en Amparo, poseedora de una sólida formación humanista y filosófica, que en sus versos se reconozcan conceptos y reflexiones metafísicas, como sucede en su poema “Principio indubitable”, que aborda el cartesiano axioma: Cogito ergo sum,

que en los parámetros del existir

se posicionan campos de evidencia

y la materia habita realidades.

 

Sí, habitar la tangible realidad como erguido báculo, que sustenta el quimérico destino. Amparo, subconscientemente, quizás quiera huir de este empirismo, para poder afirmar, versifico ergo sum. Aquí es donde la mente surrealista del poeta, con visionario asombro, ofrece un hipnótico preludio de alucinantes espejismos, como en su poema, “Nocturnas melodías”:

Entre cantos dormidos de la noche celeste

los activos relojes no detienen su marcha,

cumplen con el destino de su ruta imparable.

 

De este modo, podemos comprobar el centelleo de la meditación, la exaltación de la fatalidad y la conciencia de la liberación, en estos versos:

Me despojo del tiempo acumulado

como origen de un viento inaccesible

que señala imborrable trayectoria.

Desde su terrenal exilio, busca la redención en otro firmamento.

¿ Acaso contempla la diacronía de nuestra aplazada existencia ?

Le sonreí al sueño de la vida

en búsqueda de un viaje a lo infinito,

y un cielo de diversa arboladura

resurgirá de un diálogo de estrellas.

 

Continúa con su poema: “En la vertiente lírica del alma”, de esta forma:

Pasan horas de la existencia humana,

y el espacio mirando al infinito

se envuelve en las calendas del futuro

mostrándonos las rutas prefijadas.

 

Amparo Bonet, con calidad metafórica y la musicalidad del ritmo estético, nos sigue ofreciendo escenas de un poemario, con tensión lírica, que se sumerge en las ascuas de los afectos personales o en los lagrimales oníricos de su ternura. De su poema: “El faro de la vida”,

 

la emoción de la vida que abre espejos

inundando un jardín de sensaciones.

 

En su “Poema longitudinal”, siente el ardor del retorno, desde la ausencia:

Y deliran los signos destemplados y albinos

sesgando tragacantos enlutados de celo,

y ensartan con las liras de enfáticas nereidas,

renombrando y vertiendo las noches caducadas.

El uso del hipérbaton y sus señoriales alejandrinos y endecasílabos, junto con el heptasílabo, muestran la gran profesionalidad y respeto que Amparo Bonet manifiesta por la alta poesía.

No podía faltar la minuciosa orfebrería de los sonetos y la estructura del romance, siempre consideradas piezas básicas y clásicas de la poesía culta.

Alegres, y a su rima encadenados,

sin mácula en la noche convincente,

en brazos ya del día refulgente,

se sienten, de cadencia, involucrados.

 

Ya he comentado, que la imaginería de su poemario Diacronía, con muchas propuestas alternativas y con una aproximación al estilo culturista y neorromántico, nos deja acentos meditativos y un oráculo de enigmas.

Incluso, en algunos pasajes de otros poemas, nos ofrece versos como sentencias:

Algunas ilusiones parecen ser como estatuas de humo que palpitan.

Tus caricias sólo saben a plomo.

 

Sabiendo que los relojes son la consciencia del paso del tiempo y los espejos son los recuerdos, Amparo vuelve a la temporalidad:

-Despierta de ese mar de los abismos

y vuelve al entramado de tus logros.

 

“En la vertiente lírica del alma” Amparo Bonet parece sentir la necesidad de indagar en su propio espíritu. Tal vez, acoge la inscripción délfica del aforismo griego: Conócete a ti mismo, que en latín se presenta como “temet nosce”, para reconocer los límites de su propia naturaleza y que a Sócrates le sirvió de enseñanza.

Es desde este plano existencial, donde los exigentes poetas intentan encontrar en la palabra un valor demiúrgico, hasta lograr, entre la máxima cumbre de su esencia, la revelación, empleando un verso muy sugestivo: Hoy nos hablan los ojos de la noche. Como si la noche fuese cómplice del misterioso destino.

-¡ Dulce noche que abriga nueva historia !

Transitas con el viento

y derrochas tu cuerpo inconfundible

dando el grito veraz de la existencia.

 

Si nos atenemos a que cada obra poética tiene su propia energía generadora,

que va produciendo valores polisémicos y diferentes emociones semánticas en

cada lector, entenderemos que esta polisemia va a ofrecer una doble función, la sincrónica y la diacrónica.

Amparo, por el título de su obra, se ha decantado por la diacrónica, quizás para indicarnos que su poemario no nace de un vacío temporal, sino de un determinado lugar de nuestro tiempo y está sujeto a las vicisitudes de un paraíso prohibido.

Inveterada luz que se desmarca

de un fugaz paraíso de ilusiones

en sus reliquias blancas caprichosas

con dudas en su afán de disolverse.

 

Amparo consigue dar a la poesía categoría ontológica, intentando descifrar secretos apenas intuidos, en la incertidumbre indómita de su ondulante destino, mientras va escuchando el más íntimo latir de su ser.

Me despojo del tiempo acumulado

y archivo en la memoria

la patente quebrada del olvido.

 

En “Siguiendo la vertiente existencial”, lejos de la utopía recuperadora del tiempo, protesta:

No quiero palpitar

como pulmón que aviva

el tránsito al periplo indefinible.

 

Porque el poeta siempre está en alerta, expectante, entre un mar de símbolos, con sus velámenes hacia la aventura poética, algunas veces sumergido en las ascuas de su tristeza o en los gozosos lagrimales de sus afectos personales.

Amparo va sustentando su invicto amor por Valencia y su fascinación por Andalucía, entre otros poemas con soportes anecdóticos descriptivos, con sorpresivas vivencias y dramáticos sucesos, donde pudo habitar la tragedia. Tampoco se olvida de los que nos dejaron.

En umbroso paisaje

del espacio que duerme,

se hace oscura la noche

y el silencio es olvido.

Constelación de sombras

en donde ya no habitan

ni tan sólo recuerdos.

 

Con el frutal surrealismo de sus imágenes y metáforas, donde percibo que se siente más cómoda, va postulando la liberación del mundo del subconsciente, esta bendición nupcial entre la vigilia y el sueño, para recrear la realidad.

No sé si el subconsciente

puede estar implicado

en la ruta perenne del olvido

sin macular su espectro.

Amparo sabe que somos pasajeros de un tiempo prestado. Por ello, con calidad metafísica, en su poema: “Huida”, nos deja estos versos:

 

Pertinaces mensajes persistentes

vierten sus condolencias

en un previsto viaje sin retorno.

 

“En otra dimensión”:

Un rumor misterioso entonaba mi nombre

tras romperse el enigma de un marcado silencio.

 

Efectivamente, Amparo Bonet sabe que nuestra efímera existencia está sentenciada. Que los tigres del destino van devorando las gacelas del carnoso tiempo.

Mas, ella, mientras se cumple el plazo de nuestro ser caminando hacia la noche infinita, intenta continuar su tránsito emocional, con la certera plenitud de su frágil realidad.

Amparo Bonet es vitalista y adquiere un compromiso con ella misma, al prometerse ser feliz:

Volveré a los espacios del cielo que me llama,

a los tiempos felices del mar más reposado,

a las cumbres erguidas que lucen las montañas,

a sembrar sentimientos y a sentir emociones.

 

Sabe que la poesía es un acto de amor, el misterio de los misterios, donde habita el hálito del dios de la palabra:

Tú regalas aromas de alegría

y el mágico licor de tus esencias.

 

Amparo, entre expectantes signos, prodiga, en la tierra sonámbula, una cosmogonía de registros y el poder visionario de su dolor y su júbilo.

A veces, parece existir el soliloquio del poeta y la vida, en su pugna interior con su alter ego.

Fiel a unos indesmayables principios éticos, desde su almario espiritual, afloran los rostros del recuerdo entre el verdor de la memoria.

Amparo, nos ha ido descifrando, con enarbolado aliento, un mágico reino de emociones, desde el sorprendente hogar de su palabra.

Ahora, sólo nos queda seguir celebrando, con su poemario “Diacronía”, las fragancias de sus tornasoladas sílabas y la genesiaca sabiduría de los desbocados linajes de los sueños. Porque como dice el alemán Hölderlin, cuando un hombre piensa es un mendigo, pero cuando sueña es un dios.

                                                                        ALFONSO MONTEAGUDO

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