CAMINANDO HACIA UNA ESPAÑA ATEA Y ANTICLERICAL

¡Qué lejos queda ya aquel concepto teológico de Eduardo Aunós cuando escribió que “toda creación humana respondía a un anhelo religioso”. Para este escritor, incluso la fundación de una ciudad no eran los motivos materiales lo que  lo que les impulsaban a su creación sino que eran religiosos y morales.

         Es comprensible que Aunós pensara así, pertenecía al siglo pasado y la religión estaba muy viva, por el contrario en esta época que nos ha tocado vivir podemos denominarla sin exagerar, de ATEA, es decir sin Dios. El ateísmo es hoy la postura oficial en todos los ambientes, la religión está pasada de moda, es retrógrada, reaccionaria, hasta el punto de que son incapaces en los medios oficiales de conocer y seguir un protocolo. Caso notorio fue uno en los años 80 cuando el ministro de Defensa, Sr. Serra asistía a una misa oficial, después de la frase del celebrante: “daos la paz”, al ver la mano que le ofrecía el militar que estaba a su lado dijo: “se va usted ya, general”.

         Llevamos ya años que a la religión se le ataca de continuo, naturalmente con otros medios ( de momento) de los empleados en 1839, 1909 y 1936, con la quema de iglesias, conventos, persecución  de sus miembros, asesinatos incluso de los seglares. Esta dualidad del carácter y de comportamientos de los españoles lo plasmó con exactitud Agustín de Foxá cuando dijo: “los españoles hemos ido siempre detrás de los curas: con un cirio o con un palo”.

         Ahora no vamos ni con cirio ni con palo (aunque se llegará si seguimos por este camino). Se ha empezado retirando los símbolos religiosos como los crucifijos de las escuelas y otros centros oficiales y no oficiales; también las cruces en algunas ciudades ante la pasividad de los ciudadanos, el cura castrense ya no es necesario en los cuarteles, y seguirán quitando, quitando…  ¿Acaso no son estas cosas signos de lo que está por llegar?

No hace mucho asistí a una conferencia  sobre “ÉTICA POLÍTICA” y el conferenciante se hacía esta pregunta, ¿Es posible vivir sin la idea de Dios?  La respuesta a esta pregunta la ha dado un amigo de 83 años que se consideraba a sí mismo como ATEO. A raíz de una enfermedad, concretamente  un cólico renal que finalmente tuvo que pasar por el quirófano para extraerle la litiasis, me contó que el miedo a morirse era más grande y más insoportable  que los intensos dolores que padecía. fue en esos momentos de sufrimiento cuando dejó de ser ateo y vio las cosas claras; me lo contó así: “llevaba sin pisar la iglesia desde que era un niño, sólo he entrado en ella por razones sociales y de tarde en tarde pero nunca para rezar, es más es que ya no sabía ni rezar. Sin embargo, en estos días de enfermedad he rezado o al menos eso creía yo. Me acordé de aquel poema de Antonio de Trueba titulado “en el mar”, en su última estrofa dice:”El que no sepa rezar, _ que vaya por esos mares, _ y verá que pronto aprende, _ sin enseñárselo nadie”. Pues eso me ha pasado a mí que estaba perdido  en este mar del miedo y he aprendido a rezar. Cuando me dijeron que tenían que operarme para extraer el cálculo nefrítico, el mundo se me oscureció, una terrible angustia invadió mi alma y mi espíritu y no sé por qué puesto que ya he sufrido otras intervenciones quirúrgicas y  además he practicado durante toda mi vida deportes de verdadero riesgo, sin embargo en esta ocasión la idea de pasar por el quirófano me horrorizaba; tenía el presentimiento de que me iría al otro mundo. Y me decía a mi mismo: “con la de cosas que me quedan por hacer, ¿por qué tengo que morirme ahora?  Mi mente estaba tan fuera de sí y tan confusa que  (valga el oxímoron) lo veía todo con una extraña claridad. Yo lo achacaba todo al miedo  que nunca antes había sentido. Por otra parte, habiéndome portado durante tantos años como ateo y sin prácticas religiosas de pronto se me ocurrió pensar: “Y si hubiera otra vida ¿qué méritos presentaré? Y el miedo aumentaba, y en lo que dura la luz de un relámpago toda mi vida pasó por mi mente. Entonces sólo se me ocurrió  exclamar: ¡Dios mío!

         Pasé por el quirófano y me extrajeron el cálculo renal, todo salió bien y aún sigo vivo, más vivo que antes y más lucidez, algo así como si me hubieran abierto las ventanas del entendimiento hacia la reflexión y la contemplación, ese impulso divino que todos llevamos en nuestro interior. Sigo vivo pero soy otra persona. Cuando miro al cielo  estrellado me digo “esto tiene que haberlo hecho alguien muy grande  y muy poderoso. Recuerdo que cuando mi padre estaba para emprender el viaje definitivo, le pregunté: “tú crees en Dios, ¿verdad?”   Sin vacilar y tajante me contestó: “Claro que sí, so tonto, ¿quién crees que ha hecho todo lo que hay en el mundo?  Siempre tengo presente esta respuesta.

         Ahora soy un hombre nuevo y convencido de que se me ha dado una segunda oportunidad, y estoy decidido a aprovecharla. Lo importante en esta vida  es sencillamente vivir conforme a nuestra conciencia, a las costumbres, a las leyes humanas pero especialmente a las divinas que no siempre coinciden con las humanas. Dios existe y es más sensible a los sollozos que a las plegarias, nadie alcanza  la Gloria “con los ojos secos”.

         Esto me contó mi amigo ateo, que cada uno interprete estas palabras según su entendimiento. “Dios cuenta tus lágrimas y no tus alegrías”.

ROGELIO BUSTOS ALMENDROS

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