El Balcón de la reflexiones
Este es un momento histórico inesperado, en el que la fuerza de una pandemia asola la sociedad y planeta en su conjunto, creciendo en pleno auge de la globalización.
Por primera vez, ha sucedido un hecho el cual ha causado la unión de toda la población, sin discriminar por sexo, edad o nacionalidad, sin tener ningún tipo de prejuicio en la hora de atacar a las personas y por primera vez, se podría decir que esto, ha humanizado más a las personas y ha hecho que muchos, recordaran la efímera condición de ser humanos y recordar qué es el que realmente importa, pues había sido olvidado.
Fueron muchas las tardes que todos los ciudadanos salían a sus balcones de casa para aplaudir a aquellas personas que se encuentran todavía en primera línea de batalla contra el coronavirus, tales como los y las profesionales de la salud, o quienes a diario se mantenían en vida gracias a la cura de los sanitarios.
Las redes día a día se inundaban de noticias y de mensajes de ánimos para toda la población, compartiendo nuestros aplausos a las familias, profesores, niños, profesionales… donde todos juntos, en cuestión de días y sin aviso previo, se supieron adaptar a esta emergencia mundial, aprendiendo deprisa y sin precedentes a reorganizar su familia, a resignificar espacios de casa y a modificar las condiciones de trabajo…
Han habido grandes cambios en la sociedad, pero algunos de ellos, han llegado para quedarse, al menos durante una larga temporada.
Mundialmente esta pandemia ha causado bastantes discusiones y guerras innecesarias, hasta el punto de llegar a tratar las personas que por desgracia mueren día a día, como un simple número sin importar las familias que se quedan detrás, llorando las pérdidas sin poderse despedir. Este año será recordado con horror y tristeza, pero sobre todo debemos tener en cuenta a aquellos quienes se han quedado atrás, los cuales no son una simple cifra que va sumando día a día como si se tratara de un gota a gota, sino nombres y apellidos que se merecen un respeto, igual que quienes lo han superado y han podido volver a sus casas.
Todo ello sirve para recordarnos que somos personas, y que nuestra condición también incluye la pérdida en muchos sentidos, sea de la vida o de la misma salud, pues muchos de quienes lo han pasado, han visto repercutida su salud y tienen que llevar a cabo una rehabilitación tanto física como emocional para poderla restablecer. Así pues, esta pandemia, ha asolado mundialmente la sociedad y se replantea una vez más el cómo tratamos el tema de la enfermedad, la muerte, la pérdida y el luto entre otros, pues actualmente no se habla ni a los más jóvenes ni a los adultos.
[1En este momento, el mundo mira a su alrededor con precaución y temor, sin saber cómo será la evolución de este “bicho”, y es que la vulnerabilidad del ser humano se ha visto ratificada en cuestión de semanas y han sido muchos los ámbitos en los cuales ha afectado, sobre todo en la pobreza, pues han sido muchas las personas que debido a esta situación, se han quedado sin un puesto de trabajo, con la pérdida de sus ingresos y sin un presente ni un futuro. El coronavirus ha puesto en situación de jaque a la salud, la economía global y a todas las instituciones.
Hay que tener esperanza ante esta situación, porque a pesar de ser conscientes que elementos como son la pobreza, el hambre, la mortalidad infantil, la violencia de género e infantil y otros males de la humanidad se encuentran en el alza, hay que impulsar la innovación, las nuevas tecnologías, la solidaridad internacional, la ciencia y la educación. El mapa mundial actualmente está lleno de pequeños puntos que representan los miles de rebrotes que hay por todas partes, hay países, ciudades o incluso barrios que retroceden en la desescalada, y es que son muchos los elementos para tener en cuenta antes de poder afirmar que se ha vuelto a la normalidad.
El sentimiento que ha generado en todos nosotros de manera indiscutible es de indefensión, pues no tenemos ninguna experiencia previa la cual nos pueda ayudar para guiarnos hacia un futuro mejor, en el momento de actuar o de dar esperanzas al ver un final próximo.
El confinamiento reconfiguró las vidas de todo el mundo, con la aparición de nuevas maneras de comunicarse (para algunas personas totalmente desconocidas), de trabajar y de enseñar. Y es en este momento donde se han podido ver muchas de las problemáticas como son la brecha digital en las escuelas. El teletrabajo tanto de los maestros como de los alumnos se iba creando diariamente, por cuanto no existía una experiencia anterior que sirviera de base para nadie, lo cual desembocaba en un estrés en padres y madres, maestras y alumnas. Así pues, queda claro que, frente al curso próximo, se tienen que solucionar muchos elementos, pues el que no es factible para las familias, es el hecho de hacer teletrabajo y a la vez, tener que ayudar a sus hijos a hacer las tareas de la escuela y todos tengan que estar conectados en la red o ante una pantalla casi de manera simultánea.
El estrés que todo ello generó, no se acabará en el momento en que los alumnos vuelvan a la escuela, pues primero se tendrán que solucionar muchos elementos como son la ratio de alumnos/as, las distancias de seguridad, las medidas de higiene… a pesar de que, si por capacidad de adaptación hablamos, los niños son quienes menos problemas plantean cuando hay que utilizar las mascarillas y de lavarse continuamente las manos.
Aun así, hay que continuar hablándoles, explicarles lo que sucede, pues también es su realidad, aunque no les afecte de igual manera, pero ellos también forman parte de la sociedad y si realmente deseamos que lo normalicen, necesitan entender qué está pasando. Solo de este modo, iremos eliminando el miedo que se ha ido escabullendo entre toda la población, pues lo que no se puede permitir, es que se continúen ignorando los derechos de los niños.
No tendría que ser necesario el hecho de recordar el valor y la utilidad que tiene la enseñanza, puesto que no tan solo es un medio para adquirir conocimientos y habilidades que nos permiten desarrollarnos como personas y ciudadanos, sino que la enseñanza, sirve como sinapsis entre los valores de la sociedad y la mente de nuestros niños, los cuales van dando forma al significado de justicia, igualdad, derechos, tolerancia, respeto, solidaridad y el bien común entre otros, aprendizaje el cual desarrollan viviéndolo.
En este momento de “reactivación” hay que dar énfasis a otro elemento, la cultura. Son muchas las festividades y celebraciones que se han pospuesto a causa del confinamiento, pero poco a poco, hay que volver a activarlo, con precaución. Aun así durante esta etapa, se han realizado movimientos y celebraciones de otros tipos, donde el elemento que ha destacado, es la creatividad y la originalidad, como en el caso de la acción emprendida por el aula Hospitalaria Dr. Antoni Cambrodí, la cual inició un movimiento el cual se trataba al enviar dibujos, poemas, cartas a todos aquellos quienes se encontraban en el hospital, ya fueran personas ingresadas, personal sanitario… y todo por el simple hecho de intentar sacar una sonrisa en un tiempo de mucha tristeza.
Como los Dioses invisibles por los ojos humanos, el coronavirus ha ido introduciéndose en la sociedad para quedarse, y los efectos que sigue causando, son demoledores.
Se ha convertido en algo omnipresente, del cual todo el mundo habla en todo momento. ¿Pero la pregunta es, como continuaremos viviendo y como seremos los seres humanos después de todo? Está claro que el post Covid-19 depende solo de nosotros, de cómo escogemos vivir, pero ciertamente, no tenemos mucha elección, pues tendremos que saber convivir con este virus, pero lo que es aún peor, es que todo indica que seguirán apareciendo nuevas pandemias, otras mutaciones…
Este hecho hace tiempo que se esperaba de alguna manera u otra, numerosos científicos habían avisado que podría suceder, pues la manera en la cual vivimos en este planeta nos ha convertido en las víctimas de esta y otras pandemias que irán viniendo. Por lo tanto, de un modo u otro, podríamos incluso decir que el verdadero virus, somos nosotros mismos, o mejor dicho el capitalismo, la globalización… todo ello, elementos que tendríamos que ir cambiando en la medida que fuera posible.
El efecto que ha causado esta pandemia ha sido un hecho que se ha concentrado, pero en el fondo, el planeta lleva avisándonos hace mucho tiempo mediante la crisis climática y los numerosos desastres naturales, los cuales a pesar de que se producen a un ritmo más lento, cada vez son más continuos. Y de hecho con este virus, se ha desmontado la creencia que los humanos controlamos el mundo.
Solo espero que, a partir de este hecho, la sociedad se dé cuenta que hay mundo más allá de la humanidad, y que hay otras formas de vida aparte de nuestra especie, las cuales ni siquiera podemos percibir con la vista.
Durante el confinamiento creo que la sociedad ha estado más humana que nunca, nos hemos relacionado mucho más y nos hemos dado cuenta de que las redes sociales, móviles y ordenadores, sirven para comunicarnos, para conocer a quienes nos rodean, para poder enterarnos de cómo están aquellos a quien queremos y no solo como herramientas que habitualmente son utilizadas para hacer todo lo contrario, aislarnos de la sociedad y de quienes apreciamos.
Nos tenemos que concienciar que la Covid-19 nos ha ayudado a reconfigurarnos de la noche a la mañana, a hacer unos cambios radicales nunca vistos anteriormente, que a pesar de la distancia física nunca habíamos estado tan cerca socialmente y por todo esto y mucho más, hay que aprender de todo y hay que entender que dependemos los unos de los otros, pero también dependemos del bienestar de la Tierra.
No demasiado lejos de la llegada del coronavirus, en una parte del mundo los humanos pueden morir por una mala alimentación, mientras que el resto mueren por falta de alimentación. Ahora podríamos pensar que la pandemia nos ha igualado a todos de alguna manera, que la sociedad en conjunto es igual de frágil frente a la Covid-19, pero no es así pues los factores más vulnerables como son los anteriormente mencionados, las personas grandes y quienes sufren otras enfermedades, son quienes realmente lo están viviendo desde un sufrimiento y una ansiedad que seguramente no podríamos entender el resto.
Estamos habituados a la aparición de varios desafíos sociales, económicos… Pero ciertamente somos incapaces de resolver satisfactoriamente la mayoría de estos, por ejemplo, no hemos estado a la altura de poder crear un sistema de salud pública mundial con bastante poder para protegernos de pandemias como la que se está viviendo, y es que hasta que no nos damos cuenta que si un virus como la Covid-19 se desarrollan o mutan en las poblaciones más pobres y vulnerables, también acabarán perjudicadas el resto de poblaciones, puesto que nuestra salud y bienestar reside en cualquier otra especie humana y en el resto de ecosistemas compartidos, por lo tanto hace falta que se acepte la interdependencia para entender que cuando se ayuda a quienes más lo necesitan no es un hecho de caridad, sino una inversión para ayudar a toda la humanidad.
Creo que es positiva la preocupación que se vive enfrente este virus, pero hace falta no olvidar el resto de las muertes constantes a causa de guerras, falta de alimentación, falta de asistencia sanitaria, contaminación… no se tienen que obviar ninguna de estas causas de mortalidad ni otras muchas, pues son el motivo real de preocupación.
Ciertamente era imposible actuar con más antelación, al menos no hasta que cambie este etnocentrismo que nos hace pensar que estos hechos tan solo suceden en lugares lejanos y/o exóticos y que nuestro sistema sanitario (el europeo) es capaz de hacer frente a cualquier acontecimiento.
Muchos se han llenado la boca diciendo que la sociedad cambiaría a partir de este hecho… Sinceramente, no es ni será así. Desde mi perspectiva no ha cambiado nada, tan solo hay que ver que mientras en el telediario salen pacientes llorando por el sufrimiento vivido, los jóvenes siguen pensando tan solo en salir de fiesta e ir a la playa, y todo porque este virus, no los afecta tal como lo hace en la población más envejecida.
Como conclusión, creo que realmente es necesario construir una verdadera red global, con una sanidad pública por todas partes. Y nadie dice que sea un trabajo fácil el que nos espera después de todo lo que se ha vivido, pero se tendría que intentar llevar a cabo un cambio, porque creo que tampoco es imposible una vez se dejen aparte los intereses políticos, pues es necesaria una reconciliación con la naturaleza, tenemos que reconstruir el planeta conjuntamente, donde nosotros sirvamos como vínculo de unión de vida y no de destrucción.
Espero que después de esta crisis sin precedentes, podamos comprender que la actual desigualdad social y ecológica, no es algo sostenible a largo plazo, y la verdadera pregunta que nos tendríamos que hacer es: en la nueva normalidad, queremos vivir como antes, ¿o hay cosas que tendríamos que cambiar?
Anna Masip Sabaté
Màster en Pedagogia Hospitalaria a lo largo de la vida
[1]Mapa mundi vivencial de los casos y defunciones por Covid-19: https://www.covidvisualizer.com/