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Si los hombres callaran, las piedras hablarían. 4ª Parte

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Aquella noche Mauricio no pudo dormir. En su cabeza rondaban una y otra vez, como si fuesen los fantasmas de las navidades pasadas, las tres historias que hizo llegar hasta su casa, aquella niña que se hacía llamar Vida. Veía a Alicia mirarse en el espejo para ver un rostro que cada vez se deformaba más y más. Se le aparecía Víctor, y tras él, acechándolo un payaso de dientes afilados. Vio a Rosa gritar atrapada en un cuerpo que no reconocía. No entendía nada. Se decía a si mismo: <Esa niña me va a volver loco, tan solo ha tratado de asustarme, darme discursitos y mandarme piedras.>

Al amanecer, desde su ventana, vio a la niña de sus pesadillas acercase hasta su casa. Mauricio corrió a coger las cuatro piedras, las metió en una bolsa y salió a su encuentro.

–No sigas, no quiero verte más, –dijo Mauricio al tiempo que tiraba la bolsa de piedras a sus pies–, ya me asustaste lo suficiente, no quiero más discursitos y toma tus vulgares piedras.

Vida sin decir nada, cogió la bolsa y dejó las piedras en la tierra de su jardín. Se marchó dejando a Mauricio perplejo. Esperaba alguna reacción, sobretodo conociendo ya el temperamento de aquella niña. Pero a veces, el mejor grito es el silencio y la mejor afrenta es una retirada, para así descubrir que tu verdadero enemigo eres tú mismo.

Aquel silencio hizo más que miles de palabras sabias. Durante varios días vagó por su casa como otro fantasma. La desazón por su desmedido comportamiento lo estaba consumiendo. Salió al jardín, vio las piedras y sintió una punzada. Las cogió y las metió en casa, como si con aquello pudiera acallar su incesante remordimiento. Las puso sobre la mesa, por más que las mirase, le seguían pareciendo cuatro vulgares piedras de diferentes formas. Empezó a jugar con ellas moviéndolas de un lado a otro, dándoles vueltas como una peonza, hasta que de repente, vio algo que no había visto hasta entonces. Aquellas cuatro piedras formaban un puzle. Al unirlas adecuadamente formaban un corazón de piedra. De repente Mauricio se puso en pie y empezó a andar rápido de un lado a otro como si se hubiese vuelto loco.

–Creo que ya lo tengo, creo que ya lo entiendo todo –dijo en voz alta– todo es un puzle, cada una de las visitas, cada una de las palabras. He estado mirando sin ver.

Salió corriendo en busca de la niña, hacia aquella casita blanca donde dijo Vida vivir. Pero al llegar allí no había ninguna casa. Dio vueltas sin dar crédito.

–Pero si yo mismo vi la casa aquí –dijo en voz alta.

Sin pensarlo corrió hasta la clínica mental de donde llegaron sus visitas, pensando que a lo mejor tampoco existía. Pero llegó y vio el edificio recobrando así las esperanzas de ver a Vida. Preguntó pero nadie la conocía. Se sentó en el vestíbulo intentando entender que estaba pasando. A su lado una anciana vino a recoger a su hijo, quien había terminado su tratamiento.

–Yo si la conozco, –dijo la anciana–, cuando yo tenía tu edad también la vi por primera vez. Lo de las piedras al principio fue odioso, pero hoy le doy gracias a Dios, entonces es cuando de verdad empecé a vivir.

–¿Sabe dónde está? Tengo que verla.

–Si ha desaparecido es porque ya no la necesitas. Pero entiendo tu desconsuelo. Todavía después de tantos años recuerdo las palabras que me dijo antes de marchar, quizá a ti también te sirvan de consuelo, –pausó un instante para traer las palabras desde sus recuerdos y comenzó como si recitara poesía.

<<A lo largo de la historia humana las mentiras han dominado vuestro mundo. Y vuestra tendencia a creerlas os ha convertido en esclavos, no solo de las mentiras creadas por personas con ruines intereses, sino incluso de vuestras propias mentiras. De hecho cada día os mentís a vosotros mismos más de una vez.

Déjame que te cuente una pequeña historia. En 1856, en Argelia se gestaba una importante rebelión. Los ancianos argelinos, habían hecho creer a los ciudadanos que tenían poderes mágicos y que la población tenía que rebelarse contra sus colonizadores.

Por supuesto los colonizadores franceses querían ahogar aquella rebelión. Para este fin, Napoleón III envió a Argelia al mayor mago de Francia, Jean Eugene Robert-Houdin. La estratagema era hacerse pasar por un hechicero aún más poderoso que aquellos ancianos.

Los trucos de Robert-Houdin eran casi de principiante. Sacaba una bala de cañón de un sombrero o levantaba cajas de acero con electroimanes, pero aun así los argelinos se quedaban asombrados.

Por último realizó el truco de atrapar una bala entre los dientes y aquello lo divinizó, dejando a los ancianos con supuestos poderes mágicos totalmente deshonrados. Gracias a aquella artimaña y al teatro que hizo el mago, Argelia no lograría la independencia hasta después de un siglo.

Desde muy pequeños oís miles y miles de mentiras, que aun hoy siendo adultos, todavía creéis y lo peor de todo es que muchas de ellas son sobre vosotros mismos.

De esas mentiras están hechas las lentes que os ponen al nacer, de modo que a cualquier lugar que miráis siempre veis una imagen distorsionada de la realidad y de vosotros mismos. Esto os crea inseguridad y miedo porque en el fondo algo no os cuadra. Solo cuando te quitas esas lentes, ves la realidad.

Recuerda que al principio juzgaste de vulgares a las piedras que te regalamos, eso es ver con lentes distorsionadas, porque ahora ya sabes que no eran vulgares piedras, y no solo porque formen un bonito puzle corazón. Eso fue solo para que despertaras y te dieses cuenta de que no siempre veis lo que tenéis delante. La verdadera razón es porque sirven de paradoja de la vida, representa muy bien lo que es no ver que es realmente la vida. A las piedras no les soléis dar valor, y dais por sentado que están ahí. A la vida le sucede algo parecido, no les dais valor y dais por sentado que está ahí.

Pero déjame decirte algo. Las piedras son de gran importancia para la vida en la Tierra y para mantener vuestra civilización. Han formado parte de la vida del hombre, de los animales y las plantas. Os han dado refugio, materia prima para la construcción y herramientas. Es la parte solida de la Tierra, la corteza donde pisáis.

Sus capacidades químicas, os han dado energía para combustión, los minerales que contienen os han dado los valiosos metales. Tu propio cuerpo tiene esos minerales y están en los alimentos que te mantienen viva. Y cuando mueras tu cuerpo volverá a formar parte de esas piedras.

Puesto que los hombres callan, las piedras os hablan de la vida, como mensajes dentro de una botella. Os han contado como se formó vuestro planeta y el sistema solar. Os han contado su historia, como era todo antes, os han explicado diversos fenómenos que se suceden en la corteza terrestre, ayudándoos a evitar algunas tragedias humanitarias. Os han enseñado a amar a vuestro planeta y la vida y aun así solo seguís viendo vulgares piedras.

Los enfermos mentales son como esas piedras, se les ha menospreciado durante la historia de la humanidad cuando en realidad son una paradoja de vosotros mismos. Eso es lo que te quisieron enseñar aquellos tres jóvenes que te visitaron. Sus mentes distorsionan la realidad pero fueron capaces de luchar contra sus propios cerebros, son un ejemplo  de superación que haríais bien en valorar. ¿Qué os diferencia de ellos, si vosotros también distorsionáis la realidad creyendo las mentiras que os enseñaron sobre la vida y vosotros mismos?

Si las piedras no son lo que tu creías, si los testimonios que has oído no son lo que tu creías, porque mirabas pero no veías, ¿qué te hace pensar que el resto de lo que tú crees de la vida y de ti misma están en lo cierto?

Es el momento de que te quites esas lentes que desfiguran el mundo, que dejes de culparte y de tener miedo, todo lo que te contaron sobre la vida y tú misma no es cierto. Eres un ser vivo que merece vivir y disfrutar la vida, te lo dice la mismísima Vida>>.

Después de oír aquellas palabras, aquel sería el primer día en la vida de Mauricio.

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