En 2017, 269 menores de edad fueron condenados por delitos sexuales
El primer ejercicio completo de actividad de este organismo se dio en el 2017, Aunque no podemos comprobar su evolución, al no tener los datos de los ejercicios anteriores, las cifras actuales referidas a los datos de los menores de 18 años, son muy preocupantes.
«De la estadística hecha pública se desprende que los 2.280 condenados adultos -el 96,4% hombres- cometieron 2.816 infracciones penales de índole sexual, de las que la mayoría (956) fueron consideradas abuso sexual, 414 exhibicionismo y 387 agresión sexual. De estas últimas, 27 fueron consideradas violaciones. Mientras, en el caso de los 269 menores condenados (el 99,6 por ciento chicos) perpetraron 332 delitos de En 2017, 269 menores de edad fueron condenados por delitos sexuales esta naturaleza, de los cuales 107 fueron abuso sexual y 103 agresión sexual, incluyendo 5 violaciones». (RTVE /EFE 25.09.2018).
Últimamente los mas media nos informa de delitos sexuales cometidos por menores de edad. En el 2017, 269 menores de edad fueron condenados por cometer delitos sexuales. Estos menores, ¿Son monstruos aislados o consecuencia de conductas aprendidas y fallos en los sistemas de regulación de la conducta por parte de sus familias y la sociedad?
Quien no recuerda el caso de Sandra Palo. Sandra fue secuestrada por 4 individuos de edades comprendidas entre los 14 y 18 años, que la violaron atropellaron repetidas veces y quemaron. Más recientemente un menor de 14 años cometió agresiones sexuales en una mujer de 23 y otra de 42 años, que también fue dejado en libertad con cargos. En Jaén, alumnos de entre 12 y 14 en dentro de la escuela y en horario escolar, años violaron a otro niño de 9 años. En todos los casos, al tener 14 años, fueron dejados en libertad con cargos y lo menores de 14 años no fueron imputados. Más recientemente, en agosto de este año, 5 menores agredieron sexualmente a una niña de 12 años, compañera de su mismos instituto de la Bisbal. De los cinco a dos se les aplicó el procedimiento de menores y tres fueron dejados en libertad, porque al ser menores de 14 años eran inimputables Pero también se observado un incremento de conductas altamente violentas en menores. En el 2016 la Fiscalía General del Estado ya alerto que se estaba observando un incremento muy significativo de delitos sexuales cometidos por menores. Como el niño de 14 años que mato de una puñalada a su hermano de 19 en Alicante, o dos menores de Bilbao que asesinaron a una pareja de ancianos.
La legislación española nos dice que: «Artículo 3 Régimen de los menores de catorce años: Cuando el autor de los hechos mencionados en los artículos anteriores sea menor de catorce años, no se le exigirá responsabilidad con arreglo a la presente Ley, sino que se le aplicará lo
dispuesto en las normas sobre protección de menores previstas en el Código Civil y demás disposiciones vigentes. El Ministerio Fiscal deberá remitir a la entidad pública de protección de menores testimonio de los particulares que considere precisos respecto al menor, a fin de valorar su situación, y dicha entidad habrá de promover las medidas de protección adecuadas a las circunstancias de aquél conforme a lo dispuesto en la (Ley Organiza 1/1996 de 16 de enero)».
Actualmente solo hay responsabilidad penal entre las edades comprendidas entre los mayores de 14 años y menores de 18 años. Es decir, que los menores de 14 años no tienen ninguna imputación penal sea cual sea su delito y que entre los 14 y los 17 años se le puede imputar pero dentro del régimen de justicia juvenil. En el 2016 se impusieron 21.500 medidas penales a menores, siendo la más común la de la libertad vigilada y el internamiento en régimen semi-abierto. En las sentencias más restrictivas se les internaba en centros de justicia juvenil de régimen cerrado. En relación al sexo de los infractores menores de edad, la población es mayoritaria de varones.
No obstante, empieza a ser inquietante el incremento observado en la población de menores de sexo femenino, que ha pasado del 15’5% en el año 2007 al 20,312% en el 2015.
Aunque mayoritariamente los delitos cometidos por menores están relacionados con robos o destrozos, (cometidos en grupo, con o sin con ingestas previas de alcohol y/o drogas), los relacionados con las agresiones sexuales son muy preocupantes, como comentábamos anteriormente. No solo no ha disminuido sino que se ha incrementado el número de agresiones, con la complicación añadida de que ha bajado la edad de los agresores. Y ésto a pesar de que se han incrementado las campañas en contra de la violencia de género, tanto en los medios de comunicación como en las escuelas.
¿Qué puede llevar a desarrollar esa violencia en menores? En España tenemos poca literatura y estudios sobre estos fenómenos. Donde sí existe mucha investigación y literatura, es en los países anglosajones.
Tomando como base estos estudios y el análisis de las conductas observadas en nuestros adolescentes agresores, pensamos que es debido a la existencia de múltiples factores que pueden estar influyendo. Se tiende a creer que los menores que cometen delitos tan graves proceden de familias desestructuradas, pero no necesario eso tiene que ser cierto. A modo de ejemplo, lo que sucedió en un Instituto de Barcelona. Un niño de 13 años (no imputable por ser menor de catorce años) que mato a un maestro e hirió a otras personas, provenía de una familia sin problemas económicos, bien integrada tanto a nivel social como laboral y académico, que cuidaba bien de sus dos hijos. Los mossos d’esquadra encontraron en su habitación toda una serie de elementos que quizás deberían de haber sido controlados por sus padres, “aunque eso fuera romper la intimidad del hijo”
Uno de los factores sociales de alto riesgo es que muchos padres y madres, se ven incapaces de ejercer su función que es la de educar a sus hijos. Los cambios de la sociedad y la familia y una ideología “happy flowers” de sobreprotección de los hijos ha generado pequeños dictadores a los que todos deben rendir pleitesía y que no están obligados a nada: “No hay que frustrar a los hijos y no nos podemos meter en su intimidad”. Como dice el decálogo del juez Calatayud es la mejor forma de crear delincuentes. El que hagan lo que les dé la gana sin límites, creemos que también se puede considerar un maltrato. Porque no poner límites no es quererles más sino todo lo contrario.
Podemos pensar que los menores provenientes de familias desestructuradas tiene todas la posibilidades de repetir lo patrones de conducta aprendidos en su familia, pero ¿qué pasa con los hijos de familias no desestructuradas? ¿Qué modelos de sexualidad están recibiendo? ¿Por qué chicas de familias no desestructuradas se inician en bandas latinas y se someten a los roles machistas de las mismas? ¿Por qué algunos chicos consideran absolutamente normal obligar a chicas, que quizás acaban de conocer, a tener sexo con ellos, aunque sea forzado?
Y podríamos seguir preguntándonos mucho más, pero en conclusión, lo que nos estaríamos preguntando es que tipo de sexualidad estamos trasmitiendo a nuestros hijos e hijas.
Como decía anteriormente, se han dado cambios sociales y en las estructuras familiares muy importantes en estos últimos años, pero independientemente de los mismos, lo que si tendríamos que tener claro, es que los niños y niñas y los adolescentes, necesitan una formación clara de los aspectos éticos y de convivencia en sociedad, de lo que es correcto hacer (para el otro y para uno mismos) y lo que puede producir daño (tanto a él como al otro). Es decir, formarles tanto poder desarrollar conductas empáticas como en su capacidad de ser asertivos. Para esto el papel de los padres y las madres, en cualquiera de las formas actuales de familia, es imprescindible. Los padres y madres tienen la obligación de ejercer su función como tales y no pasar a ser colegas de sus hijos, negando las diferencias generacionales.
Los estudios que hemos consultado nos indican que el acceso a las redes sociales e internet, sin control paterno, es un factor de alto riesgo. No soy partidaria de prohibir Internet, porque sería como poner vallar al mar.
¿Es pernicioso el uso de Internet? Tan pernicioso como puede ser una moto HarleyDavidson. El sentido común no dice que esta moto de gran cilindrada no la pueden conducir menores. Y esto lo podemos aplicar también al riesgo que supone para los menores el uso de Internet y de las redes sociales sin supervisión de sus padres y madres.
El acceso indiscriminado y sin control a una sexualidad de tipo pornográfico por parte de menores está dando lugar a unos patrones de conducta, donde se normaliza la sexualidad de tipo pornográfico y se insensibiliza. Esta insensibilidad lleva inexorablemente a que, cuando se desarrolla la sexualidad, no se haga desde la afectividad sino que se parezca más a una relación donde el otro pasa a ser un objeto, sin empatizar ni con sus sentimientos ni con sus posibles padecimientos. El riesgo más elevado lo tenemos en la personas con empatía cero, es decir las que consideran al otro como a un objeto que se puede usar y tirar solo para el propio placer. Al ser un objeto, lo deshumanizan, con lo que se anulan las repercusiones a nivel sentimientos que pueda despertar el dolor del otro. Si son objetos el otro se puede usar y tirar.
La empatía cero correspondería al perfil del agresor, pero también la falta de asertividad puede generar victimas que tiendan a quedar atrapadas en relaciones altamente perniciosas. Serian aquellas personas incapaces de poder decir si cuando quieren una cosa y decir no cuando no la quieren. En España es impensable, hoy por hoy, aplicar las leyes de los Estados Unidos que pueden llevar un menor a ser juzgado como adulto en función de la gravedad de su delito. La constitución española del 1978 dice que la finalidad de la pena no es otra que la rehabilitación del ciudadano y su reinserción social. No tenemos estadísticas de los resultados de aplicar estas estrategias de rehabilitación en este tipo de delincuentes. De cómo han cambiado o si han reincidido siendo ya mayores de 18 años y han pasado a justicia de adultos.
Por ello es muy importante que podamos detectar lo más inicialmente posible este tipo de conductas, para evitar que luego, una vez consolidadas sea demasiado tarde. Y esta detección es una responsabilidad de todos, primero de la familia, pero también de la escuela, los medios de comunicación y la sociedad en general.
Dra. Carme Tello Casany Psicóloga Clínica Presidenta de ACIM (Associació Catalana per la Infància Maltractada) Vicepresidenta de FAPMI (Federación de Asociaciones para la Prevención del Maltrato Infantil)