SOBRE EL OLEAJE DE LO SORPRENDENTE
POEMAS HABITADOS
Alfonso Monteagudo
Editan Diputación Provincial de Jaén (Cultura y Deportes)
y Ayuntamiento de Baños de la Encina (Jaén), 2018, págs. 140
Carlos Benítez Villodres
Málaga (España)
Cuando las bellas creaciones poéticas de Alfonso Monteagudo se alían con el afecto de una amistad pura y transparente, y la admiración que este comentarista literario siente por el autor, escribir sobre una obra suya, que merece aún más resonancia que la que ya tiene, es una delectación tan entrañable que muy pocos la disfrutan en su caminar cotidiano. Por eso, lleno mi psique de entusiasmo, y doy a conocer a los posibles lectores el mundo real de este poemario de una actualidad total.
Magistral y de necesaria lectura es este libro que nos da a conocer, en las exposiciones de su creador, las vivencias y los sentimientos, los pensamientos y las reflexiones… de este poeta en continua catarsis con la poesía, como compromiso leal y fructífero con el presente, de cuya sangre, como sabemos, ya se está alimentando el mañana. Sus versos son y serán siempre el testimonio de un hombre bueno comprometido con el Arte y con la Poesía.
La prologuista, Carmen Mestre Mestre, nos dice, entre otras ideas, reflexiones y pensamientos sobre la obra “Poemas habitados”, en su genial Prólogo: “…Monteagudo puede hacernos llegar sus vivencias, habitadas de una forma que trasciende lo trivial, para darles la categoría de arte literario.
Quizás, como proponía Novalis en la cosmovisión del idealismo mágico, Monteagudo intenta enriquecer el santuario interior de su espíritu con pensamientos y metáforas renovadas”.
Los 61 poemas que contiene “Poemas habitados” están formando un todo, aunque, evidentemente, el corpus libri sea pluritemático. Después de sumergirme en las profundidades de estos poemas geniales y luminosos y enriquecedores, en suma, deduje que el poeta nos proporciona, en el conjunto de esta obra inigualable, una visión puntualizada de las distintas etapas de su vida, con todo lo que ellas conllevan, y de la época en la que nace y se desarrolla su vocación poética.
Alfonso Monteagudo es un poeta introspectivo y observador nato de todo cuanto le rodea y sucede, ora en su entorno, ora a más o menos distancia del mismo. Los actos de introspección y de extroversión hacen del autor un poeta eminentemente vivencial y filosófico y vital…, un poeta que se mueve entre la tricotomía “vida-paso del tiempo-muerte”, entre las dicotomías “bien-mal”, “visible-invisible”, “ser-no ser”, “evidencia-incertidumbre”, entre los paralelismos “alma-poesía”.
En todos sus versos, Alfonso Monteagudo ha probado ya con creces su raza de poeta y su estirpe heredada de la mejor tradición poética hispánica: la de Juan Ramón, la de los Machado, la de Fray Luis de León, la de San Juan de la Cruz, la de Rubén Darío…, sin olvidar a Leopardi, Baudelaire, Rimbaud… En “Poemas habitados”, configura otro acorde más de una sinfonía poética que trasciende su propio momento histórico. En este libro, nuestro poeta leonés recoge con impecable y personalísimo estilo, el entusiasmo del hombre consciente que camina hacia el fin, pero que lo contempla con el gozo juvenil y la memoria plena.
Bajo las aguas de esa diversidad temática, a la que ya hice alusión, están muy presentes las vivencias, experiencias y evocaciones del autor sobre la vida y el amor (amante y amada), la pasión y el paso del tiempo, las incertidumbres ante la vida y la muerte, etc.
El amor a la vida, al ser humano, a la poesía, al lenguaje en general y a la palabra en particular y a las múltiples y variadas formas de jugar con ella durante su actividad creativa son algunas de las raíces en las que se fundamenta el libro. En todas ellas hay un dominio exquisito del lenguaje y, por ende, el léxico que usa Monteagudo es de una exuberancia y de un esplendor que impresiona, que sorprende tanto al lexicólogo más exigente como a los lectores amantes de la poesía. Léxico este con el que el poeta teje una sintaxis perfecta desde su honestidad y erudición literarias, encomiables, en su concreción, obviamente, lírica. Rememoraciones y vivencias, sentimientos y experiencias, sensaciones y emociones… se suceden o se amalgaman ordenadamente, formando un tejido poético de una textura sublime, de una gran riqueza en pensamientos e ideas, en conceptos y reflexiones…, de una belleza auténtica, asombrosa, por su coherencia y rotundidad, que percibimos en toda su plenitud. En definitiva, la poética de Alfonso Monteagudo es de una luz potente, estelar, que mana de las profundidades de su psique; de un ritmo de marca propia, pleno de armonía, génesis de una musicalidad que nos estremece, que nos deja su impronta indeleble; de grandes aciertos feliz y serenamente confirmados; de un trasfondo pluridimensional, elocuente y ortodoxo, en donde convergen las distintas estaciones de llegada correspondientes a esos viajes valiosos e incontables que el poeta realiza por su orbe íntimo y por aquellos otros, extrínsecos a su ser, de donde todo lo primordial que extrae le sirve de “material” para sus creaciones poéticas. Al mismo tiempo brota de estos tesoros psíquicos una semiótica extremadamente afortunada en calidad humana, en producciones anímicas, en matices…, como constelaciones de luminarias inagotables.
Este equipaje de versos es un libro vivo y auténtico para todas las épocas: un álbum de escenas vividas y pensadas, versos sinceros, emocionantes, plenos para estos albores de un nuevo siglo, donde ascender a la verdad importa más que descender a los infiernos cotidianos. A la luz y al calor de estos versos, “Poemas habitados” resulta una obra impecable, yo diría que es heredera de los sueños dialogados machadianos y de unas vivencias del autor que nos permiten mirar al hombre, al mundo y a la vida con esa mirada pura que nos hace ver el presente agridulce.
En “Poemas habitados”, Alfonso Monteagudo utiliza el verso libre, al estilo de Walt Whitman, aunque no llegan a ser versículos, como los son los del autor de “Hojas de hierba”. Sus poemas tienen una marcada meditación filosófica y un pulso vivencial, que es lo que define lo mejor de toda su obra. Los poemas son poliestróficos, y las estrofas, heterométricas siempre manteniendo el ritmo y la musicalidad, obviamente, en función al metro o medida versal.
En lo referente a las figuras o recursos expresivos usados por Alfonso Monteagudo, prevalecen las alegorías y las metáforas, los paralelismos y las personificaciones, entre otros, creando con ellas una diversidad de atmósferas que propicia un formalismo renovado y en continua apoteosis, que relaciona y a veces fusiona las imágenes proyectadas sobre la superficie de los espejos versales con las corrientes propias del contexto, que despliega en la mente del lector la riqueza abstracta engendrada por el autor.
Para nuestro poeta la poesía consiste en la intuición lúcida de las cosas o el mágico nombramiento de lo real. El poeta es dueño de sus versos y puede salvar o sancionar, salvarse o sancionarse.
“Poemas habitados” es de esos poemarios que marcan un hito fundamental en el universo de la poesía de todos los tiempos, gracias a su riqueza conceptual, a su estilo brillante, a su musicalidad desarrollada en las pulpas de sus valores líricos.