Noche mágica ofrecida por el Club Granada Costa en Barcelona. Toñy Castillo
Cuando la poesía se hace arte y belleza… Al ser recitada, las voces se alían encadenando sentimientos.
Y si hablamos de ello, bien podría referirme al recital poético que hizo brillar la Sala Luz de Gas en la noche barcelonesa del pasado lunes 18 de mayo.
El Grupo Inquietudes, ramilletes de rapsodas con voces de requiebros, cultivó en el escenario las semillas de grandes poetas, donde desde un Rafael de León, a Quintero, caminaban por las sendas siempre emotivas de Machado, Valerio, Hernández, Ibarbourou o Carrasco, mientras sus miradas, eran acompañadas al son de la música que interpretaba la Sra Rosa Jiménez en su piano.
En la noche barcelonesa, grandes poetas… Grandes voces… Y grandes damas del buen hacer supieron pasear la belleza de sus alma, ellas, uniendo la elegancia del saber estar y la solidaridad en beneficio de los Padres Franciscanos Menores Conventuales, crearon escuela, donde la voz de la Sra. Inmaculada Rejón, se meció entre las tablas de un evento magistralmente dirigido por el Sr. Ramón Martí y mimado, entre bambalinas, por la Sra. Silvia Yagüe.
En la noche barcelonesa juntos y en armonía, la magia de la poesía siempre viva, conmocionó al público que vistió, entre aplausos y lágrimas contenidas, la noche de gala, bajo la entrañable, cálida y esmerada escenografía del Grupo Inquietudes, preciosas damas del arte, que nos ofrecieron verso a verso un espléndido homenaje a la gran Carmen Amaya.
Desde estas líneas mi agradecimiento al Club Granada Costa, por haberme permitido la complicidad emocionarme entre arte y poesía.
Hoy en esta noche catalana, aún puedo oír el murmullo de una canción que me devuelve al taconeo, nunca silenciado, de tu sentir bonito,
a ti:
Cuando Carmen,
cuando Carmen quedo quieta,
a las claritas del alba,
y se hizo mármol su cuerpo,
moreno de pura raza.
Barcelona,
Barcelona dando gritos,
mando doblar sus campanas,
y se quedo sin aliento
el compás de la sardana.
Y en aquel momento mismo,
se apagó el son de la zambra.
Carmen, gitana nacida
de un sarmiento y de un coral,
Carmen, era tu bata extendida,
la cola de un pavo real.
Cuando pasaste la raya
y tu llama se apagó
ya no canto la Zumaya,
ni la guitarra tembló,
Carmen, Carmen,
Carmen…¡Carmen!
Se murió Carmen Amaya,
y España entera lloró….
A Carmen Amaya por estar siempre viva