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Era un día de agosto del 1936, Víznar gozaba de algunos veraneantes buen clima y sus buena gente trataba de hacer sus faenas diarias; el delicioso pan que cocían los hornos del pueblo. El Tío Tomás preparaba los capachos que se iban llenando de esas hogazas que paso a paso repartía por toda Granada. Los lecheros llenaban los cántaros de leche de cabra que llevaba el mismo destino que el pan. Las mujeres de Víznar regresaban a su casa después de una vigilia preparando la masa de harina y levadura del pan que al amanecer recorrían el camino granadino. Era curioso en los atardeceres ver a las jóvenes del pueblo limpiar los cántaros en la fuente de Víznar, con meticulosa pulcritud que se encontraban listos para el día siguiente.

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El pueblo ya no ignoraba la tragedia que se les venía encima y de la que será protagonista sin quererlo, durante la Contienda o el Alzamiento contra la República, según lo mire libremente cada uno, puesto que ya, en sus calles había signos de ello: era frecuente ver a unas personas de aspecto educado con el delantal propio e los masones barriendo las calles luego haciendo fosas para la terrible tragedia hermana, era como “castigo” por su ideología masónica. había movimiento de tropas procedentes de Granada y de los distintos frentes de guerra cercanos donde combatían ambas tropas, Rojo y Nacionales, pero Españoles. Al mando de la tropa o Sección destinada en Víznar se encontraba el capitán de la Guardia de Asalto José maría Nestáres, hasta que fue nombrado Rodríguez Acosta, Jefe de las Milicias y Reclutamiento de Víznar, aunque se limitaba a cumplir las órdenes de Granada y a procurar que “todo trascurriese bien”. Pues en Granada y muchas veces con el visto bueno de Sevilla –ya se ocupaban de confeccionar… las trágicas listas de los “paseicos”-.

Por allí se encontraba el motorista alférez de la Guardia de Asalto, motorista Manuel Martínez, hombre de confianza de Nestáres, cuya esposa, una buena y humanitaria mujer asistió a los presos llevándoles comida a los que algunos fusilarían horas después. Era muy querida por el pueblo.

En ese mes yo cumplía la edad de dos años y medios, mi presencia en este pueblo se debía a que mi padre que había nacido en Víznar y los lazos familiares era buenos y por lo tanto había gran todos los parientes con verdadero cariño. La atención era recíproca cuando se desplazaban a Granada donde residíamos. Un día oí decir “Anoche hubo paseico. Creo que esta madrugué se llevaron al Barranco a una mariquita, a un cojo y a un torero” – Pregunté a mi abuelo por aquello que se decía: “niño son cosas de la guerra con los rojos” (cualquiera hacía crítica en aquellos días…) –esto lo comento yo, hoy-.

Pasados estos años he vivido infinidad de posturas sobre el asesinato y la recuperación de los restos de Federico García Lorca. He podido comprobar también en lo que he podido leer que Federico, Gran poeta granadino ha sido mercantilizado al máximo pero que no ha dañado su prestigio mundial.

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Iglesia y fuente de Víznar, testigos de jornadas indescriptibles

Un buen amigo con muchas vivencias en Alfacar y en especial en aquella guerra entre hermanos donde residía con sus padres y abuelos. Cuenta que su abuelo vio cómo se llevaban un cuerpo de los asesinados aquella noche, no distinguió las personas pero le extrañó mucho pero no hizo ningún comentario con nadie porque en aquellos días todo era miedo, y, el silencio era prudencia obligatoria.

Recordemos al alférez de Obras Públicas y antiguo chofer de Azaña, Manuel Martínez. Presente ene le acto formó con piquete de ejecución –era un buen hombre-. Hoy bien algunos de sus hijos y uno de ellos es gran amigo mío desde niños. Mi amigo Manolo preguntó a su padre antes de morir por el enterramiento de Federico y el padre le contestó: “Hijo, yo lo sé, pero quien tiene que saberlo ya sabe dónde está enterrado actualmente”. Comentario: “Hijo en esta época había muchos líos y por personas muy significativas en la vida política no debo decirte más por considerarlo secreto personal y profesional, dejándole entrever que había algo raro”.

La realidad es que este pueblo de Víznar, laborioso, de honestas y leales actitudes a sus sentimientos y tradiciones vivió sin querer unos años ajenos a su condición de paz y convivencia, arrastrando un mito sobre un acontecimiento que conmovió al mundo por su relevancia cultural y la personalidad que ha adquirido nuestro paisano Federico García Lorca, cuya admiración permanente de toda su OBRA. Se suele comentar que hasta el mismo Franco repudió el asesinato de esta figura universal. Yo, como poeta y periodista lo tengo como ejemplo.

José Luis Martín Correa

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