VIDAS INTERESANTES, EUGENIA DE MONTIJO

Comparte:

Eugenia   nació en Granada el 5 de mayo  de 1826 y fue bautizada  al día siguiente por el Capellán Mayor de la Capilla Real en la iglesia de Santa Magdalena. Sus padrinos fueron los condes de Montijo. Era hija de los condes de Teba: D. Cipriano Guzmán Palafox y Portocarrero y Dª Manuela Kirpatrik y Crevigné, los cuales llegaron a Granada desde Santiago de Compostela, donde el conde había sido  desterrado por conspirar en pro de la causa liberal.

Granada, con tradición universitaria  ha dado hombres y mujeres que han destacado en las letras, en el arte, en la ciencia y en la cultura en general. Ha sido cuna de  condes, marqueses, reyes y  una emperatriz: EUGENIA DE MONTIJO.

Sabemos que Granada es zona de terremotos y en aquella época eran muy frecuentes y hubo uno muy fuerte por aquellas fechas próximas al nacimiento de Eugenia. Ante la intranquilidad,  Dª Manuela  mandó instalar  una carpa en el jardín de su casa en la calle Gracia, Nº 12  para dar a luz a Eugenia. Los condes de Teba tuvieron otra hija, Francisca de Sales.

SU TRASLADO A PARÍS   

Los primeros años de su niñez, Eugenia los pasó en Granada, ciudad a la que siempre recordaría por sus Jardines, por sus monumentos, plazas, fuentes, sus barrios típicos como el Sacromonte, etc.  Un día de los que fue a pasear por este barrio, una gitana quiso “echarle la buenaventura” a lo que ella y la señora que le acompañaba se negaron, pero aún así, la gitana les dijo:” aunque no me enseñe la mano, yo sé que esta niña será más que reina”. Parece que esta predicción se le quedó grabada en la mente aun siendo tan pequeña.

En París, años más tarde le pasó algo parecido. Un amigo de la familia, el padre Bordinet, experto en Quiromancia, en una de las frecuentes reuniones a las que asistía en su casa, insistió en leerle las líneas de la mano. Al principio ella se negó pero ante la insistencia del padre Bordinet accedió. Enseguida empezó a gesticular asombrado de lo que estaba viendo y al cabo de un rato exclamó:¡ He visto en su diestra una corona…! ¡Una corona imperial!

Con la marcha de Dª Manuela a París, Granada pierde una de las tertulias más concurridas e interesantes que había pues eran como las de los salones  de Italia y París. Era una mujer muy culta e instruida, hablaba varios idiomas y siempre se relacionó con la nobleza y la clase alta en Granada y Madrid. En París la relacionó con la élite el escritor Próspero Merimé, gran amigo de D. Cipriano desde su estancia en Granada; amistad que siempre  perduraría.  Luego cuando Eugenia fue Emperatriz le concedió el cargo de Senador. El conde de Montijo muere en 1834. Dª manuela y sus hijas viajan constantemente a Madrid aunque ellas se educan en el colegio Sagrado corazón de París  y en Londres. Acabados sus estudios y cumplida la mayoría de edad, Francisca y Eugenia, la condesa presenta a sus hijas en sociedad. La fiesta tuvo tanta brillantez que se le consideró la fiesta  social de año.

La mayor, Paca, como la llamaban en casa, y Eugenia eran dos mujeres bellísimas, hasta el punto que consiguen  que el Duque de Alba se interese por las dos. Se daban las condiciones idóneas para el amor pues estamos en pleno Romanticismo. Otro pretendiente fue el Duque de Sesto pero la relación no se formalizó. Dª Manuela y Eugenia realizan varios viajes por toda Europa hasta que finalmente  acaban fijando su residencia en París. Aquí asisten a todas las fiestas y visitan los salones y teatros más importantes. Su madre se da cuenta de la admiración  que Eugenia ha despertado por todos los sitios donde ha pasado y le escribe a su hija Paca una carta en la que  dice:” … en París no se habla más que de su belleza. La otra noche fuimos a la Ópera para ver “el Profeta” de Meyer-beer y todas las miradas estaban vueltas hacia nuestro palco. Todo el mundo quería saber quién era  “la belle espagnole”, y al día siguiente se hablaba más de mi hija que de la ópera” ¡Eugenia está de moda! Nos falta tiempo para acudir a todas partes donde somos invitadas. Mañana es el gran baile en la residencia del Príncipe-Presidente…”   Se trataba, nada más y nada menos, de Luis Napoleón Bonaparte, el cual por un golpe de estado y de suerte había conseguido que lo eligieran Presidente de la República Francesa. Fue el 21 de noviembre de 1852, en un referendum donde obtuvo cinco millones de votos y por el cual  fue nombrado Emperador. Estaba  obsesionado por el recuerdo de su tío  del que tomó el nombre, pasando a la Historia como Napoleón III.

GC 449.indd

BODA IMPERIAL  

    Se inicia una buena amistad entre Luis Napoleón III y  Eugenia pero esta relación no fue bien vista por todos. Cuentan que por el amor a la granadina, Luis afrontó la oposición de muchos de sus amigos, de sus partidarios y del pueblo francés que acababa de coronarlo Emperador.

CARTA DEL EMPERADOR  

El 15 de enero de 1853 Dª Manuela recibió  una carta fechada en la Tullerías y entre otras cosas decía: “Hace algún tiempo que amo a su hija y deseo hacerla mi esposa. Hoy vengo, pues a pedirle la mano, pues nadie es más capaz que ella  para hacer mi felicidad, ni más digna para llevar una corona”

El lugar de la boda  fue Nôtre –Dame el 30 de enero de ese mismo año. Los novios llegaron a la catedral en la misma carroza imperial que había conducido a Napoleón y Josefina para ser coronados. Media Europa estaba pendiente de la boda imperial y  Granada no podía ser menos, desde aquí sus paisanos poetas y escritores  de gran renombre,   la felicitaron dedicándole algunas de sus poesías. Entre ellos citamos a Pedro Antonio de Alarcón,  Salvador de Salvador, y Enriqueta Lozano (la Safo granadina) cuya composición acababa así:

… más al gozar tu dignidad suprema,

¡No llegues a olvidar ni una vez sola,

que el rico florón de tu diadema, es

noble Emperatriz , ser española”.

El homenaje de los poetas gustó mucho a Eugenia, la cual correspondió con una  afectuosa carta, distinguiendo a Enriqueta Lozano  con un álbum para poesías encuadernado en piel y con aplicaciones de plata.

 EMPERATRIZ DE LA MODA

Uno de los más sugestivos títulos que se le dieron fue el de “Emperatriz de la moda”. Eugenia ejerció gran influencia en la moda francesa, basta decir que puso de moda lo que tal vez era su único defecto físico, sus estrechos y escurridos hombros. Detalle  que podemos observar en los retratos de la época pues  los pintores se vieron obligados a reflejar en sus modelos dicha pose de inspiración palaciega.  Todas las señoras querían imitar a la primera dama de Francia.

Las características primordiales de los vestidos de aquella época se polarizaba sobretodo en la pomposidad. Se empleaban tres o cuatro enaguas almidonadas. En compensación de ir tan tapadas por debajo, generosos escotes dejaban los hombros al descubierto. Se lucían altos y complicados peinados y tocados de sombreros pequeños. Otro adorno indispensable en las manos de las era la sombrilla de seda y encaje – llamadas de muñeca- con mango articulado de marfil y que a muchas le servían para darse un aire de coqueteo lleno de encanto femenino, irresistible a los ojos de sus admiradores.

EL MIRIÑAQUE  Y EL LUJO PALACIEGO

   Los primeros años de esta etapa del Imperio se iba a caracterizar por el uso del miriñaque. Éste estaba formado por una armadura de ballenas de acero, revestida de crinolina sobre la cual se armaban los trajes que estaban muy recargados de encaje, de fruncidos,  de volantes y de todos aquellos elementos que contribuían a prestarle pomposidad. El empleo del miriñaque fue adoptado por la Emperatriz  para disimular el embarazo del Príncipe Imperial, a modo de guarda infante español. La prensa lo llamó el “estúpido y monstruoso artefacto, fue objeto de ironías y caricaturas mortificantes contra la delgadez femenina, en un tiempo en que la delgadez  se consideraba una desgracia física, es decir, no estaba bien vista, todo lo contrario de hoy que todas deseamos estar delgadas, “guardar la línea” como dicen algunas.

El miriñaque solucionó gran parte de estos y otros problemas femeninos, por ello se usó durante mucho tiempo.

El lujo de aquella corte de opereta del segundo Imperio fue fastuoso. Hasta tal punto que uno de los mayores  reproches  que se le hicieron a la Emperatriz fue el enorme gasto  en indumentaria, y ella lo sabía  pues en realidad, el amor de Eugenia por los vestidos era igual  al de todas las mujeres, las  de aquella época y las de hoy. Esto sigue vigente. A pesar de ello, el Emperador también estaba de acuerdo.

EUGENIA  EN EL RECUERDO  DE GRANADA 

 Su ciudad natal figuró varias veces en el itinerario de la Emperatriz errante. Dos veces visitó Granada después de su abdicación. La primera vez fue en mayo de 1877. En su visita a la Alhambra firmó en el libro de oro  como “Condesa de Pierrefonds”, que era el título que utilizaba durante sus viajes. La segunda vez, en junio de 1896, y  que el diario “El Popular” publicó esto:” Se halla en Granada la exemperatriz francesa Doña Eugenia Guzmán y Portocarrero, ilustre paisana, que se hospeda en el hotel Siete Suelos”. También visitó su casa natal, de la calle Gracia y pudo leer la placa que hace honor a su nacimiento.

SUS ÚLTIMOS AÑOS DE VIDA

Casi siempre los inviernos los pasaba  en la Costa Azul francesa donde tenía una villa. Aquí venían a verla sus amigos de toda Europa. Cuando estalla la Primera Guerra Mundial, en 1914, regresa a Inglaterra y transforma su residencia de Farneborough en hospital de sangre, al que dedicaría todas sus energías. Al cabo de  varios años, y ya   cumplidos los  93,  debía  operarse de cataratas pero los especialistas desisten, entonces vuelve otra vez a la Costa Azul donde le esperaba su amigo,  el Duque de  Alba para acompañarla a Barcelona donde  la operaría  el prestigioso oftalmólogo, Dr. Barraquer. Entre otras cosas, le dijo: “estos bellos ojos volverán a ver”. Y así fue. El primer libro que la Emperatriz leyó fue  El Quijote y en una de las páginas plasmó  su alegría escribiendo: ¡Viva España!

En ese mismo año, cuando se encontraba en Madrid, víspera de regresar a Inglaterra, se sintió de repente indispuesta y le dijo a su enfermera que era un malestar pasajero y en dos o tres días emprenderían el viaje. Pero murió aquel mismo día, fue el 10 de julio de 1919. Se le hicieron los funerales de soberana reinante y su cuerpo fue trasladado a Farneborough donde descansaría al lado de su marido y de su hijo.

Eugenia de Montijo marcó toda una época y escribió una página gloriosa de la Historia de Granada.

Aurora Fernández

3 thoughts on “VIDAS INTERESANTES, EUGENIA DE MONTIJO

Deja un comentario