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Merece la pena una lectura atenta de lo que está ocurriendo a nuestro alrededor. Como diría Antonio Muñoz Molina, en Todo lo que era sólido parece que bastante de lo conseguido, se lo está llevando esta maldita pandemia. Echamos en falta una salud de atención primaria y especializada que atienda a nuestro derecho básico de una vida saludable en todos los sentidos del término, y al personal sanitario necesario para rescatar los buenos servicios que se prestaban. Ni que decir tiene que la precariedad también atañe a la salud laboral, que entre reforma y reforma no soluciona el problema del paro en un país que duplica la media europea y la inseguridad de los autónomos. Pero no hay que olvidar tampoco la lamentable salud educativa, en la que no se prioriza el esfuerzo, ni hay consenso pero sí leyes y normas que lo cambian todo, con el desequilibrio que ocasiona, y la paulatina eliminación de las Humanidades en las aulas, como si el lenguaje con las lenguas, la reflexión y el espíritu crítico, y el conocimiento de la historia no fuese importante para el desarrollo de la tecnología y el mundo digital de la sociedad de la globalización y el consumismo que impera. De modo que si se echa en falta una salud o bienestar en el sentido más humano que reclama don Emilio Lledó, no tendríamos esa otra parte de la sociedad cada vez más empobrecida, con una indigencia que es el termostato de que también carecemos de una salud de servicios sociales digna, que nos recuerda que la dependencia, atención a discapacidades especiales, mentales y el tratamiento de las personas mayores enfermas desahuciadas, es por un sistema que no le proporciona seguridad. En cambio garantiza la ocupación ilegal ante el abandono y la impotencia que genera su indefensión, o ante la inhibición de la justicia que mira para otro lado, cuando se deja de actuar al negarse o limitarse sus derechos. En este sentido, que estamos comentando diría el activista N. Chomsky que estamos inmersos en el entretenimiento o estrategia de distracción para obviar la solución de una problemática que cada vez es más acuciante o aniquiladora. A juicio de John Gray estamos ante una diatriba sobre la que se sustenta el progreso o la capacidad para dejarse guiar por la razón. Juzguen ustedes y pregúntense hasta cuándo difundiremos este legado de calamidades. Esperemos que no se quede en deseos, que se los lleve la cuesta de enero y traiga al menos agua para nuestro denodado campo.

Francisco Velasco Rey

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