SOBRE UN GENIAL ESCRITOR: RAÚL DEL POZO

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Admiro profundamente a Raúl, desde que un sobrino mío, aprendiz de periodista, escribía en Mundo Obrero alrededor del año 1965, y con 17 añitos iba de rojillo por los saraos periodísticos madrileños, y frecuentaba los calabozos de la Puerta del Sol, hasta que su padre se personaba con las pesetas de multa que exigía la dictadura y lo sacaba de aquella trena, muy concurrida por entonces por chavales que retaban y presumían de puño en alto delante de los grises.

      Y es que, Santiago Aroca, quería emular a su ídolo Raúl del Pozo, y entre detención y detención no dejaba de “hacer codos”, y ya, titulado como periodista de investigación, fue fichado por el periódico El Mundo, donde a pesar de su bien ganado prestigio  y tal vez aconsejado por su admirado maestro, dio un salto a las américas pretendiendo desentrañar  las mentiras de Fidel Castro; fue expulsado de Cuba por el Comandante en repetidas ocasiones, teniendo que centrar sus actividades periodísticas mientras se licenciaba en Derecho en la península de Florida, donde actualmente ejerce como importante  abogado en los Estados Unidos.

      Una vez descrito el preámbulo donde se gestó mi admiración por el brillante escritor Raúl del Pozo, in illo témpore, voy a referirme a él, con motivo de la publicación de su reciente libro titulado El último pistolero, que recoge una selección de las columnas que publica cada día en la contraportada del periódico El Mundo y en las que el lector puede descubrir las razones de tantas incertidumbres como venimos padeciendo los habitantes de ésta patria nuestra, que sigue llamándose España.…

      Raúl del Pozo dijo que “el periodismo se quema enseguida y para lo único que vale es para envolver el bocadillo de mañana”, pero en su reciente libro demuestra que no tenía razón, porque hojeando sus páginas, la mayoría de las sentencias previstas por él en sus columnas, se hacen realidad a los pocos días y suelen ajustarse a los vaticinios que su escritura predice.

      Personalmente, vengo disfrutando cada mañana con la magia de tan excelso escritor,  que en las filosóficas  esquinas de sus escritos periodísticos, es capaz de proponer nuevos adjetivos a la RAE, resaltar en la estrechez de un par de  líneas  un compendio histórico de cualquier personaje mundial, mientras coloca y envuelve en su columna la última ocurrencia de cualquier  político del momento sin dejar títere con cabeza y apoyado en un humor sano que improvisa, y lo hace de forma educada,  sin ofender, pero poniendo el dedo en la llaga y hurgando en ella, llamando por su nombre al pan y al vino,  como lo viene haciendo en la contraportada de El Mundo  desde que su predecesor  Paco Umbral, inventor de palabras increíbles,  le cediera su sitio un mes de diciembre de 2007.

      Cabe recordar que cuando PedroJ.Ramirez le nominó para tal fin, dijo que ello obedecía al deseo del periódico de rendir un homenaje a la figura de Umbral que tanto merecía, y nadie mejor que Raúl del Pozo para reemplazarle, porque es “quien mejor sabe vivir como un reportero y escribir como un gran narrador”, y digno de tal sucesión… (Del Pozo dijo entonces: “Cuando te comparas con un mito, siempre pierdes”).

      Y Raúl nos amenazaba con su incesante trabajo, cuando un día   publicó: “Del periodismo no vale lo que has escrito hoy, sino lo que vas a escribir mañana”…

      Aunque de Raúl del Pozo puede parecer que ya se ha dicho todo, creo que quedan muchas cosas por decir y nos vamos a sorprender cuando sea él quien las diga. Porque de momento ha dicho, “que la mayoría de lo que se cuenta de él, es leyenda urbana”. Y que en su trabajo diario, “tiene la obsesión de no repetirse; porque cuando un columnista se repite, su futuro lo tendrá dando de comer a las palomitas en el parque”.

      En alguna de sus entrevistas -refiriéndose a las redes sociales- decía que si te sales de la horma te exterminan, porque ahora te guillotinan cada cinco minutos decenas de tíos a la vez. Y la mayoría sin rostro.  Y remarcaba: “Porque en el anonimato se cocina la censura actual y yo he sufrido linchamientos pavorosos en las redes”.

       Me satisface traer aquí, por estar de acuerdo, lo que su amigo Pérez Reverte afirma diciendo: “Si hubiera nacido en Nueva York, o estuviera muerto, Raúl del Pozo sería estudiado en las universidades, vanagloriado en simposios y tendría un club de fans en Twitter. Ocurre, sin embargo, que el tipo es de cuenca y está vivo. En fin, algo habrá que hacer para reivindicar su maravilloso genio”.

       Y Manuel Alcántara escribió también sobre Raúl: “No sólo es el mejor de los que quedan, sino el mejor de los que hubo”.

       Me encantaría poder terminar mi reseña con un merecido ditirambo a Raúl, como hacían los romanos en honor de Baco, pero yo no soy poeta. Por ello mantengo en mi recuerdo -eso sí-, la manzanilla que tomé con él en el café Gijón de Madrid, la única vez que coincidí personalmente con tan genial creador, un día del año 1986.

Y desde aquí, le envío mi felicitación, mi admiración,  y mi afectuoso saludo.

el ultimo pistolero

 

Julián Díaz Robledo

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