SOBRE LAS REGLAS DE URBANIDAD

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REGLAS DE URBANIDAD

Recuerdo que la primera asignatura que me enseñaron cuando empezaba a leer en un colegio de párvulos se llamaba “Tratado sobre las Reglas de Urbanidad”. Su aprendizaje y cumplimiento era exigido para acceder al curso siguiente, como lo era más tarde tener una ortografía impecable en el examen de ingreso para poder pasar al primer curso de bachillerato. Es decir, urbanidad y ortografía eran dos asignaturas necesarias e imprescindibles para poder iniciar los importantes siete cursos de bachiller de aquella época. Y recuerdo que nuestros padres eran los principales examinadores de la asignatura de urbanidad, porque en nuestra casa estábamos obligados a practicarla cada día.

Pero las Reglas de Urbanidad no fueron un invento de entonces, toda vez que se iniciaron cuando el hombre empezó a relacionarse socialmente y comprendió la necesidad de establecer  unas formas, reglas, conceptos y modales de respeto al prójimo y una manera formal,  elegante y apropiada de relacionarse con otras personas. En eso consiste la urbanidad: una forma correcta de comportarse agradando en lo posible a los demás.

Desde que se instauró la democracia en España, estamos comprobando con gran decepción, que los políticos de distintas tendencias no se ponen de acuerdo para establecer un sistema de educación que se mantenga vigente, gobierne el partido que gobierne, durante un tiempo mínimo de treinta años, más o menos. Y curiosamente, no vemos a ningún político que proponga una asignatura tan primordial como eran las Reglas de Urbanidad con las que fuimos educados los que estamos tan lejos ya de aquellas normas elementales que nunca debieron dejar de impartir en los colegios de infancia actuales.

Qué duda cabe que todo debe irse  adaptando a la evolución de la sociedad y las normas de urbanidad que aquí proclamo también deberían adaptarse a los tiempos que impongan las diferentes formas de vida, pero manteniendo siempre la cortesía civilizada en la relación con las demás personas y exige el tacto social de cada época.

Y así, en cada país lo harán según sus costumbres y tradiciones que deben respetarse y aunque no quiero referirme a ningún tratado religioso, sí quiero mencionar aquí a Francia, nuestro vecino país como ejemplo costumbrista, donde el “vous, monsieur y madame” siguen prevaleciendo en el tratamiento social diario entre personas, en el trabajo, entre vecinos y en la calle entre desconocidos.

Merece reflexionar el por qué se han perdido éstas prácticas y se ha impuesto en España como norma el tuteo entre desconocidos, sin que tenga importancia alguna la dignidad que merece un anciano, un obispo, un premio Nobel o un presidente de gobierno: todos somos coleguillas, y se ha convertido el trato hortera en un síntoma de modernidad y buenas prácticas…Lo contrario es de fachas.

Conviene traer algunas normas que Dale Carnegie aconsejaba con sus Técnicas fundamentales para tratar con los demás, cuando decía:

-No critique, no condene, ni se queje.

-Dé muestras de aprecio en forma honrada y sincera.

-Despierte en los demás un deseo vehemente.

-Interésese sinceramente por los demás

-Recuerde siempre que el nombre de una persona es para ella el sonido más agradable e importante que pueda escuchar.

-Sea un buen oyente. Anime a los demás que hablen de sí mismos.

-Hable siempre de lo que interese a los demás.

-Haga que la otra persona se sienta importante y hágalo sinceramente.

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