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¿Por qué derecha o izquierda? ¿Por qué blanco o negro? ¿Por qué no elegir lo que uno desea o más bien sentirse identificado con la diversificación…?

Todo no es del mismo color. Somos iguales como seres humanos, distintos ante la elección de elegir. No siempre se piensa igual. Tampoco nuestro color de piel es semejante uno de otro. La naturaleza nos dotó de genes para diferenciarnos, pero… ¡No para alejarnos! Entonces… Qué nos impide ver el mundo según nuestra forma de pensar o actuar. Mirar al cielo, pintarlo de colores al igual que el arcoíris después de una tormenta. Porque siempre… La vida se vive en momentos. Evidentemente siempre hay elección.

Entonces… ¿es obligatorio elegir? No puedo entenderlo, estamos en la tierra de paso, démonos la oportunidad de ser felices siendo especiales, diferentes, atrevidos, comprensivos, extendamos las manos sin reparos.

No escatimemos en ser generosos cuando dejemos el paraíso terrenal, ¿qué nos llevaremos más allá? Eso contando que el respeto lo llevemos por bandera. ¡Vivamos y dejemos vivir! Todo es bueno si cada uno es feliz. Desde este pupitre con mi pluma escribo estas letras deseando que traspasen fronteras. No permitamos caer día tras día en el mismo error. Aprendamos que sumar es mucho mejor, nunca restemos o dividamos.

Miremos a través de los ojos de un niño, comprenderemos que ellos miran a su alrededor plasmando luz y color. Ellos no entienden de maldad. Recordemos que el pasado también fuimos pequeños, no reparamos en jugar sin juzgar.

Dediquemos unos minutos a pensar igual. Si en una época pudimos hacerlo, arriesguémonos a ser más tolerantes respetando la diversificación.

María Manrique Pérez

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