Poesía y flamenco. Ponencia de D.Alfredo Arrebola en el Palacio de la Madraza

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POESÍA Y FLAMENCO.- Palacio de la Madraza, 16/01/17

Ponente-Cantaor :Alfredo Arrebo,Premio Nacional de Flamenco y Flamencología
Guitarra: Ángel Alonso

Señoras y Señores: Mi más profundo agradecimiento a la Academia de Buenas Letras y a la Universidad de Granada, por haberme invitado al ciclo ‘La
Poesía y el Flamenco’. Esta profunda y sincera gratitud es doble: en el mes de octubre tuve el alto honor de recibir el ‘Premio Francisco Izquierdo de Literatura
Granadina’ de manos de su Presidente, Profesor Doctor Don Antonio Chicharro Chamorro y, de manera especial, por volver a este Palacio de la Madraza donde
expliqué, junto al Guitarrista Andrés Cansino, Licenciado en Ciencias Químicas y uno de los más representativos guitarristas de Andalucía, el ‘Flamenco en la obra poética de Federico García Lorca’.

Miedo me produce – y no menos respeto – poner mis manos sobre el ordenador, cuando, llevado por mi profunda afición, intento explicar qué es el Flamenco, cuyos  orígenes están en los más remotos ancestros de la historia de Andalucía; Granada, es
totalmente cierto, ocupa un lugar especial en la Flamencología. Sin embargo, mi compromiso de ‘Escritor de temas flamencos’ me arrastra ineludiblemente a
hacerlo, ¡y con gusto!, ante un mundo tan complejo y misterioso que representa tal manifestación artística y cultural. Pienso que para un cantaor no resultaría muy difícil decir qué es el Flamenco. Desde siempre lo he definido – como intérprete – así:

SISTEMA COMPLEJO DE VIVENCIAS QUE DE DEBEN SER ESTUDIADAS A LA LUZ DE LA RAZON.

Esta definición, amigos todos, ha sido fruto de muchas y reflexivas lecturas, junto a una larga experiencia cantaora: cincuenta y dos años ininterrumpidos en un oficio tremedamente difícil de cumplir, unido -¡cómo no! – a esa otra ‘vida docente’ en la enseñanza Primaria, Secundaria y Universitaria. Y siempre con la sonrisa en los labios ante las delicadas y graves dificultades en uno y otro menester. Mi mayor satisfacción, hoy, es saber que se ha cumplido perfectamente aquellas ideas que desarrollé en el XI Congreso Nacional de Actividades Flamencas, celebrado en Granada del 12 al 17 de septiembre de 1983, donde hice ver que el Arte Flamenco, en su trilogía de Cante, Baile y Toque, puede estar presente en la ‘Programación cultural y educativa’ de los tres estamentos docentes’, ya que forma parte del acervo cultural de un pueblo que no ha tenido más remedio que servirse del mismo para expresar sus más profundas inquietudes sociales, poéticas, metafísicas y religiosas, pero jamás usado como bandera de reivindicaciones políticas porque, a la verdad, la ‘esencia óntica’ del Flamenco no es otra que la ‘inquietud kikergarsiana, unamunesca, heideggeriana o, si quieren, la del bíblico Job. Por eso, y otras razones estéticas, se acercaron los poetas al enigmático y complejo mundo del arte flamenco. Porque, como nos dejó dicho el lírico poeta y filósofo Manuel Machado (1874 – 1947), ‘CANTANDO LA PENA / LA PENA SE OLVIDA’. Era, pues, una necesidad psicoantropológica servirse del cante, del baile, del toque y la Poesía para mitigar, en lo posible, ‘esa angustia inmanente’ del ser humano, como lo expresó nuestro granadino poeta Luís Rosales (1910 – 1992) en su maravillosa obra ‘ESA ANGUSTIA LLAMADA ANDALUCÍA’ ( Madrid, 1987).

Jean Cocteau (1889 – 1963) decía que ‘lo flamenco’ era algo más que cante y baile, porque es una concepción dialectal del mundo. En este sentido, podemos
afirmar que no hay ningún poeta que haya expresado mejor qué es ‘lo flamenco’, como lo hizo Federico García Lorca (1898 – 1936). Y nuestro don Antonio
Machado (1875 – 1936) nos advirtió: ‘ Nuestro punto de arranque, si alguna vez nos decidimos a filosofar, está en el folklore de nuestra tierra…’, cfr. ‘Juan de Mairena’ (Madrid, 1936). Respecto a esto, debemos hacer hincapié que desde que el flamenco adquirió ‘rango cultural’, no hay más remedio que acudir a los trabajos que sobre el mismo nos legó el inmortal poeta de Fuente Vaqueros. Y no sólo flamenco sino también otras muchas canciones populares, cantadas en la actualidad, ya las había recopilado él.

Ahora bien, para recorrer la trayectoria de Lorca hacia el flamenco es preciso saber que él fue, antes que nada, un ferviente estudioso del folklore, fundamento
último de muchos estilos flamencos, como lo he venido explicando durante muchos años. Y no todos los ‘Flamencólogos’, por desgracia, conocen nuestro rico folklore andaluz. García Lorca, el más universal de los poetas españoles, sí lo conocía. El mismo lo confiesa: ‘… Durante diez años he penetrado en el folklore, pero con sentido de poeta, no sólo de estudioso. Por eso me jacto de conocer mucho, de ser capaz de lo que no han sido capaces todavía en España: poner en escena y hacer gustar este cancionero de la misma manera que lo han seguido los rusos. Obras Completas. Aguilar, Tomo II, pág. 1041 (Madrid, 1967).
El flamenco, fenómeno artístico y racial que ha estado siempre expuesto a las más variadas interpretaciones, estaba necesitando desde hacía mucho tiempo una explicación penetrante y esclarecedora de su ambientación y de sus valores anímicos. Y a mi juicio, creo que son los poetas los llamados a interpretar los valores estéticos, sociales, psicoantropológicos y religiosos que comportan los más sencillos y profundos poemas de nuestros cantes flamencos. Porque, a la verdad, el Flamenco también es Poesía, como lo expuse en la apertura del curso 1980 – 1981 del Aula de Flamencología de la Universidad de Málaga. Recuerdo perfectamente haber dicho que ‘… mientras haya poesía, habrá flamenco’. Ambas manifestaciones artísticas coinciden en su temática: EL HOMBRE. Nacimiento, vida, muerte, sentido de la existencia, el más allá, el absoluto, la nada y otros interrogantes que se hace el hombre determinan la esencia de la  Poesía y del Flamenco.

Siempre he pensado yo que el eje central del Cante – yo, como se dice en clásico andaluz, soy Cantaor… – es el hombre en sí, y de modo secundario el problema religioso de angustia e incertidumbre ante ‘el más allá’, aunque el cantaor no se plantee problemas filosóficos ni teológicos. Es, simplemente, la vivencia conceptual del hombre andaluz manifestada en la voz del cantaor y -¡cómo no! – del poeta.
Está suficientemente demostrado que esa ‘realidad cultural’, llamada flamenco, es una manifestación artística de primer orden en cuanto que es signo inequívoco de la cultura española y específicamente andaluza. Nada de extraño tiene, pues, que -como los Toros – el flamenco haya despertado el interés de otros ámbitos artísticos como la pintura, la escultura, la fotografía, el cine y, sobre todo, la literatura. Aquí radica la razón de este ciclo ‘La Poesía y el Flamenco’, orgnizado por la Academia de Buenas Letras y la Universidad de Granada.

Porque, no lo olvidemos, POESIA y CANTE son dos actitudes estéticas íntimamente relacionadas. No hay error alguno en afirmar que es con los movimientos poéticos románticos cuando se da plena entrada al tema del cante jondo. Y ello porque son dos modos diferentes de ver, concebir y sentir la misma ‘realidad andaluza’ durante el siglo XIX. Este es también el pensamiento del Profesor José Luís Buendía López, quien escribe: ‘… El flamenco, desarrollado y aclimatado en el siglo XIX, bajo las mismas coordenadas cronológicas que el movimiento romántico andaluz, como arte comprometido en su tiempo, imbricado en la trama de la más exacta correspondencia, no podía estar, y no estuvo de hecho, al margen de esa circunstancia que le tocó vivir, y de alguna manera sus moldes expresivos estarían en estrecha conexión con la poesía culta de la época. No podemos olvidar que la poesía romántica, igual que el flamenco, representa, entre otras cosas, un hermoso canto a la libertad y que, por tanto, coinciden en cantarla al unísono con tonos exaltados’, cfr. Revista ‘Candil’, nº 64, pág. 174 (Jaén, julio-agosto 1989).

Es posible que ahora se entienda por qué he tenido que hacer esta introducción al título de esta breve charla ‘El Flamenco en los Escritores Granadinos’, obra que fue publicada por la Editorial Zumaya. Biblioteca Granadina Artística Nº 2, con ‘Prólogo’ de la ilustre granadina Dª Carmen González Sánchez, Licenciada en Derecho y Escritora. Son varias las razones que me llevaron a poner en marcha esta obra, dada la escasez – casi nula – de trabajos sobre poetas granadinos que se ocuparon del flamenco. Pero había un antecedente muy determinante: el Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cádiz, dirigido por el Catedrático Dr. D. Juan Antonio Pérez-Bustamante de Monasterio, publicó (1990) mi trabajo ‘LOS ESCRITORES MALAGUEÑOS Y EL FLAMENCO’, que tuvo una magnífica acogida no sólo en el mundo flamenco, sino también en el literario. Lógicamente, mi espíritu flamenco andaba un tanto inquieto por no haber hecho aún la promesa que hice a mi ‘Maestro’ Don Antonio Gallego Morell, el cual llevó mi tesis doctoral ‘EL FLAMENCO: VEHÍCULO DE COMUNICACION Y EXPRESIÓN ARTÍSTICA’ (Universidad de Granada, 1978), y la inmensa sabiduria del inmortal guitarrista Don Manuel Cano Tamayo (1925 -1990), Catedrático del Conservatorio Superior de Música de Córdoba, y con quien tuve la dicha de grabar varios discos.

Pero por encima de estas similitudes entre ‘Poesía y Flamenco’, que he intentado demostrar por mi propia y larga experiencia, tengo que manifestar que los estudios de Literatura Popular, conforme a los artículos publicados por mi inolvidable ‘Maestro’ y amigo don Manuel Alvar, no sólo ponen de manifiesto el singular protagonismo que ha tenido Andalucía – especialmente Granada y Málaga – como tranmisora de tradiciones populares sino que, además, señala la necesidad de investigar sobre cuestiones de literatura popular, de creaciones marginadas porque a menudo nos dan a conocer determinados aspectos socioculturales de una época e incluso son estos motivos que aclaran numerosas cuestiones de literatura grande, o permiten ampliar nuestros propios conocimientos. Porque no hay insolidaridad entre una y otra, sino canales de comunicación.

Estas determinantes las podemos comprobar en los más renombrados poetas del reino nazarí: Ángel Ganivet, García Lorca, Pedro Antonio de Alarcón, Luís Rosales, Rafael Guillén, Antonio Carvajal, Afán de Ribera, Manuel Benítez Carrasco, Pepe Heredia Maya, José Ganivet Zarcos, Pepe Ladrón de Guevara, etc. Y éste es, asimismo, otro motivo que me llevó a componer ‘EL FLAMENCO EN LOS ESCRITORES GRANADINOS’, dado que las conexiones folklore-flamenco han sido comunes desde los tiempos más remotos del arte flamenco.

En este ámbito de literatura popular y de las creaciones marginadas pueden inscribirse las coplas y, por extensión, cualquier manifestación relacionada con el flamenco. Tal es la razón de que en esta obra aparezcan escritores que no compusieron coplas para cantar, pero sí fueron eminentes folkloristas y dramaturgos relacionados con el complejo y enigmático mundo flamenco.

En realidad, afirma María del Carmen García Tejera, Profesora de la Universidad de Cádiz, la presencia del flamenco en nuestra literatura – presencia diversa y discontínua – tiene más de Guadiana que de Guadalquivir: los períodos de altibajos, la fluctuación entre rechazo/aceptación son, quizá, sus notas más características. Con todo, es innegable la huella del flamenco en la Literatura espeñola: la presencia de los gitanos en suelo andaluz, las peculiaridades de su habla, de su cante y de su baile ya fueron recogidas por Cervantes en algunas de sus obras, cfr. ‘Prologo’ a ‘Los Escriotres Malagueños y el Flamenco’ (Cádiz, 1989). No se olvide, por otra parte, que el sabor a copla impregna algunas rimas de Bécquer, configura ciertos cantares de Antonio Machado y toma cuerpo en la obra de su hermano Manuel, que han sido cantados por el que suscribe, como también lo ha realizado con Lorca, Alberti, Emilio Prados, José Sánchez Rodríguez, Manuel Benítez Carrasco, José María Lopera, hasta completar el número de 69 poetas.

Pero la razón más poderosa radica en que el año 1974, cuando el flamenco estaba en su mayor apogeo de recuperación social e intelectual, apareció en el ‘Diario de Cádiz’ un artículo del Abogado y Flamencólogo don Luís Suárez Ávila afirmando rotundamente que ‘.. Granada no tenía nada que decir en el flamenco’. La afirmación, sin fundamento ‘in re’, del tratadista del Puerto de Santa María (Cádiz) queda sin valor alguno con el simple argumento de ‘… quod gratis asseritur, gratis negatur’, que nos ha enseñado la Filosofía.

Sin ánimo de herir sensibilidades, debo manifestar públicamente, aunque hayan pasado muchos años, que mi viejo amigo Luís Suárez ignoraba totalmente la trayectoria flamenca de Granada, ya que la ciudad del antiguo reino nazarí ha sido, sin la menor duda, eje central del desarrollo histórico, social e intelectual del arte flamenco. Es cierto – lo sé por propia experiencia – que el flamenco tuvo en Granada, incluso hasta fechas muy recientes un carácter intimista. Tal vez esta ciudad estuviera influenciada por la ‘falsa definición’ que el Diccionario de la Lengua Española daba, a principios del siglo XX, del flamenco: ‘Cierto género de cante y baile sumamente descarado y obsceno, muy usado entre gentes bajas, de mal vivir o de aficiones acanalladas’. ¡Falsa y triste definición!. Sin embargo hay que decir que era el concepto que la sociedad de aquella época – influenciada por los movimientos antiflamenquistas – tenía de este género artístico y cultural; una sociedad que, de modo especial en Granada, impidió que personas aficionadas y dotadas para el flamenco se dedicaran profesionalmente al cultivo de un arte que forma parte, sin la menor duda, del acervo cultural del pueblo andaluz. El cantaor granadino huyó siempre de la profesionalidad mientras el flamenco no tuvo en la sociedad la dignificación que todo arte y artista merecen.

Como ejemplo paradigmático, podemos citar, entre otros, a Francisco Gálvez Gómez (1883 – 1944), llamado por su amigos, porque a otros no se lo permitía, ‘El Yerbagüena’, quien pudo haber sido figura muy bien cotizada del cante., ‘… pero él siempre se obstinó en no hacer de su afición y su arte un medio de vida; rechazó cuantas tentadoras proposiciones de ‘profesionalismo’ le hicieron. Francisco Gálvez sólo cantaba para sus amigos y escritores universalmente conocidos, como Salvador González Anaya y Margaret Sackwill que le dieron a conocer en sus novelas. También se preocupó con frecuencia de su arte el crítico musical y compositor don Joaquín Turina (1882 – 1949), tal como recogió ‘Ideal de Granada’ los días 8 y 9 de diciembre de 1944 con motivo de su fallecimiento.

Al famoso ‘Frasquito Yerbagüena’ podríamos añadir los nombres de otros célebres cantaores granadinos, citados incluso por Fernando el de Triana en su célebre libro ‘Arte y artistas flamencos’ (1935), que jamás hicieron del flamenco un modo de vida profesional: El Calabacino, Paco ‘El del Gas’, El Tejeringuero, Rafael Gálvez Aragón, Juan Crespo, Juan Cortés Campos ‘El Cagachín’, padre de los Canasteros, María y Juan; Juan Moreno ‘El Almendrilla’, ‘El Carlitos’, El Lolo… y algunos más, de aquella época y de la actual, que han sido claro exponente de cantaores  granadinos que cultivaron su arte en la intimidad de la fiesta y huyeron siempre de la profesionalidad flamenca. En la actualidad han cambiado totalmente el sentido y la dirección del arte flamenco entre los cantaores, bailaores y guitarristas.

Don Manuel de Falla ( 1876 – 1946) nos dejó dicho: ‘Granada ha sido, a nuestro juicio, el punto principal donde se fundieron los elementos que han originado así las danzas andaluzas como el cante jondo, aunque posteriormente se hayan creado formas y denominaciones especiales de estos cantos y danzas en otros lugares de Andalucía, e incluso haya sido en ellos donde mejor se han conservado’, como leemos en ‘El Cante Jondo’ (Cante Primitivo Andaluz) – cfr. ‘Escritos sobre música y músicos’, pág. 139. Col. Austral, núm 950 – publicado con motivo de la celebración del Concurso de Cante Jondo, organizado por el Centro Artístico de Granada en las fiestas del Corpus Christi de 1922.

Contra todas las mentiras e ignorancias de lo que Granada representa en la historia del flamenco, la Diputación de Granada dará a conocer próximamente mi último trabajo de investigación: GRANADA EN EL ARTE FLAMENCO, cuyos primeros 26 artículos fueron publicados en IDEAL.

EL FLAMENCO EN LOS ESCRITORES GRANADINOS es un Libro-Disco escrito e interpretado como ‘HOMENAJE FLAMENCO’ a todos los escritores y
poetas que han sabido captar los valores culturales y artísticos del Arte Flamenco en su triple manifestación de Cante, Baile y Toque.

Cantaor: Alfredo Arrebola, Premio Nacional de Flamenco y Flamencología (1974)
Guitarristas: Vicente El Granaíno y Kiki Corpas
Palmas y Palillos: Elena López ‘La Sensa’
1.- QUIERO VIVIR EN GRANADA (Granaínas), Ángel Ganivet
2.- MEMENTO (Caña), Federico García Lorca
3.- LUZ CAMINANTE (Nanas), Luís Rosales
4.- NO ME CUENTES TUS PENAS (Livianas ), Pepe Ladrón de Guevara
5.- TE OLVIDE MALA MUJER (Soleares), Rafael Guillén
6.- HERÍO DE MUERTE (Seguiriyas), Pepe Heredia Maya
7.- SANGRE DE LOS MINEROS (Cantes Mineros), Juan de Loxa
8.- ESPADAS DE DOBLE FILO (Polo), Rafael Delgado Calvo-Flores)
9.- EL YUNQUE DE LA FRAGUA (Tonás), Juan Gutierrez
10.-CONTENTO DE MI DOLOR (Cantes de F. Yerbagüena), M. R.del Castillo
11.-YO VIVO SIN TI (Fandangos), Manuel Benítez Carrasco
12.-AL POZO DEL CORAZON (Peteneras), Elena Martín Vivaldi
13.-CUANDO TE BESO EN EL ALBA (Vidalita), Antonio Carvajal
14.-CANTAR DEL PUEBLO (Rondeñas), Carmen González Sánchez
Villanueva Mesía-Granada, Enero de 2017

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