POEMAS DE AMOR Y DESAMOR PARA SAN VALENTÍN

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Eterno tema el amor, argumento ideal para poetas, artistas, músicos pintores… Invisible motor que mueve el mundo, girando y girando en perpetuo movimiento, desde que apareció el primer hombre y la primera mujer.

          En aquella ocasión, en el Paraíso, hizo su debut con ellos bajo el señuelo de la manzana tentadora ofrecida por una seductora Eva a un inexperto Adán que, ingenuo, devoró la fruta con fruición. Las consecuencias las seguimos aún pagando todos sus descendientes.

          En otras ocasiones, se presenta bajo los anzuelos engañosos de la seducción, ilusión o pasión, según las edades de sus víctimas. O también disfrazado de inocente niño Cupido, disparando sus flechas certeras sin mirar a quienes las dirige. Y, claro, a menudo se equivoca y de ahí la causa de los fracasos amorosos. Y es que el amor, como es ciego, carece la mayoría de las veces de puntería.

          Pero, sean las formas que elija ese eterno sentimiento, el amor, si es auténtico, es algo maravilloso. Nos hace ver la vida bajo un prisma rosado e, incluso, la gente nos parece mejor. Eleva el espíritu y hallas un nuevo aliciente para vivir la realidad cotidiana rodeándola de un halo de esperanza.

          Ya no hay soledad en tu vida porque la persona amada viene a ocupar ese vacío que te envolvía. Sois dos seres unidos por un dulce yugo caminando en una misma dirección, por un mismo sendero, a veces sembrado de rosas y otras poblado de cardos, pero, amándoos, seguís adelante, mano con mano, hasta llegar juntos a ese punto donde se pone el sol, meta final, caminando paralelos a sus rayos ya oblicuos hasta alcanzar al fin  el nirvana.

          Sí, el amor es un hermoso sentimiento, no cabe duda. Es un bello poema, una dulce música, una rosa de pasión.

ROSA ROSAE

Dame una rosa.

Escríbeme un poema.

Toma mis sueños.

Amanece. Y una aurora rosada

alumbra un nuevo día.

Las flores que han nacido en la mañana

se han vestido de color rosa encendido.

Un pajarillo canta alegremente

posado en la rama de un cerezo rosa.

El sol va pintando las nubes con pinceles

mojados en el rocío rosa de la aurora.

Suena dulce una música a lo lejos

escrita con notas de tinta rosada.

Es un himno rosado al amor.

El crepúsculo, con su luz de misterio,

también va pintando la tarde de rosa.

Y a la luna, diosa de casta blancura,

esta noche, al ver a su nuevo galán,

se le ha teñido de rosa su pálida cara.

Mi poema también tiene reflejos rosados

pues contigo mi vida está envuelta

en una nebulosa de rosas colores.

Y al sentirme tan feliz a tu lado

podría declinar en todos sus casos

el rosa, rosae, rosae, rosam, rosa, rosa…

contemplando la rosa fragante

que sostengo amorosa en mi mano.

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          Pero el amor no solo llega a nuestras vidas cuando se es joven. A veces, en la etapa otoñal, cruzada ya la frontera de la juventud, cuando nuestro espíritu sereno contempla la vida sin altibajos y libre de pasiones, de pronto hace su aparición “él” y, de repente, nuestro mundo, que estaba envuelto en tonos suaves, se torna de colores. Y si te miras al espejo, este te devuelve una imagen rejuvenecida y tu vida monótona cambia ante esa nueva ilusión porque ya no estás solo. Apareció ese amor otoñal, “él”, y cogidos de la mano echáis a andar por un reverdecido sendero sembrado de rosas a ambos lados del camino.

EL CREPÚSCULO Y LA NOCHE

Jardín marchito.

En tu día de otoño

brotó una rosa.

 

Crepúsculo sin contraste de colores

en el atardecer de una cansada vida.

Claroscuros de grises y de negros

difuminados en un ocaso que se acerca,

paso a paso, hacia la oscuridad.

Nirvana de sentimientos en el alma

y un corazón vacío de emociones

que aún espera quien de su letargo,

semejante a Lázaro, le diga:

¡Despiértate… y ama!

Y a un paso de cruzar la línea de la vida,

lento caminar bajo un sol que muere,

donde tu corazón indiferente

se torna de rosa apasionada en vegetal…,

 capricho del destino… él aparece.

Amor tardío.

Pasión otoñal que hace florecer de nuevo

la rosa que en su pecho marchitó.

Y el crepúsculo, al contemplar su encuentro,

de intensos rojos tiñó el atardecer

y testigo de su abrazo apasionado,

detuvo generoso el tiempo y el espacio entre los dos.

La noche, despechada,

envuelta entre sus sombras se ocultó.

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          Mas, a veces, ese poema se lo lleva el viento. Esa dulce música se pierde en el vacío y de la rosa sólo quedan las espinas. Es el desamor.

          Las dulces flechas que el niño dios Cupìdo disparó se convierten en dolorosos dardos que se te clavan en el corazón como espinas sangrantes.

          Una herida profunda te destroza el alma. El mundo y sus gentes vuelven a ser reales, ya no te parece que sonríen a tu paso, ni sientes eterna la primavera. La soledad, que antes huyó de ti, torna de nuevo a ser tu compañera, ocupando el lugar del ser amado que se fue. El halo rosado que envolvía tu vida, como un tornasol, se vuelve  gris,  cual una nebulosa evanescente.

          Ya no hay sendero que recorrer en compañía del ser amado. Has de ser sólo tú quien recorra ese tramo final hacia la nada, vacío de emociones, camino solitario en donde las rosas se han secado y quedan únicamente los cardos a cada lado del sendero y

 los recuerdos de aquel tiempo feliz en que el amor llenó de dicha tu vida. Ya no hay cantos, poemas, rosas… tan sólo las pavesas de un triste desamor.

TUS PASOS SE ALEJARON

Aurora fría.

Un adiós traicionero

cerró la noche.

 

Tus pasos se alejaron resonando en la noche.

En la gélida noche de un olvido sin fin.

Mientras, sin un adiós, tú de mí te alejabas

rechazando mi amor aquella madrugada,

como un día de sol me diste tu querer.

desplegando ante mí paraísos eternos

de besos y ternuras con alturas de cielo.

Caricias que en mis sueños tan sólo vislumbré.

Poemas ardorosos que a la luz de la luna

para mí recitabas con ardiente pasión.

Mas, ya todo ha pasado e inmensa soledad

tengo en la noche oscura porque no estás aquí.

Y sin embargo, amor,  aún te sigo amando.

Y sin embargo, amor, te sigo aguardando

y te oigo cada noche como cuando jurabas,

entre rimas y besos, eterna tu pasión.

¡Son tan sólo espejismos! ¡Esperanza banal!

Te fuiste de mi lado y jamás volverás.

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          Y en noches de luna llena, envueltos en nostalgia y pensando en quien se fue, le cuentas a Selene tus cuitas con la esperanza de que ella te comprenda como fiel enamorada del sol, su amante engañoso, que siempre la deja abandonada en la oscuridad de la noche. Y a ella, triste luna que sola vaga por el cielo, acudes en busca de consuelo para tus cuitas de amor.

LUNA DE MOLVÍZAR

Guedejas cósmicas,

sobre una blanca nube,

peina la Luna.

Luna de Molvízar, ilumíname

porque en esta noche

tan clara y serena

me siento muy triste

por el que se fue.

Luna de Molvízar, dame tu fulgor

porque en esta noche

bajo las estrellas

tengo el alma henchida

de pena y dolor.

Luna de Molvízar, acompáñame

porque en esta noche

yo tengo una pena

y lloro la ausencia

de un viejo querer.

Luna de Molvízar, dame tu calor

porque en esta noche

en mi triste espera

siento que ya nunca

volverá mi amor.

Luna de Molvízar, ¡muy sola quedé!

(poema incluido en mi libro “Un paseo por Molvízar)

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          Tal vez, en una tarde gris, mientras afuera cae la lluvia con monotonía, se te ocurre, displicente, repasar un viejo diario olvidado en el tiempo. Y de repente, de entre sus amarillentas páginas, encuentras unos pétalos de rosas que un día fueron fragantes y hoy son incoloras como tenues alas de mariposas blancas. Eran sus rosas. Aquellas que cada abril, en vuestro aniversario, te enviaba como símbolo de un amor que juró eterno. De aquel ayer, tan solo quedaron esos pétalos marchitos como recuerdo de una pasión que se perdió con el éter.

CINCO ROSAS BLANCAS

Rosas marchitas

en un viejo diario;

son tus recuerdos.

 

Agoniza la tarde

y el crepúsculo se acerca misterioso

tendiendo sus tornasoladas sombras,

rojas y negras, en pugna de colores,

hasta que, al fin, las rojas caen vencidas

y se apodera total la oscuridad.

Nostálgica, repaso un viejo diario

de tapas azules, hojas amarillas,

tinta desvaída…y cientos de pétalos de rosas

que un día fueron blancas

y que hoy, al paso de los años,

son incoloras como tenues alas

de muertas mariposas.

Son tus rosas. Aquellas rosas blancas

que en cada aniversario me traías.

Blancas como tu amor, me decías.

Y cada año una nueva rosa me llegaba.

Flor, que deshojada, iba poniendo con amor

entre las hojas de mi fiel diario.

Ilusionada, esperaba tus rosas en abril,

cuando nos conocimos.

Las notas sonaban de un viejo bolero

que sirvió de mágico pretexto

para hablarnos tú y yo: Caminemos.

Y con un rayo de sol y de esperanza

 comenzó nuestro nuevo caminar.

Pero tan sólo cinco rosas

duró aquella pasión de flores blancas.

Después, como líneas divergentes,

caminamos separados por la vida

y nunca nos volvimos a encontrar.

Y tan sólo quedaron de recuerdo

aquellos pétalos de blancas rosas

esparcidos entre las hojas amarillas

de un viejo diario

olvidado en el tiempo y la distancia.

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           Entre el amor, a veces subrepticiamente, se cuela el fantasma de los celos. ¡Ay!, los amores celosos. Esos amores que como alfileres se clavan en el corazón de los amantes. Hay quien opina que si hay celos, hay amor. Craso error. El amor debe estar basado en la confianza mutua del ser querido, sin recelos: Me quieres, te quiero. Confío en ti plenamente. Pero, privilegiado es quien no ha sufrido alguna vez de ese mal de amores por causa de los celos. Incómodo fantasma, fantasmón, diría yo, que ululando alrededor de los amantes ahuyenta la fe entre ellos llegando incluso a separarlos.

En el siguiente poema, para adolescentes, alguien celosillo quiere ocultar sus amores, pero estos son celos inofensivos, ingenuos, producto de una recién nacida ilusión.

¿DÓNDE GUARDARÉ?

De amor celoso,

oculto mis amores

como un tesoro.

 

Quiero ocultar mis amores

para que nadie los vea.

¿Los guardaré entre los pétalos

de una rosa perfumada?

¿Escondidos en el seno

de una concha nacarada?

¿Entre la espuma del mar

engalanados de encaje?

¿En el nido de una alondra

que la alborada les cante?

¿En las notas armoniosas

de una bella melodía?

¿O entre las hojas de un libro

envueltos en poesías?

Para ocultar mis amores

ya tengo un sitio elegido:

Llévalos dentro de ti…

¡en tu corazón prendidos!

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          Y finalizo estos poemas de amor y desamor con un recuerdo cariñoso al causante de ellos y protagonista de esta festividad: San Valentín, aquel santo del siglo III, obispo de Roma, que por desobedecer el mandato del emperador ClaudioII, el cual había prohibido a los soldados contraer matrimonio por considerarlo incompatible con la carrera de las armas, tuvo la valentía de casar a jóvenes parejas. Como consecuencia, fue encarcelado y sufrió el martirio. Su festividad fue declarada por el Papa Gelasio I en el año 498, coincidiendo con la fecha de su muerte.

          La historia, o leyenda, de San Valentín es mucho más extensa pero eso lo dejaremos para otro año, D.M, cuando volvamos a conmemorar el Día de los enamorados. Aunque opino que este día debía hacerse extensivo a todo el año. Tengamos, pues, encendida la llama del amor, un amor diferente según la edad, claro, y esta hoguera mantendrá tibio el hogar de quienes se aman de verdad.

Gloria a ti, San Valentín y feliz Día de los enamorados.

Vuestra amiga Carmen Carrasco

 

0 thoughts on “POEMAS DE AMOR Y DESAMOR PARA SAN VALENTÍN

  1. ¿Qué me pongo? ¿Qué hago? ¿A dónde vamos? ¿Qué regalo? Múltiples preguntas vagan por muchas cabeza días previos a este día —especial o quizá no tanto— pero sin duda, relevante para muchas parejas que disfrutan celebrándolo.

    A menudo no se necesitan grandes planes para disfrutar de un buen día. A veces solo hace falta buena compañía (que si la tenemos, bienvenida sea, por supuesto. Y si no, a los bares al grito .
    Te felicito querida amiga que bien escrito tu amor con rosas y ST. Valentin se es verdad lo amor depende por onde ele será sincero Amen . Un Bisous tu amiga
    Francelina Robin

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